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Sobriedad...

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guillemGUILLEM CORREA, 20/01/2012 | En 1986 escribí mi primer libro con un subtítulo que se explicaba por si mismo: Reto bíblico a la juventud evangélica. Aquellos eran años en que mi tarea se desarrollaba en el ámbito de la juventud y me pareció un acierto proponer a la gente joven un estilo de vida de acuerdo a la propuesta de Jesús.

Cuatro eran los retos que proponía y el primero de todos era el de la sobriedad.

¿Sobriedad en lugar de austeridad? Pues sí. Las palabras las podemos definir como a  cada uno parezca mejor pero, aparte del significado subjetivo que creemos que tienen, hay un consenso social sobre lo que verdaderamente quieren decir.

Por esta razón, austeridad se entiende como rigidez y sobriedad se entiende como moderación, como ponderación. Si queremos profundizar un poco más en esta definición veremos que la sobriedad nos lleva a prescindir de todo aquello que podemos considerar superfluo o innecesario.

Con aquel libro retaba a la gente joven de nuestro país a que vivieran su presente y su futuro desde la sobriedad del evangelio.

La mía era una propuesta arriesgada: proponer a la gente joven que, como parte de su estilo cristiano de vida, vivieran en sobriedad era ir contracorriente. La propuesta no pretendía, precisamente, favorecer la tendencia de la época que cantaba aquello de “droga, sexo y rock and roll” -lo creyeran de todo corazón o fueran sólo palabras en sus labios-.

Unos cuantos años más tarde me pregunto si no hemos de recuperar aquellas viejas palabras cuando hablábamos entre nosotros de sobriedad y nos escuchábamos unos a otros cuando lo hacíamos.

El capítulo del libro que trataba sobre la sobriedad acababa de esta manera: “Aplica la sobriedad del Evangelio en tu trabajo, haciendo las cosas, sencillamente, bien hechas. Sé responsable de tus deberes. Vive en la verdad. Sé genuino”.

Me pregunto si son palabras pasadas de moda.

Autor: Guillem Correa Caballé

© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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