SIN ÁNIMO DE OFENDER
Los 144.000 de España...
Entre esos misterios revelados está el de “los
No es nuestro propósito dilucidar una cuestión tan importante en estas modestas líneas.
La referencia viene a cuento de una reflexión algo más superficial (frívola, si se quiere) que una noticia conocida esta semana sugería al autor de esta columna, al conocer que el número de millonarios en España ronda, según los últimos datos, los 144.000 (144.600, según el estudio sobre Riqueza en el Mundo, 2013).
“¡Estos sí que se han salvado de la Gran Tribulación económica que castiga a nuestro país!”- el pensamiento fue espontáneo e inevitable.
Y “¡tiene su lógica!”, fue la reflexión consecuente. Es la lógica del “sálvese quien pueda” en la que España está inmersa desde 2008, cuando estalló la crisis.
NAUFRAGIO ECONÓMICO. "¡TODOS A LOS BOTES...!"
¡Todos a los botes salvavidas! Solo que, aquí los primeros que se suben a los botes son el capitán, la tripulación y la orquesta..." |
Y cada cual “se salva” como puede... Los jóvenes, ayer emancipados, volviendo hoy a casa de sus padres (“con la frente marchita”, como dice el tango); los inmigrantes, retornando a sus países de origen en busca de trabajo; los licenciados sin empleo, emigrando en busca de las oportunidades que aquí se les niegan; los investigadores, protagonizando una sangrante fuga de “cerebros”, que son recibidos y premiados por sus logros y descubrimientos en otros países....
Otros –más poderosos- se salvan deslocalizando sus empresas hacia “mercados emergentes”; estableciendo sus casas matrices donde el fisco les mime más que en España y les garanticen la “seguridad jurídica” necesaria para ampliar sus beneficios (si es posible a corto plazo); o... instrumentando una fuga masiva de capitales (amasados a manos llenas durante el boom inmobiliario) a “paraísos fiscales”, mediante la red diabólica de complicidades que la facilitan...
En el hundimiento del “Titanic de la economía española” (el “ladrillo”), unos pocos acaparan los botes salvavidas... Solo que, a diferencia de lo ocurrido en aquella tragedia histórica en altamar, aquí los primeros que se suben a los botes son el capitán, la tripulación y la orquesta (que sigue tocando, otra música, pero con la misma letra de siempre...), dejando a su suerte a mujeres, niños, ancianos y, en definitiva, a los más débiles de la pirámide social...
LA PIRÁMIDE REDIBUJADA...
La pirámide de la distribución de la riqueza en el mundo (2012), demuestra que el 0,6% de la población tiene el 39,3% de la riqueza del mundo |
¡Quién iba a decirlo! Hubiera sido necesaria una revelación apocalíptica similar a la que tuvo el apóstol Juan para predecir que, aquella España de finales del siglo XX y principios del XXI, que se jactaba de “tener pocos ricos en la lista de Forbes” porque la pirámide socioeconómica era aquí más plana que en otros países de su entorno, con una clase media amplia y desarrollada, y una imagen de modernidad y cohesión social paradigmática.
Sólo una revelación apocalíptica podría haber vaticinado que, tan solo cinco años de crisis (menos que los siete años bíblicos de “vacas flacas”), bastarían para el derrumbe del andamiaje económico, social e institucional en el que se sostenía esa pirámide, que hoy se ve desdibujada por la transferencia de la riqueza de todos, a las manos de unos pocos... ¡en un descarado despojo!
Y en la cúspide, cada vez más puntiaguda de esa pirámide, los 144.000..., que pronto serán unos cuantos más, ya que la tendencia es ascendente (5,4% más en el último año).
TAN POBRES SON...
Pero hay una gran diferencia entre “estos” 144.000 y los citados por Juan: éstos no “son sin mancha delante del trono de Dios”. [2] Podrán, por tanto, comprar bolsos de Vuitton por 5.000 euros, casas de tres o cuatro millones, o conducir Ferraris de seiscientos mil euros, pero nunca podrán comprar una pequeña parcela, de tan siquiera un metro cuadrado, en el reino de Dios...
¡Tan pobres son!
Tan pobres que, solo tienen una forma de prosperar espiritualmente, si siguen el consejo del apóstol San Pablo:
“Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna...” (1 Tim. 6:18-19)
Autor: Jorge Fernández
© 2013. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
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