EN PERSPECTIVA

Las dos caras de una puerta blindada

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quero125(JUAN MANUEL QUERO, 17/08/2012) En nuestra sociedad las puertas blindadas cada vez son más sofisticas, y las cerraduras sellan nuestras casas como si fueran búnkeres. Así se han pasado de las cortinas o persianas, con puertas de fácil acceso, a puertas aceradas, que intentan proteger nuestros bienes y nuestra propia integridad. Pero las puertas que nos protegen también pueden aislarnos, la cerradura que impide la entrada, a veces puede impedirnos la salida inmediata. Hemos sido creados como seres sociales, gregarios, con capacidad de amar, a veces de entristecernos y de saber encajar los embates de las personas en las que depositamos nuestra confianza.

Dios mismo se presenta en la Biblia como un ser social, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero no solamente hemos sido creados como seres sociales, sino como seres abiertos en la relaciones, para crecer en el trato con los demás. La Iglesia debería ser un ejemplo de esto, que presentándose como una familia, es además una institución que sea abierta a todos, con el propósito de que se puedan integrar. Esta condición no deberíamos cambiarla. Nuestros problemas interpersonales, no nos deberían de llevar a realizar un blindaje en la relación con los demás, sino más bien una reflexión que nos dé madurez en nuestra forma de comprendernos, tratarnos, y relacionarnos.

Las relaciones interpersonales frustradas por diferentes circunstancias, pueden llevar a la depresión y a la soledad, si no somos capaces de superar los daños sufridos. Solo hay que vivir un poco de tiempo para comprobar que las relaciones humanas no son perfectas, y aquella persona que nos parece más confiable, en un momento dado descubrimos que nos falla de forma incomprensible. Esto nos puede mover al extremo opuesto, de modo que ya no nos fiemos de nadie.

La Biblia nos enseña a tener un buen equilibrio, a ser sencillos como palomas y prudentes como serpientes. Tenemos que usar «la mirilla» de esas puertas, para saber a quién abrimos nuestros pensamientos, nuestro corazón, o nuestro propio hogar, pero tenemos que buscar una buena relación con los demás. Recordemos que Jesús mismo se acercaba a aquellos que tenían prohibido relacionarse con otros, como podrían ser aquellos que tenían algunas enfermedades, o un signo racial determinado.

20120820-3Y lo que nunca deberíamos de hacer es aislarnos de todo el mundo, victimizándonos  pensando que todo el mundo es una especie de enemigo con el que no se puede vivir. A veces, somos nosotros los que nos encontramos insatisfechos por no poder ofrecer lo que los demás esperan. Hace unos días estuve con mi hijo viendo el estreno de la película de Batman, que en esta ocasión se titulaba El caballero oscuro: La leyenda renace, dirigida por Christopher Nolan. En esta ocasión se presenta a Batman deprimido y aislado, debido a su frustración por la falta de reconocimiento de aquellos a los que ayudó. Se encerró en la planta de un hotel, donde nadie podía pasar. Sus pensamientos estaban impregnados de negativismo. Nada podría hacer, nadie le podría querer, nada podría hacer, todo eran molestias, impedimentos y carencias. Pero alguien se coló dentro de su depresivo hogar, y fue de nuevo en las relaciones interpersonales que todo cambió. Pudo entender que había una oportunidad para rehacer su vida, y así se lo propuso, teniendo un resultado que da colofón a la narración de esta película.

Mirar al mundo y a nuestro prójimo con una desconfianza absoluta, nos llevará a la amargura, y al aislamiento. Si poco a poco te has aislado perdiendo la facultad de vivir alegremente, y no siendo capaz de enfrentarse con el mundo, necesitas tener un encuentro, o un reencuentro con aquél, que dice la Biblia que llama a la puerta de nuestras vidas, de manera que si estamos dispuestos a abrirle a él, también tendremos el ánimo para comenzar una vida con perspectivas nuevas y más maduras (Apocalipsis 3:20). Jesús vino para darnos un sentido nuevo de vida, en el que las personas y sus relaciones tienen un valor positivo y necesario.

Autor: Juan Manuel Quero

© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA

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