SIN ÁNIMO DE OFENDER

Mi casa...

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Imagen del Meteosat (MSG3), agosto 2012 | AMPLIAR

(JORGE FERNÁNDEZ, 10/08/2012)  ¡Quién no recuerda al entrañable protagonista creado por Steven Spielberg, señalando con su dedo luminoso al cielo estrellado, añorando su hogar! “Mi casa... mi casa”, repetía una y otra vez ET con voz quebrada y cargada de nostalgia.

Pues yo acabo de recordarle ahora, al ver esta magnífica foto de la Tierra -¡la más reciente!- tomada por el nuevo satélite geoestacionario meteorológico europeo, Meteosat (MSG3), lanzado al espacio el pasado domingo.

"¡Mi casa!... Nuestra casa...", fue el primer pensamiento que me vino a la mente, en un súbito arrebato de nostalgia extraterrestre, encandilado por la belleza de la imagen.

¿Verdad que se ve bellísima, sobre ese tapiz de celestial terciopelo negro? ¿Con ese azul marino en la superficie y esas pinceladas verdes, marrones, ocres y blancas de tan artística factura?

¡Si hasta la luz que la ilumina es perfecta! Luz nocturna, suave y delicada, que realza su silueta redonda y refleja la imagen serena de un remanso de paz.

Con razón su Creador afirmó, al ver el resultado de su obra, que ¡todo lo que había hecho era bueno en gran manera! [1]

¡Quién diría, desde este punto de vista, que en esa casa –nuestra casa- la guerra, la violencia, la injusticia y la destrucción ecológica, son las realidades que sufren y padecen la inmensa mayoría de sus casi 7 mil millones de habitantes! ¡Parece imposible!

Sin embargo es así y, para quienes habitamos en ella, la perspectiva más habitual –la que vemos a nuestro alrededor, la que nos afecta directa o indirectamente, la que nos aturde desde los medios informativos, la que nos indigna y nos causa dolor...-, es la peor posible. Es una imagen que, a menudo, nos empuja en la dirección del pesimismo y del derrotismo. “¡No hay nada que hacer!”, pensamos, “¡este mundo ya no tiene remedio!”.

Incluso, desde la fe, con frecuencia los creyentes tendemos a evadirnos y a refugiarnos en cosmovisiones catastrofistas y apocalípticas que, las más de las veces, no están necesariamente inspiradas en la revelación bíblica, sino en nuestro pesimismo carnal.

No es fácil el equilibrio, es verdad. Las realidades que vivimos son suficientemente duras para que nuestra débil humanidad se vea muchas veces desbordada y, aún siendo cristianos, sintamos que las nubes del temor y la incertidumbre ciernen sus sombras sobre nuestra esperanza.

En esos momentos, ¡qué bien nos hace ver las cosas como Dios las ve! Por supuesto que, los ojos del Señor están atentos al clamor de los oprimidos, a los que huyen de sus casas por las guerras, a los huérfanos y las viudas... ¡por supuesto! Pero también es verdad, y nos hace bien recordar, que el Dios Creador del Universo sigue viendo a la Tierra y a sus criaturas -con todo y a pesar de todo- como algo precioso (¡de gran precio!), ¡de inmenso valor", que merece la pena salvarse, sin escatimar costos.

La Suya es la mirada de la esperanza; de Aquel que sabe que el mundo puede cambiar, cambiando los corazones de los hombres. De Aquel que sabe que “ese cambio está en marcha”, y que el reino de Dios está manifestándose en la Tierra.

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Pienso que por eso la Biblia está llena de referencias a “la Gloria de Dios” en la Creación, para que los corazones de los que creemos sean henchidos de esperanza, por medio de esas "imágenes contadas”.

Gracias a la ciencia aeroespacial, hoy también podemos "visualizar" una perspectiva gloriosa (¡casi divina!) de la Creación. Y, al menos a un servidor, ¡qué bien le hace!

Puede que hoy tenga que volver a apretar los dientes de indignación ante un hecho puntual, pero a uno le da paz saberse amado por un Creador que nos ha hecho una casa tan maravillosa para que la habitemos y la disfrutemos y que, pese a nuestras muchas infidelidades y actos irresponsables como “mayordomos” de su Creación, sigue manteniendo una mirada de amor y de esperanza sobre la Tierra y para con sus criaturas.

¿No es maravilloso?

Autor: Jorge Fernández

[1] "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera". (Génesis 1:31)

© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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