ABIERTO POR REFORMA

Luz y comodidad

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(Mateus Rodrigues, 17/03/2014) La arquitectura deportiva me encanta. Uno de mis sueños era diseñar estadios, hasta que me topé con la física y las matemáticas de bachillerato. Aun así, todavía leo mucho sobre estadios, pabellones, circuitos, arenas, entre otras construcciones con unas gradas alrededor de un espacio dedicado a un deporte.

Una de las cosas que más me llama la atención es ver cómo cada construcción se adapta al formato del campo y a la cultura del deporte en cuestión. El fútbol se juega en un campo rectangular, mientras que el baseball se practica en una cancha en forma de diamante. El cricket se disputa en un campo circular, mientras el fútbol australiano en uno ovalado. Así, alrededor de cada tipo de cancha se construyen las gradas que les viene mejor.

Hace un tiempo un equipo español de fútbol disputó un amistoso en el Yankee Stadium de Nueva York, un estadio de béisbol. Durante el calentamiento los jugadores miraban a su alrededor buscando entender y explicar la lógica de aquellas gradas completamente torcidas en relación al campo rectangular de fútbol.

Los más de 48 mil asientos de aquel estadio, el tercero más caro del mundo por detrás del Wembley de Londres y el MetLife de Nueva Jersey, se llenaron casi por completo aún con los precios de las entradas por las nubes. Todo por ver un espectáculo pese al riesgo de salir con una tortículis, ya que los más de mil millones de dólares gastos en su construcción se invirtieron pensando en la comodidad de los seguidores de bateadores y pitchers.

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Una capilla presbiteriana

El caso de los templos evangélicos se parece en algunos aspectos al de los estadios. Por nuestra gran diversidad de costumbres litúrgicas cada iglesia o denominación necesita el tipo de templo que mejor acomode sus actividades. Algunas dan un gran énfasis en la música, con lo cual necesitan más espacio para los músicos, sus instrumentos y aparatos. Otras tampoco se olvidan de la música, pero en sus cultos se da más importancia a la predicación y estudio bíblico, por lo que les viene muy bien tener más espacio para sus recursos didácticos. Pero para unos casos y otros, a veces no se encuentra el sitio que encaje como un guante y hay que adaptarse a otros espacios.

A partir de este año de 2014 ya no será necesario obtener un permiso previo para abrir un local de culto evangélico en España. Bastará con comunicárselo a las autoridades para que se haga una inspección que verifique el cumplimiento de las normas básicas de seguridad e insonorización. Un paso más hacia una mayor libertad de culto, aunque hay mucho que andar hasta alcanzar la que hay en otros países donde los protestantes desde hace siglos pueden edificar amplios templos.

En España, hasta hace 40 años era casi impensable conseguirlo. Son pocos los templos en propiedad o locales grandes alquilados anteriores a la llegada de la democracia. Sin embargo, es necesario tener un gran cuidado para no acostumbrarnos al lujo y la comodidad. Muchos tienden a pensar que para hacer un culto hace falta necesariamente toda una estructura física y de equipos, una liturgia a lo concierto pop y que de ello dependerá que la gente acuda a la reunión o no.

En la iglesia primitiva (y todavía hoy en muchos países) los cristianos no tenían más que cuevas o sótanos apretados para reunirse. Si para ver un partido de fútbol por el que se paga un dineral la gente está dispuesta a torcer el cuello y forzar la vista, es bastante incoherente que entre los cristianos haya quejas por determinadas incomodidades que de hecho son caprichos que hacen olvidar el propósito de nuestras reuniones: agradar a Dios rindiéndole culto y teniendo comunión con los hermanos en Cristo.

Autor: Mateus Rodrigues de Mendonça

© 2014. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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