EN PERSPECTIVA

Sin que nos presionen

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quero125(JUAN MANUEL QUERO, 26/10/2011) Según el diccionario de la RAE, voluntario se define como: «Persona que, entre varias obligadas por turno o designación a ejecutar algún trabajo o servicio, se presta a hacerlo por propia voluntad, sin esperar a que le toque su vez».

Este concepto nos da una orientación bastante adecuada para entender lo que significa el trabajo de mujeres y hombres que en el ámbito del ofrecimiento generoso del evangélico, han trabajado o están trabajando dentro de un gran voluntariado que desde hace siglos sirve en España.

Pero el mejor concepto de «voluntariado evangélico» es el que nos presenta la Biblia, manual de acción social que da un significado profundo y amplio, aportando principios generales para cualquier tipo de servicio dirigido al prójimo. Lo podemos ver en uno de los pasajes más conocidos del Nuevo Testamento como es la parábola del Buen Samaritano. El amor al prójimo se ilustra como servicio desinteresado al necesitado. No por imposición aunque esta sea religiosa, sino por voluntad propia, libre y deseosa, que es motivada por el mismo amor de Dios (Lucas 10:30-37).

Si acercamos la lupa a cualquiera de las áreas de trabajo evangélico podemos encontrar voluntarios con una vocación de servicio especial. En este caso pienso en el trabajo realizado en España por voluntarios del protestantismo. En todos ellos vemos claramente estos principios bíblicos.

El ínclito Jorge Borrow, todo un personaje que destaca por su inteligencia e investigación lingüística, se relaciona con la alta esfera de la sociedad, pero esto no obstaría para que estuviera con la gente necesitada como era el sector gitano de nuestro país, al que se dedicó viviendo con él. Su identificación era tan natural y sencilla con el pueblo español, que era conocido como Don Jorgito el Inglés. Hizo una labor magnífica aportando vías culturales de integración al pueblo gitano, al final de la primera mitad del siglo XIX. Pero otros como él darían pasos similares, como fue el caso de Willian Rule, quien levantó la primera escuela evangélica en suelo español, antes que Borrow llegara a España. Ellos no eran especuladores de la necesidad, sino que se involucraban viviendo con los necesitados las carencias existentes.

Este sería el reto de otros voluntarios que de forma abnegada se entregarían por que aquellos más depauperados pudiesen tener lo que ellos disfrutaban, y en ello invertirían sus vidas, e incluso la de su propia familia.

La predicación del evangelio en España no sería simplemente la verbalización de un mensaje, sino la acción social de gente voluntaria que con principios bíblicos, por una identificación con el prójimo, el necesitado, y un amor a los demás, de forma generosa daría lo mejor que tenían en esta ayuda, haciendo presente el mensaje renovador de Dios mismo.

Intentemos no olvidar nunca estos principios, pues el servicio a Dios, y al prójimo, tiene que ser algo de corazón, de una vida que ha interiorizado el amor y el poder de Dios.

Autor: Juan Manuel Quero

© 2011. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD

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