500 AÑOS DE REFORMA - por Juan Manuel Quero

El humanismo más cerca de Dios que muchos religiosos: Erasmo de Rotterdam y la Reforma del XVI

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Erasmo, de Rotterdam

(JUAN MANUEL QUERO, 20/09/2016) |  El humanismo puede tener significados diversos, según sus contextos históricos e ideológicos; pero, apunta al hombre como ser racional que debe de rechazar todo aquello que no se puede aceptar de forma intelectual, especialmente los dogmas, las supersticiones, y todo aquello que se intenta imponer de forma autoritaria.

Ahora bien, también hay quienes pueden identificarse como parte de esa racionalización, rechazando cualquier postulado teísta, significándose así como un movimiento ateo. Pero, en realidad, el humanismo, inicialmente hará hincapié en la importancia del ser humano, que ha de ser valorado. En la época del Renacimiento y de la Reforma Protestante, tendrá su importancia, ya que su predicamento enfatizaría la libertad, el progreso, la salida del oscurantismo y de toda la escolástica del Medievo, para alinear el libre albedrío para poder ser personas, y así poder también decidir sus propias creencias respecto a la realidad de Dios.

Muchas veces, de forma bastante gratuita se habla en contra de los humanistas, sin percatarse que la Reforma Protestante, e incluso el protestantismo español del siglo XVI y siguientes, fueron favorecidos e impulsados por estas vías intelectuales.

Muchas veces, de forma bastante gratuita se habla en contra de los humanistas, sin percatarse que la Reforma Protestante, e incluso el protestantismo español del siglo XVI y siguientes, fueron favorecidos e impulsados por estas vías intelectuales. Lo cierto es que es preferible que se enfatice la intelectualidad, y no la ignorancia; la luz, y no la oscuridad. Durante muchos años, no solamente en la Iglesia Católica Romana se ha monopolizado una interpretación y una línea de acción para la fe. La expresión de «doctores tiene la iglesia», para dejar en manos de unos pocos lo que realmente tendría que ser la responsabilidad de decidir su creencia, y su acercamiento a Dios, es algo que se ha promulgado por aquellos que han querido estar en un lugar de preeminencia, a costa de mantener en la ignorancia a sus seguidores. En la oscuridad se crea dependencia; pero Dios nos llamó a luz, a un culto racional, donde la fe se plasma en convicciones y certezas que, un Dios que es real, da de forma clara, aunque la fe entre en juego.

El humanismo propició el desarrollo de más universidades, y las universidades comenzarían a extender el humanismo. El Hombre Vitruviano de Leonardo Da Vinci, sería una ilustración de ese humanismo que se iría desarrollando. ‒Sobre este tema he de señalar algunos apuntes que pueden leerse en mi libro «Teologismos: una perspectiva diferente»[1]. La Reforma Protestante, tomaría ese «hombre» entendiéndolo también como un ser espiritual, que tenía que conocer la Palabra de Dios, en esos parámetros de libertad, pero dando a conocer que es en Dios que el hombre es realmente libre, salvo, para tener una vida plena y, en definitiva, ser hombre [hombre y mujer], ser humano, según los principios creadores de Dios.

El Renacimiento sin humanismo no tendría mucho sentido, y lo mismo podríamos hablar de la Reforma Protestante sin Renacimiento. En esa efervescencia, en la que se buscaba salir de las aguas estancadas y malolientes, surgiría un hombre que sería, filólogo, filósofo y teólogo, me refiero a Erasmo de Rotterdam, que daría nombre al erasmismo y que, sin ser protestante, sería un instrumento significativo para el avance de los principios reformadores. Hay que recordar que le «Textus Receptus», [«Texto Recibido»] que es un conjunto de manuscritos traducidos por Erasmo de Rotterdam, serían los documentos básicos para preparar el Nuevo Testamento de la Biblia protestante de Reina-Valera.

El erasmismo sería una corriente humanista, que defendería una espiritualidad más interior. Creía que la iglesia no debía dirigir el poder temporal, sino el espiritual.

El erasmismo sería una corriente humanista, que defendería una espiritualidad más interior. Creía que la iglesia no debía dirigir el poder temporal, sino el espiritual. Así mismo el erasmismo dirigido hacia un mayor pacifismo, sería contrario a cualquier tipo de guerra de religiones. El erasmismo permeó en toda Europa, pero especialmente en España, donde sus libros fueron traducidos al castellano y despertaron un clima más proclive al protestantismo, así como supondría un obstáculo para la tiranía, sobre todo religiosa. Tuvo su apoyo en el emperador Carlos I de España y V de Alemania, evitando que sus ideas se declararan herejía; aunque, con la entrada en juego de Felipe II y la ambivalencia de Carlos V ‒según sus intereses‒ cambiara todo a la inversa. No obstante, en 1516 circularían ya los escritos de Erasmo en España.

Manuel de León, citando al especialista en Historia de la Reforma, José C. Nieto, dice:

«Nieto se pregunta si los protestantes españoles eran erasmistas o luteranos o si no eran nada de eso y eran algo más. Pero Nieto además sigue preguntándose un sinfín de cosas en relación con los alumbrados puesto que estos tenían inspiración y doctrina luterana. Los mismos erasmistas unas veces usan a Erasmo como máscara, de manera que algunos resultaron no serlo y otros se inclinarían hacia la Reforma sin disimulos.»[2]. Efectivamente, el erasmismo cundiría especialmente entre los alumbrados o iluminados.

Dios utilizaría, incluso, a personajes ajenos al pueblo de Dios, y a su voluntad inicial, para favorecer sus propósitos y, lo que no era, verlo como si fuera, con el propósito de revelarse y ser de bendición.

«Alumbrados» era un movimiento que ya se deja conocer en España en el año 1511. Una versión del Iluminismo que existía en Europa, y que promulgaban ideas relacionadas con una mayor espiritualidad, más interior, donde era necesario leer la Biblia y alejarse de las jerarquías religiosas. Se entendía que individualmente, uno era inspirado por Dios sin la obligación de mediaciones clericales. Por estas ideas, aunque no era un movimiento protestante, se les relacionaba con los mismos husitas; aunque también, algunos místicos católicos serían relacionados con ellos.

El profesor gallego, J. C. Nieto, citado anteriormente, nos recuerda también la importancia de Juan de Valdés en el contexto histórico de los orígenes de la Reforma en España, sin olvidar a su hermano Alfonso de Valdés. Ambos simpatizarían bastante con Lutero y fueron influyentes en una sociedad, como la española, que necesita abrir vías y puertas al Evangelio no condicionado por los límites de una censura, o de la misma Inquisición[3].  El español, conquense, Juan de Valdés,  se identificará con el humanismo, el erasmismo; e incluso muchos de sus principios se identificarían con el protestantismo. Aunque tuviera que huir a Nápoles perseguido por la Inquisición.

La Palabra de Dios, la Biblia, discurre a través de diferentes culturas, utilizando conceptos, e incluso ritos, que en muchos casos no eran propios u originales; pero, Dios los usa para introducirse en las sociedades, revolucionarlas y transformarlas. Dios utilizaría, incluso, a personajes ajenos al pueblo de Dios, y a su voluntad inicial, para favorecer sus propósitos y, lo que no era, verlo como si fuera, con el propósito de revelarse y ser de bendición.

QUERO

El humanismo realzaría al ser humano, su importancia de ser libre, y despertarlo para la reflexión de su propia situación. Mientras que muchos grupos religiosos pretenden seguir teniendo a sus súbditos dormidos en supersticiones e ignorancia, en las mismas «sombras de la caverna» como diría Platón en su «Mito de la Caverna», la Reforma Protestante prefirió ser obediente a la Palabra de Dios. Ofreció la posibilidad dar un culto racional, donde el ser humano, despertando a la razón, pudiera acercarse a la Biblia y, en su libre albedrío, pudiera decidir poner su fe en ese Dios que no es monopolio de nadie.

Autor: Juan Manuel Quero

[1] Juan Manuel Quero Moreno. «Teologismos: una perspectiva diferente».  [Málaga]: impreso en Publidisa, abril, 2015, p. 80.

[2] Manuel de León de la Vega. «Los protestantes y la espiritualidad evangélica en la España del siglo XVI». Tomo I. Publica Manuel de León. [ISBN 978-84-615-2064-0]. Publicado el 1 de agosto de 2008. p. 119. 

[3] José C. Nieto. «Juan de Valdés y los orígenes de la Reforma en España e Italia. Madrid: Ediciones F.C.E. España, S.A., 1979, p. 181 ss.


© 2016. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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Todos los cristianos evangélicos debemos mucho a la Reforma Protestante, estando más unidos a esta de lo que podríamos pensar. Yo no me considero ni luterano, ni calvinista, ni zwingliano, ni seguidor de algunos de los reformadores más o menos destacados de ese tiempo tan significativo; pero,  me puedo identificar con una buena parte de sus enseñanzas, pues, hay algo común, y es la base de Las Escrituras.

Muchos evangélicos podríamos decir que nos convertimos en un contexto que nada tiene que ver con la Reforma Protestante, y que Cristo se nos reveló a través de la lectura de la Biblia, o de una predicación o mensaje que tenía esta base, sin más datos, o planteamientos de terceros. Esto que es lo que yo llamo «evangelicalismo», es decir, el surgimiento de creyentes e iglesias por un encuentro con el evangelio, y por tanto con Cristo, no está ajeno de una realidad, que queramos o no, nos une con la Reforma Protestante, --a pesar de que esto no suponga que seamos iglesias reformadas en el sentido histórico a lo que se refiere esta clasificación.

El encuentro con la Palabra de Dios ha sido facilitado, porque muchas personas no escatimaron esfuerzo, --especialmente desde esta Reforma del siglo XVI--, para que la Biblia pudiera ser asequible a todas las personas. Esto significaría traducirla a las lenguas vernáculas, en el idioma de cada pueblo, pues solamente podría encontrarse la traducción en latín, de La Vulgata, realizada por uno de los Padres de la Iglesia, como fue San Jerónimo.

Pocos, sabían leer, pero más distante se haría el conocimiento de la Biblia en latín, que solamente estaba al alcance de muy pocos, además del clero. Por otro lado habría que liberalizarla de la posesión de los que habían hecho de ella un monopolio de su traducción, lectura e interpretación, para que pudiesen adquirirla y leerla todas las personas. Por ello entre las «cinco solas» de Reforma Protestante, que marcan los énfasis de la misma, la primera era «Sola scriptura».

Así podríamos hablar de La Biblia de Lutero, de la que ya he comentado diferentes cuestiones en otras reflexiones. Esta última, en la que trabajó hasta su muerte, sería la base para muchas versiones y biblias en el idioma germano y en otros lugares.



Juan Manuel Quero Moreno. «Un nuevo descubrimiento relacionado con la Biblia de Lutero». En: Actualidad Evangélica. [En línea]. Disponible en: <https://www.actualidadevangelica.es/index.php?option=com_content&view=article&id=8501:un-nuevo-descubrimiento-relacionado-con-la-biblia-de-lutero&catid=37:pensamiento> [Consultada el 10 de junio de 2016];

Nathalie Rabines Rodríguez. «Proceso de la traducción de la Biblia de Martín Lutero». Facultad de Traducción e Interpretación Universitat Autònoma de Barcelona. [En línea]. <https://ddd.uab.cat/pub/tfg/2015/tfg_25863/RABINES_RODRIGUEZ_NATHALIE_1268864_TFGTI1415.pdf>. [Consultada el 10 de junio de 2016].