SOCIOLO-AL-DÍA

Yo analfabeto, ellos huérfanos

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JONATAN-POZO(JONATÁN POZO, 25/10/2013) | Acabo de descubrir que el principal factor de riesgo al que se enfrentan mis hijos en Internet y en las Redes Sociales, ¡soy yo! Pero, ¿por qué?

La primera razón es una cuestión de actitud, que va entre la desidia y el desinterés. La segunda es un asunto de aptitud,  de desconocimiento; ellos son nativos digitales y yo casi un analfabeto.

Planteo esta reflexión como un reto, no como una riña. Los padres y madres hemos de ejercer como tales también en el mundo 2.0, y para ello lo primero que necesitamos es “actitud” y lo segundo “aptitud”. Vamos por partes.

En cuanto a nuestra actitud

Aunque estemos cansados, preocupados, híper-ocupados... nuestros hijos han de ser nuestra prioridad. No podemos dejarles solos y a solas en Internet. Incluso cuando no estamos presentes, podemos estar controlándoles y protegiéndoles mediante programas de control parental que les vigilan y protegen cuando navegan desde cualquiera de los múltiples dispositivos que existen.

Siento que la palabra “control” suene tan mal, pero si ejercemos de forma adecuada la patria potestad, no queda otra que saber en qué Redes están y qué comparten en ellas. Lo sabes, ¿verdad?

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¡Cuidado!, que el desinterés era otro de los enemigos que cité al principio. No podemos descuidar nuestra responsabilidad, no podemos apartar la vista como si no fuera con nosotros, y no podemos decir que de esto no entendemos.

Respecto a nuestra aptitud

No vale el argumento del “yo no sé”. Ser analfabeto digital, cuando se tienen hijos, es un error y un problema. Desatender a nuestros hijos puede llevarles a sufrir situaciones que le afecten negativamente (malnutrición, enfermedades, problemas emocionales…). A ninguno se nos pasa por la cabeza dejarles a ellos la responsabilidad de la alimentación, el cuidado médico, la formación académica, la trasmisión de valores, etc. Pues tampoco puede suceder más que no entendamos qué es Internet, la Web 2.0, las Redes Sociales, lo que es el sexting, el grooming, o la tecnoadicción, por ejemplo, y que sean ellos quienes lo gestionen.

Si nos preocupamos de los amigos reales de nuestros hijos, también tenemos que preocuparnos de los virtuales, de lo que hacen, dicen, comparten...

Si nos preocupamos de los amigos reales de nuestros hijos, también tenemos que preocuparnos de los virtuales, de lo que hacen, dicen, comparten… Ellos no tienen unos criterios bien definidos o las convicciones suficientemente afirmadas, y aunque las tuvieran, eso no significa que podemos bajar la guardia. Nos necesitan y para poder ayudarles hemos de conocer la tecnología. Si no lo hacemos convertimos a nuestros hijos en huérfanos digitales. Del mismo modo que nunca dejaríamos de alimentarles, nunca hemos de dejar de supervisar su actividad en Internet y enseñarles a navegar de forma segura, explicarles cuáles son los límites de sus publicaciones y sus deberes legales.

Otra cuestión sobre la que escribía en un artículo anterior titulado Decirlo todo, enseñarlo todo, opinar de todo, es si estamos siendo los padres buenos modelos para nuestros hijos, en nuestros perfiles sociales, con lo que decimos y enseñamos. Este punto es importante pues nuestros adolescentes no soportan la hipocresía. Así que no vale eso del “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.

Según el Centros de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 84 por ciento de los encuestados cree que los menores deberían tener restricciones o algún tipo de control. Y para el 86 por ciento, la principal responsabilidad de los mismos debería recaer sobre los padres y madres.

Estos datos contrastan con los ofrecidos por Centro de Seguridad de Protégeles, que da cuenta de que en España el 76% de los niños de 11 a 14 años utiliza habitualmente Whatsapp, desde sus propios terminales o desde los de sus padres.

Utilizo los datos sobre Whatsapp porque a pesar de que realmente es una red social en la que se pueden crear grupos, agregar amigos, enviar imágenes, vídeos y enlaces, no es considerada tal, sino un sistema de mensajería. Esto significa que no se le exigen las mismas medidas de seguridad que a otras redes sociales.

Estos datos ponen de manifiesto la falta de coherencia entre nuestro discurso, basado en lo socialmente deseable, frente a la realidad. Me temo que la realidad es tozuda y que tenemos que ejercer como padres y madres. Y mientras pienso en esto: Nuestros hijos huérfanos y nosotros o analfabetos o indolentes.

Librémonos del síndrome de Elí y ejerzamos como padres y madres nuestra responsabilidad, con amor y firmeza. Seamos ejemplo. Pongamos normas. Aprendamos a disciplinar. Estemos con ellos. Conozcamos su mundo digital. Oremos con ellos y por ellos. Ser padre, ser madre, no es fácil, necesitamos a Dios.

Autor: Jonatán Pozo

© 2013. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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