NOSÓLOFÚTBOL / por Dani Bores

Men in Black

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20140425-2(DANIEL BORES, 25/04/2014)  | Hace tiempo que vengo pensando en la paradójica demagogia que existe en el mundo del fútbol con respecto a esos señores que normalmente van de negro.

Sigo el fútbol con casi tanta frecuencia como mis obligaciones familiares y/o morales me lo permiten, y normalmente veo los partidos acompañado. Esta compañía actúa, entre otras cosas y de forma claramente inconsciente, como muestra (bastante representativa) del comportamiento general de los seguidores del fútbol. Trabajo en un contexto educativo en el que se trata de evitar un lenguaje malsonante, y en el resto de mi día me rodeo de personas que, por convicción, lo evitan también. Pero cuando el balón comienza a rodar en la pantalla del bar, casa o local, me veo sumergido en una realidad paralela en la que casi todo lo que era ya no es, y lo que no era comienza a serlo.

Quien ese mismo día por la tarde había cedido el asiento del autobús a una mujer embarazada, ahora está lanzando improperios al árbitro. Quien el día anterior estaba haciendo una donación a Unicef, ahora está acordándose del árbol genealógico del juez de línea. Y quien los sábados por la mañana entrena a un equipillo de niños que juega en los Juegos Deportivos Municipales (y les suelta en cada entrenamiento todo ese rollo aprendido de los valores, el respeto, el juego limpio…) ahora está relajando mentalmente su esfínter sobre tal o cual presunta deficiencia mental o física del colegiado.

¿Qué nos pasa?

Que hemos creado, entre todos y de común acuerdo, un velo que separa el fútbol del resto de la vida. Cuando colgamos el abrigo en el respaldo de la silla del bar, colgamos con él nuestra escala de valores, y dejamos los aspectos más elementales del respeto y el amor en el bolsillo derecho del mismo. En el izquierdo, normalmente, guardamos la vergüenza.

Y es que los hombres de negro son la diana de la frustración humana. Son el portazo del desesperado, el llanto del angustiado y el retrete del descompuesto.

foto-daniLo más lamentable es que quienes cada partido embisten verbalmente a un árbitro, necesitan que se equivoque como el aire que respiran, porque anhelan que el día siguiente, junto al café, haya una portada de un periódico deportivo que llene su ansia mórbida, su vacío existencial y su falta de conversación. Necesitan que algo rellene sus telediarios, sus charlas insulsas y su cabeza desvencijada.

Señores colegiados, desde aquí os expreso mis disculpas por las veces en las que os he dicho que os pongáis gafas mientras que yo no veo tres en un burro. Por pediros ser perfectos cuando yo estoy tan lejos de serlo. Por acordarme de vuestra familia más que de la mía. Por darle más importancia a una mano en el área que a darle la mano a un amigo. Por protestar por un fuera de juego mientras yo estoy tan fuera de juego.

Autor: Daniel Bores García

© 2014. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA.Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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