DESDE EL CORAZÓN
Ríe cuanto puedas
Aprende a reír todos los días porque la risa tiene propiedades curativas y es un don del cielo.
Ignoro quien acuñó la siguiente frase: “No te tomes tan en serio la vida; al fin y al cabo ninguno saldrá vivo de ella,” pero sin duda fue alguien sensato.
Temo que un ardiente viento de solemnidad, preocupación y ansiedad recorre las iglesias. Ese soplo ardiente está dejando a su paso una generación de líderes apesadumbrados que no reflejan el gozo de la salvación.
Arnold Glasgow declaró una gran verdad al decir: La risa es un tranquilizante sin efectos secundarios.
Ríe cuanto puedas.
A esto te ayudará el mantener un adecuado equilibrio entre trabajo y descanso.
Cuida tu salud y práctica algún deporte. El servicio a Dios conlleva un gran desgaste mental y emocional que se verá aliviado con dosis regulares de actividad que te canse físicamente.
Dedicar parte de tu tiempo a cosas que te diviertan te protegerá de una sobrecarga de estrés.
Camina, corre, juega y ríe.
Un ocupado ejecutivo acudió a su médico cuando se sintió morir a causa de la ansiedad.
-Recéteme algo –suplicó-, algún medicamento potente que me de serenidad.
El doctor se inclinó y escribió sobre un papel.
-Esta es mi receta –le dijo, entregándole el escrito.
El paciente leyó: Medite al atardecer, mirando las estrellas y acariciando a su perro, es un remedio infalible.
Seguro que conoces las siguientes palabras de Pablo Neruda: “El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.”
¿Quién nos ha engañado para que asumamos que servir a Dios implica tener siempre la cabeza saturada de proyectos místicos y planes religiosos?
¿Quién nos inoculó el error de que el siervo de Dios ha de llevar la preocupación cincelada en el rostro?
Autor: José Luis Navajo Ayora
© 2011. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
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