¡QUÉ PAREN LAS MÁQUINAS! | por Arsenio Escolar

Guerrilla de religión en Granada

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Arsenio Escolar

España ha sido hasta hace dos tardes un estado confesional. ¿O sigue siéndolo? ¿Es comprensible que en 2013 una institución desate una especie de pequeña guerrilla de religión pidiendo que aquellas políticas segregacionistas de hace tantos siglos sean ahora más celebradas que nunca y reciban honores nuevos?

(20Minutos.es, 04/01/2013) Como cada año en estas fechas, Granada se divide entre los que quieren que se potencie la celebración de la toma de la ciudad por los Reyes Católicos, el 2 de enero de 1492, y los que consideran que no hay mucho que celebrar en aquel acto final de la Guerra de Granada, por la que las coronas cristianas de Castilla y de Aragón completaban la llamada Reconquista: la recuperación completa del territorio peninsular que, siete siglos atrás, habían ocupado desde el sur invasores musulmanes.

La Diputación granadina, gobernada por el PP, le ha echado este año más leña al fuego de la polémica al proponer que el llamado Día de la Toma sea declarado Patrimonio Mundial Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. La Junta de Andalucía y diversas organizaciones ciudadanas se oponen porque consideran que aquel 2 de enero de 1492 comenzó en la zona lo que hoy llamaríamos una operación masiva de limpieza étnica y religiosa, por la que los musulmanes del reino nazarí conquistado por los cristianos fueron desalojados de sus hogares, privados de sus bienes materiales y finalmente desplazados a otros territorios o directamente expulsados fuera de la Península Ibérica, al otro lado del Estrecho de Gibraltar.

La de Granada, de todos modos, no fue en su primera fase la más dura de las ocupaciones cristianas de ciudades o territorios musulmanes durante la Edad Media. Las capitulaciones firmadas por los Reyes Católicos con el rey granadino Boadbil le permitieron a este, por ejemplo, retirarse a tierras de Las Alpujarras con su corte y conservando parte de sus bienes, si bien dos años después optaron todos por abandonar la zona y pasar a África. Permitieron también que las élites musulmanas que se convirtieran al cristianismo conservaran sus bienes y privilegios. En general,  la población morisca fue tratada con políticas de apaciguamiento. Después no. Con Cisneros como nuevo confesor y consejero de la reina Isabel, se les aplicó a los musulmanes una dureza mucho mayor que provocó motines en el Albaicín -el barrio granadino al que habían sido empujados, convertido en un ghetto- y décadas después toda una rebelión en Las Alpujarras. El final del proceso es muy conocido: todos los musulmanes fueron obligados o a la conversión forzosa al cristianismo o el exilio.

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Dos siglos y medio antes, otro rey castellano, Fernando III, había sido mucho más expeditivo.Cuando tomó Córdoba (1236), Jaén (1246) o Sevilla (1248) dio órdenes tajantes de que, en un plazo muy breve de tiempo, toda la población musulmana abandonara sus casas y se fuera a otros territorios de dominio musulmán (muchos de ellos se refugiaron en Granada) llevándose solo con los bienes que pudieran transportar. La alternativa era la ejecución, la muerte. Fernando III provocó así tres de las mayores diásporas de la historia. En Sevilla, el plazo para desalojar la ciudad después de tomar los cristianos el alcázar fue de un mes. “Et de los que yuan por mar et queríen pasar a Çebta, eran cient vezes mill por cuenta; et de los que por tierra, que yuan para Xerez, trezientas veces mill”, cuenta una crónica. Quizás el cronista exageraba, es muy improbable que vivieran 400.000 musulmanes en la Sevilla del siglo XIII, pero lo cierto es que el éxodo fue total y los conquistadores castellanos se repartieron una ciudad completamente vacía.

Aquellas políticas duras de Fernando III dejaban claro que se iba hacia un Estado con una sola religión, la cristiana, muy distinta al que siglo y medio antes había intentado Alfonso VI al tomar Toledo y apostar por que convivieran en ella tres credos y tres culturas diferentes: la cristiana, la musulmana y la judía.

Las políticas de los Reyes Católicos tras tomar Granada ratificaron la estrategia de Fernando III, y España ha sido hasta hace dos tardes un estado confesional. ¿O sigue siéndolo? ¿Es comprensible que en 2013 una institución desate una especie de pequeña guerrilla de religión pidiendo que aquellas políticas segregacionistas de hace tantos siglos sean ahora más celebradas que nunca y reciban honores nuevos?

Autor: Arsenio Escolar, director de 20Minutos.es