SIN ÁNIMO DE OFENDER

Nuestra alma, hoy más oscura…

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Foto: Ivo Saglietti. Lampedusa gallery

“Yo, que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.
A fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura”. (Mediterráneo – © Joan Manuel Serrat)

(JORGE FERNÁNDEZ, 13/02/2015) | Anochece sobre Europa, y en su alma –nuestra alma— se acumulan nubarrones y sombras entre las cuales vagamos sin rumbo cierto, adentrándonos en una cueva fría y lóbrega donde ocultar nuestras vergüenzas; donde acallar nuestras conciencias.

Y aquí está uno… pensando que, pese a lo que señalan algunos analistas, lo que avanza en Europa no es el euroescepticismo, sino el “eurocinismo”. Sí, el eurocinismo de creernos la conciencia del mundo… el ombligo del Universo… los adalides de la democracia y de los derechos humanos… ¡Derechos humanos! ¡Menuda hipocresía!

Europa se parece hoy, cada vez más, a esa vieja actriz luchando inútilmente por mantener su antigua lozanía y esplendor a base de bisturí y de bótox, negándose a aceptar la realidad de su decrepitud.

Europa se parece hoy, cada vez más, a esa vieja actriz luchando inútilmente por mantener su antigua lozanía y esplendor a base de bisturí y de bótox, negándose a aceptar la realidad de su decrepitud.

Las cloacas de nuestra condición moral y espiritual, como comunidad de naciones, desbordan ya por las alcantarillas su fétida savia. ¡Y apesta!

Estados modernos; sociedades democráticas; grandes estadistas; banqueros ilustres; nobles sacerdotes… No se sabe si apesta más nuestro estúpido orgullo, o nuestra hipocresía… Mientras que, un día sí y otro también, escándalo tras escándalo, se van derrumbando corroídos mitos populares y enfangados líderes con pies de barro…

Si hubiera una metáfora, hoy, que sirviera para sintetizar la magnitud de esa oscuridad del alma de Europa, esa metáfora sería el “mare nostrum”… el Mediterráneo, que tan bien describe Joan Manuel Serrat en su mítica canción:

“A fuerza de desventuras / tu alma es profunda y oscura”.

Podríamos decir que hoy --300 inmigrantes muertos después, en las frías aguas de Lampedusa--, esa alma mediterránea es todavía más oscura…

Oscura y envilecida por una política europea que suspende (por ahorrarse siete millones de euros), un programa de salvamento marítimo que rescató en tan solo un año a más de 100.000 náufragos, salvándoles la vida, y lo reemplaza por un restrictivo plan de protección de fronteras –la Operación Tritón—que se desentiende de lo que pasa a estas pobres gentes más allá de 30 millas de las costas europeas. (Por no recordar las balas de goma y otras actuaciones “disuasorias” con las que son recibidos algunos de los que consiguen llegar hasta nuestras costas).

¡Por ahorrarse siete millones de euros anuales!

Se nos ocurren un buen número de nombres y apellidos que podrían financiar ese plan por más de un siglo, si devolvieran una parte de lo que han robado, o lo que han defraudado a las arcas públicas gracias a los paraísos fiscales y a la complicidade de directivos y empleados del british bank HSCB, diligentes en el arte de crear empresas fantasmas y mafiosas redes de testaferros en atención a sus “buenos” clientes.

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También se nos ocurre que, así como ya hay un programa de televisión muy popular –“En tierra hostil”—que se adentra en territorios donde la barbarie más abyecta campa a sus anchas, deberían producir otro que se llamara “En mar hostil”, que pusiera el foco en el infierno en el que se ha convertido el Mediterráneo, nuestro mar.

Quizás llegue el día en que los cadáveres flotando sean tantos, que ya se conviertan en un obstáculo peligroso (o de mal gusto) para la circulación de nuestros cruceros de placer y, por lo tanto, un riesgo para la economía de nuestro sector turístico…

Puede que entonces, desde la oscuridad de nuestra alma, reunamos la voluntad política suficiente para buscar una solución a este genocidio marítimo (“¿marecidio?”)…

O puede… Puede que para entonces, ya no tengamos alma…

Autor: Jorge Fernández


© 2015. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA.Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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