OPINIÓN / por JORGE FERNÃNDEZ

El perfume del predicador

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¿Qué pueden tener en común Nick Vujicic, Luis Palau, o una joven cantautora cristiana española?

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(JORGE FERNÃNDEZ, 06/10/2022) Como muchos de nuestros lectores y amigos en las redes sociales saben, he tenido el privilegio y la bendición de estar muy cerca de Nick Vujicic la semana pasada, los días que duró su primera visita a España.

Como responsable de prensa de la organización del Tour Europeo Nick Vujicic España 2022, acompañé a Nick en casi todas sus actividades y reuniones, públicas y privadas. Le escuché hablar a las multitudes, pero también a grupos pequeños e individuos. No puedo ocultar la gran impresión que me causó y, algunas de las razones de ese impacto las he expresado en mi Carta abierta a Nick Vujicic, publicada en esta misma revista online el pasado lunes.

Ya pasados unos días, analizando en retrospectiva lo sucedido he tratado de entender qué fue lo más destacado, lo que hace que piense en Nick como alguien especial. Porque puedo sentirme muy identificado con el comentario de José Pablo Sánchez en uno de sus posts en Instagram, cuando decía: “He estado en el comité organizador de grandes eventos en España con algunos de los predicadores más famosos del mundo, y sin desmerecer a nadie tengo que reconocer que la cercanía y camaradería de Nick es únicaâ€.

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Yo he sentido lo mismo, pero pensando en ello y dándole vueltas, creo que lo más especial de Nick, que también tiene en común con otros hombres y mujeres de Dios, con otros predicadores a los que he tenido el privilegio de conocer, es “el perfume que brota de un corazón quebrantadoâ€. Me explico.

He escuchado a decenas de predicadores en los últimos 45 años, desde mi conversión. A los mejores en lengua castellana y a unos pocos de habla inglesa. Muchos de ellos me impactaron con su capacidad de oratoria y de comunicación, sus testimonios y anécdotas personales, sus ilustraciones, su conocimiento de las Escrituras… Pero cuando pienso en todos ellos, me doy cuenta de que los que han producido un mayor impacto en lo más profundo de mi ser, son aquellos a los que he escuchado predicar con humildad, desde su condición de debilidad no disimulada. Confesando su fe inquebrantable en Cristo y su “esperanza como un anclaâ€, pero no desde un pedestal de triunfalismo, sino desde su experiencia “gozosa†y victoriosa con el dolor, el sufrimiento y las pérdidas.

Y eso es lo que he visto en Nick en estos días en España; en cada palabra, en cada gesto, en cada sonrisa y en cada lágrima que asomaba de sus ojos, cuando contaba sus tristezas y alegrías, sus dudas y certezas, sus temores y esperanza. Alejado de todo atisbo de triunfalismo o exitismo (¡tan común en los irritantes predicadores de la prosperidad que inundan las redes sociales!). Antes bien, parado con firmeza en Cristo, en la certeza de su amor y en sus promesas…

Entonces recordé que me pasó algo parecido, hace un par de años, con otro destacado predicador que visitó España (¡cuánto nos ama Dios a los españoles que nos privilegia y bendice de tal manera!). Fue la última visita a España de Luis Palau. Siempre he admirado a Luis Palau, desde que le escuchaba por la radio en los años 70 y siempre que participé en algunos de sus grandes eventos en Argentina, España, México… Fue un hombre que Dios usó para extender su reino de forma extraordinaria, sobre todo en América Latina. Pero de todas esas veces que le oí predicar, si tengo que elegir el momento en que sus palabras me causaron un mayor impacto, ese fue, como digo, en su última visita a España.

Luis Palau, quien ya tenía un cáncer de pulmón avanzado, vino a predicar en FestiMadrid 2019 contra el consejo de sus médicos y las dudas de su propia familia. Algo parecía decirle que sería la última vez que predicaría a una multitud en vivo, como finalmente ocurrió, ofreciendo a España “un último beso de despedidaâ€, como él mismo dijo. Veinte meses después, en marzo de 2021, a los 86 años, partiría al encuentro de su Señor.

Como en el caso de Nick, tuve el privilegio de ser el coordinador de prensa local del evento con Luis Palau, por lo que pude escucharle hablar en público y en privado, en entrevistas con los medios, en comidas y cenas, en los pasillos del hotel donde se hospedaba... Y su tema favorito en cada conversación, era “el Cieloâ€. No hablaba de otra cosa. De lo poco que le quedaba para ver cara a cara a Jesús y a su padre biológico, al que perdió siendo un muchacho y del que siempre hablaba con admiración…

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Con Luis Palau, en su última visita a España en 2019. Predicó a las multitudes a los 84 años con un cáncer de pulmón avanzado en su pecho. Gozoso, no dejaba de hablar del Cielo...

Luis Palau había llegado a ser un predicador del Evangelio marcado por la temprana pérdida de su padre y espoleado por las oraciones de su piadosa madre. Y concluía su carrera ministerial décadas después, en España, con un cáncer en su pecho, confesando su paz y su gozo por la proximidad de su partida a la presencia del Señor… Escucharle, era escuchar a un hombre enfermo y con signos de cansancio físico, pero lleno de energía y de luz interior. Sus palabras tenían una carga de profundidad más potente que nunca. Al menos, eso fue lo que yo sentí, y otros hermanos y hermanas compartían el mismo sentimiento.

¿Qué es lo que hace especial que un predicador proclame con gozo la fe y la esperanza en Cristo desde una situación personal de debilidad, dolor o sufrimiento? Es el perfume… el “olor a Cristo†del que habla el apóstol Pablo en 2 Corintios 2:14-15.

No es casual que el propio Señor Jesucristo ordenara, tras ser ungidos sus pies con un perfume de nardo puro de gran precio por María, en Betania, que ese gesto que había sido tan incomprendido, incluso por sus propios discípulos, se contara en el futuro en todo lugar donde se predicara el evangelio. “De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria de ella†(Mt. 26:13).

Aquel frasco debió ser roto para que el perfume que contenía perfumara toda la casa. Lo mismo iba a pasar con Jesús. Ese quebrantamiento del frasco era una metáfora perfecta del misterio de su muerte en la cruz. “También Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante†(Efesios 5:2). Quizás por eso dijo que con ese derramamiento y ungimiento “ella me ha preparado para la sepulturaâ€. Jesús entendió el gesto como un mensaje del Padre, para animarle, expresándole que recibía su sacrificio como una fragancia espiritual preciada y única.

Un misterio que también comprendió el apóstol Pablo, quien llegó a afirmar, “de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerteâ€. (2 Corintios 12:9-10).

No creo que un predicador, ni ningún otro cristiano, deba “buscar†el quebrantamiento -mucho menos fingirlo o imitarlo-. Es suficiente con “no huir†de él cuando inevitablemente llegue a su vida. Que sepa gestionarlo con humildad y con gracia de lo Alto. Como repetía Nick una y otra vez, “si Dios no hace el milagro que esperas, ¡conviértete tú en un milagro para otros!â€. ¡Qué forma tan sintética de resumir esta experiencia tan profunda!

Casualmente, hoy leo en las redes sociales que la canción “Perfume a tus piesâ€, uno de los temas más inspiradores de la música cristiana contemporánea en español, cumple 15 años. Y su autora, Jaz Jacob, anuncia una nueva versión que pronto estará en todas las plataformas digitales, junto a los músicos Kike Pavón y Omar Rodríguez.

"Perfume a tus pies" es una canción que Jaz Jacob compuso siendo muy joven, después de atravesar un tiempo de quebrantamiento personal -"una dolorosa pérdida... sentí que se me movía el suelo debajo de los pies"-, según su propio testimonio-, y su letra explica mejor, y de forma más bella que estas modestas líneas que escribo, el poder y el impacto del perfume espiritual en el corazón del predicador, el músico cristiano, o cualquier otro seguidor de Jesucristo. Es el perfume que mana de un corazón conmovido y perplejo ante el amor del Crucificado. Un corazón que también se sabe "crucificado con Cristo", que ha conocido en persona el dolor y el quebrantamiento de la cruz.

Por eso, querido amigo o amiga, si estás atravesando hoy una experiencia de quebrantamiento, no desesperes ni te rindas. Busca a Dios en esa situación y, ora conmigo: "¡Dulce fragancia de Cristo! ¡Perfuma nuestras vidas!". Así podremos ser el milagro que otros necesitan.

Jorge Fernández – Madrid, 6 de octubre de 2022

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© 2022. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estrictamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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