SIN ÁNIMO DE OFENDER
“Evangelistas”
No podemos disimular la molestia que nos causa la falta de sensibilidad hacia este error “de bulto” que, vez tras vez, se emplea en los medios de comunicación españoles al referirse a las iglesias herederas de la Reforma.
“Lo sentimos mucho; no volverá a ocurrir”, es la disculpa que solemos recibir cuando llamamos a la redacción y nos pasan con el becario de turno, al que le han mandado a hacer una nota sobre un tema que le es del todo desconocido.
Y es entonces cuando a uno le asalta una doble pena. Pena, por el pobre y joven becario, que se deshace en disculpas temeroso de haber cometido un "pecado capital" que ponga fin prematuramente a su incipiente carrera... Pena por nosotros, los evangélicos españoles, que seguimos siendo los grandes postergados en esta España ignaciana, donde el espíritu de la Contrarreforma ha dejado una huella tan profunda, como invisible para el común de los mortales.
¿UNA BATALLA PERDIDA?
Debo confesar que, alguna vez, he llegado a la conclusión de que este asunto es una batalla perdida (esta es una confidencia, querido lector, que espero sepas guardar con discreción, para que “ellos” no se enteren, ¡porque nos seguiremos quejando!). El analfabetismo religioso en nuestro país está teñido de prejuicios subyacentes, atávicos, invisibles al inconsciente colectivo, que afloran en esos y otros detalles para recordarnos que, los evangélicos –por mucho que nuestras raíces se hundan en el principio de los tiempos de este país, y que la Biblia castellana más leída en el mundo sea la versión del monje jerónimo, convertido al Protestantismo hace 500 años, Casiodoro de Reina-, somos seres extraños... -heterodoxos, que diría Menéndez Pelayo-, o simplemente extranjeros.
De allí que, el término “evangelista”, mal aplicado a nuestras iglesias (¿por qué nadie llama “catolicistas”, por ejemplo, a los creyentes católicos?), nos resulte despectivo y por lo tanto, nos duela.
Sin embargo, visto en perspectiva –y para tranquilidad de los pobres becarios- el “pecado capital” quizás no sea para tanto... Después de todo, los cristianos evangélicos somos exhortados a “hacer obra de evangelista” [1], tengamos o no reconocido dicho ministerio, u oficio, o carisma del Espíritu Santo (el Verdadero “
CRISTIANOS, PROTESTANTES... EVANGELISTAS.
Pensaba en esto al recordar que, no fueron los primeros discípulos de Jesucristo quienes se autodenominaron “cristianos” sino que, al parecer, fueron las gentes (¿los becarios de la época?) quienes lo emplearon para distinguirles del movimiento –mayoritariamente integrado por judíos- que hasta entonces se mantenía como una corriente (“secta”) interna del judaísmo. [2]
Algo parecido sucede con el término “protestantes”, que originalmente tenía una connotación peyorativa y fue aplicada en su día a los príncipes alemanes que protestaron ante Carlos V en Espira contra su edicto imperial que abolía la tolerancia religiosa.
Hoy, los evangélicos europeos asumimos mayoritariamente como propio -y con cierto orgullo histórico- el término “protestantes”. Y lo usamos de manera indistinta al de “evangélicos”, aunque no sucede lo mismo en Latinoamérica, donde el apelativo ha sido empleado históricamente por los intolerantes de forma despectiva (a menudo precedido del adjetivo “herejes”, es decir, “herejes protestantes”) y aún suscita sensibilidades parecidas a las que aquí nos referimos respecto al término “evangelistas”.
Ayer “Cristianos”..., luego “Protestantes”..., ¿ahora “
Personalmente, a uno no le importaría que fuera así, habida cuenta del gran impulso que necesita la evangelización en nuestro país... No nos importaría pasar a la historia como “evangelistas” si fuera por una seña distintiva que lo justificara... por haber puesto en marcha un movimiento evangelizador relevante y trascendente, que lleve la buenas noticias del evangelio a toda una generación de españoles, en cada rincón de España...
No nos importaría, no... (Aunque, querido lector, guarda esta confidencia, para que no lo sepan “ellos”... ¡los becarios!).
Autor: Jorge Fernández
© 2013. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
Otros Artículos de Jorge Fernández |
---|