EN PERSPECTIVA

¿Blanco o White?

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quero-125(JUAN MANUEL QUERO, 09/06/2011) Permitidme que os presente a un sevillano que podría estar clasificado entre los grandes literatos del costumbrismo de la Historia Contemporánea. Y que discípulo, de Pestalozzi, contribuyó también en el enriquecimiento del sistema educativo de España. Este hombre era llamado Blanco White. Dejadme que os cuente el motivo de su nombre, para luego entrar en la respuesta que se daría a la cuestión de «¿Blanco o White?»

José María Blanco y Crespo, llamado Blanco White, nació en Sevilla el 1775, y falleció en Liverpool, Inglaterra, el 1841.  Hijo del vicecónsul inglés Guillermo Blanco (White), que se instaló en aquella ciudad durante el reinado de Fernando VI.

Cuando Blanco White tenía poco más de 8 años, fue guiado de alguna manera por sus padres (especialmente por su madre) para que reflexionara sobre una posible vocación como sacerdote en la Iglesia Católica. Aunque siempre albergó bastantes dudas sobre la aceptación de los hábitos para el sacerdocio, todo le empujaba a ello.

Estudió la carrera eclesiástica, siendo canónico magistral en Cádiz y Sevilla. Formó parte de la Academia de Letras Humanas (1793-1802). Tras una crisis espiritual abandonó la observancia católica por la anglicana primero y la unitaria definitivamente. Desde las páginas de El Español, hizo críticas bastante claras a España y lo español, país donde la venta de esta publicación estaba prohibida. Escribió numerosos trabajos de crítica literaria tanto en inglés como en español. Se empleó también en la lucha contra la esclavitud, constituyéndose en uno de los abolicionistas españoles, anteriores, incluso, a la Asociación Abolicionista Española.

Su apodo «White» indica que  tenía una vida dividida entre Inglaterra y España. Después de estar más de cien años en el olvido, --como la mayoría de aquellos disidentes de la Iglesia Romana en España--, hoy se están llenando las bibliotecas de libros que hacen referencia a él, además de que sus propios escritos son reeditados con destacados elogios.

No obstante, la respuesta a la interrogante ¿Blanco o White?, es… ni Blanco ni White. En la España coetánea a Blanco, no se aceptaba nada que fuese contrario a la confesión mayoritaria, pero tampoco se respetaba a la persona confesante. Es decir, ni como español fue aceptado en nuestro país por sus ideas protestantes e inclinación hacia nuevos aires de libertad, ni como persona con influencia inglesa, ya que el sentir chauvinista le marginaba.

Blanco_WhiteBlanco White es un ejemplo, que por desgracia se sigue dando en diferentes estamentos sociales. Después de dos siglos, y aunque parezca algo totalmente anacrónico, la respuesta a muchos postulados y proyectos protestantes siguen siendo, «ni Blanco ni White». Y ya no tanto por parte de la sociedad española, sino más bien por aquellos poderes fácticos que aún siguen, a veces de forma subrepticia,  y otras veces a cara descubierta, negando los derechos más básicos del pueblo protestante.

Se siguen cerrando templos con el argumento de que no se cumplen las normas requeridas, pero no facilitan la adecuación, cuando en la religión mayoritaria los presupuestos que siguen saliendo de las arcas públicas, siguen siendo muy cuantiosos.

Se responde «ni Blanco ni White» en otras esferas en las que se sigue luchando y negociando, como si estuviésemos aún anquilosados en el pasado.

En el siglo de la plena globalización, donde las fronteras se han hecho bastante flexibles, y las culturas y las etnias se entienden de forma más abierta, y como una posibilidad de intercambio que nos enriquezca, hay quienes siguen teniendo una cerrazón muy rígida, hacia el pueblo protestante. Pero al igual que se creó recientemente una corriente «blanquista», sabemos que hay una sociedad que es capaz de reconocer a un pueblo capaz de vivir su fe en libertad, sabiendo que los principios bíblicos que se predican y se buscan vivir, se convierten en un medio catalizador, que pueden producir la catarsis necesaria para que nuestra sociedad, nuestros pueblos, nuestras gentes, puedan tener unas convicciones más genuinas sin prejuicios ni presiones, donde la realidad de Dios sea asumida libremente.

Autor: Juan Manuel Quero Moreno

© 2011. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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