SIN 脕NIMO DE OFENDER

La acci贸n pol铆tica como "misi贸n"

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鈥淓l cristiano debe participar en lo social y pol铆tico para tener una influencia en el mundo, no con la esperanza de hacer de 茅ste un para铆so sino simplemente para hacerlo m谩s tolerable. No para disminuir la oposici贸n entre este mundo y el Reino de Dios, sino simplemente para modificar la oposici贸n entre el desorden de este mundo y el orden de preservaci贸n que Dios desea para 茅l. No para "traer" el Reino de Dios, sino para que el Evangelio pueda ser proclamado, para que todos los hombres oigan realmente las buenas nuevas"- (Samuel Escobar, 鈥淩esponsabilidad social de la Iglesia鈥, ponencia en el CLADE I, Bogot谩, 1969).

(JORGE FERN脕NDEZ,聽26/10/2012)聽Desde que Samuel Escobar pronunciara estas palabras, en 1969, mucha agua ha pasado por debajo del puente. En aquellos d铆as, todav铆a se debat铆a si la 鈥渁cci贸n social鈥 formaba parte de la misi贸n de la iglesia evang茅lica, hasta entonces enfocada casi de forma exclusiva en la 鈥減roclamaci贸n鈥, y muy reacia a todo lo que 鈥渙liera鈥 a los enunciados liberales del llamado 鈥渆vangelio social鈥. Hoy predomina la idea generalizada, en casi toda la 贸rbita evang茅lica, de que la acci贸n social forma parte ineludible e inseparable de la proclamaci贸n de las 鈥渂uenas nuevas鈥 de Salvaci贸n en Cristo.

EVOLUCI脫N Y ARREPENTIMIENTO EN EL PACTO DE LAUSANA

El Pacto de Lausana, documento que recoge y declara el criterio prevaleciente en el pueblo 聽evang茅lico a nivel mundial, afirma de forma expresa, en un p谩rrafo dedicado a la 鈥渞esponsabilidad social de la Iglesia鈥, unas palabras de inequ铆voco arrepentimiento:

鈥淓xpresamos (...) nuestro arrepentimiento, tanto por nuestra negligencia, como por haber concebido, a veces, la evangelizaci贸n y la preocupaci贸n social como cosas que se excluyen mutuamente. Aunque la reconciliaci贸n con el hombre no es lo mismo que la reconciliaci贸n con Dios, ni el compromiso social es lo mismo que la evangelizaci贸n, ni la liberaci贸n pol铆tica es lo mismo que la salvaci贸n, no obstante afirmamos que la evangelizaci贸n y la acci贸n social y pol铆tica son parte de nuestro deber cristiano. Ambas son expresiones necesarias de nuestra doctrina de Dios y del hombre, de nuestro amor al pr贸jimo y de nuestra obediencia a Jesucristo.鈥

Ya no se concibe, pues, aquella imagen de 鈥減redicadores que proclaman las bondades y la seguridad de la playa a personas que se est谩n ahogando鈥. Se entiende que, tirarse al agua a socorrer a los necesitados, forma parte de la misi贸n integral de la Iglesia.

Para muchos de nosotros, que pertenecemos a una generaci贸n posterior, tal debate puede parecernos un tanto surrealista, porque hemos recibido el evangelio con posterioridad a esa etapa y lo hemos recibido con ese tema resuelto; es decir, asumiendo con naturalidad que, participar en la construcci贸n de una sociedad m谩s justa y m谩s solidaria, mediante la acci贸n social y pol铆tica, forma parte de la misi贸n integral de la Iglesia de Jesucristo.

DE LA TEOR脥A A LA PR脕CTICA, UN LARGO TRECHO

"Expresamos (...) nuestro arrepentimiento, tanto por nuestra negligencia, como por haber concebido, a veces, la evangelizaci贸n y la preocupaci贸n social聽como cosas que se excluyen mutuamente."

No obstante, la aceptaci贸n te贸rica 鈥搒iendo importante- no pudo plasmarse de inmediato en realidades concretas, al menos en aquellas partes del mundo -como fue el caso de Iberoam茅rica- 聽donde pr谩cticamente la totalidad de los pa铆ses de la regi贸n estaban gobernados por f茅rreas dictaduras que desalentaban (cuando no, persegu铆an) la acci贸n pol铆tica. As铆 que, la inspiraci贸n de esta evoluci贸n teol贸gica tan importante en el seno de la Iglesia Evang茅lica, se tradujo principalmente en un mayor impulso a la acci贸n social de tipo asistencial, que si bien siempre se hab铆a realizado en alguna medida, ahora se practicaba sin complejos; sin frenos teol贸gicos ni 聽culturales.

Hubo que esperar hasta finales de los a帽os 70 y hasta bien entrados los 80 -cuando la normalizaci贸n democr谩tica empieza a extenderse como la p贸lvora por toda Iberoam茅rica-, para que la participaci贸n en el terreno de la pol铆tica estuviera en los debates y en la agenda de las iglesias evang茅licas de la regi贸n. Es decir, 鈥渁yer鈥.

Y este involucramiento se ha venido produciendo de forma asim茅trica, m谩s bien como producto de iniciativas personales y sin una estrategia global. El resultado ha sido que, pese a la enorme presencia social de los cristianos evang茅licos, con millones de fieles en sus filas, la presencia de 茅stos en la pol铆tica Iberoamericana es apenas testimonial, con poca o ninguna capacidad para ser relevantes en la transformaci贸n de la realidad social que afecta a 581 millones de habitantes (el 9,2 % de la poblaci贸n mundial, seg煤n datos del Cepal de 2004).

Esta es la gran asignatura pendiente para las Iglesias evang茅licas de Iberoam茅rica. Y, desde nuestro humilde punto de vista, nos parece que聽urge la promoci贸n de un debate a fondo sobre el papel que el pueblo evang茅lico iberoamericano deber铆a asumir en el terreno de la acci贸n pol铆tica, estableciendo los principios teol贸gicos, b铆blicos y estrat茅gicos para una acci贸n positiva, a la vez que trazando de la forma m谩s n铆tida posible las 鈥渓铆neas rojas鈥 que no se deber铆an cruzar, a fin de no comprometer el testimonio de la Iglesia, ni su car谩cter prof茅tico, cediendo su autonom铆a e independencia a favor de posiciones partidistas.

LA NECESIDAD DE UN NUEVO PARADIGMA

La experiencia, por ejemplo, de los evang茅licos peruanos 鈥hoy 鈥渁rrepentidos de haber apoyado a Fujimori鈥 en su camino hacia la Presidencia-, debe servirnos de advertencia.

"隆Ning煤n candidato o partido representa cabalmente los 鈥渧alores b铆blicos鈥!). 鈥淢i Reino no es de este mundo鈥, sigue vigente"

Del mismo modo, que las iglesias se involucren en la promoci贸n de campa帽as a favor de candidatos o partidos (como la asumida por alguna prestigiosa 聽instituci贸n 聽evang茅lica para las pr贸ximas elecciones presidenciales en los Estados Unidos), nos parecen desafortunadas al comprometer el principio de separaci贸n Iglesia-Estado y creemos que no constituyen un buen ejemplo a seguir. (Adem谩s, 隆ning煤n candidato o partido representa cabalmente los 鈥渧alores b铆blicos鈥!). 鈥淢i Reino no es de este mundo鈥, sigue vigente.

En una reflexi贸n m谩s reciente, hablando de esta problem谩tica, el propio Samuel Escobar se帽alaba que los evang茅licos iberoamericanos 鈥渘o tenemos una teolog铆a del poder鈥 鈥揺nti茅ndase, de 鈥済esti贸n鈥 del poder pol铆tico-, tras siglos de haber sido una minor铆a perseguida. Esa es la cuesti贸n.

Quiz谩s, se nos ocurre, 茅ste ser铆a un tema importante para incluir en la agenda del Foro Iberoamericano del Di谩logo Evang茅lico (FIDE), punto de encuentro evang茅lico de primer orden, que hoy emerge con fuerza y con la posibilidad de aportar un nuevo paradigma para la acci贸n pol铆tica como 鈥渕isi贸n鈥, desde Iberoam茅rica para el mundo.

Autor: Jorge Fern谩ndez

漏 2012. Este art铆culo puede reproducirse siempre que se haga de forma聽gratuita聽y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANG脡LICA como fuente.

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