SOCIOLO-AL-DÍA

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(JONATÁN POZO, 30/11/2012) Estados Unidos, España y Cataluña en este momento tienen en común que se encuentran en un proceso de definición de nuevas fronteras. Las fronteras tradicionalmente han sido consideradas como un referente tanto espacial como símbolo. A lo largo de la historia la construcción y destrucción de fronteras ha venido ligada a la construcción y destrucción de identidades. Muchas fronteras han sido creadas por la guerra, y muchas guerras han sido originadas por las fronteras.

Estas últimas semanas, al hilo de las elecciones norteamericanas y catalanas, he estado pensando en un tema que levanta ampollas en ambos lados del océano. Hubiera querido compartir esta reflexión contigo hace tiempo, pero me di cuenta de que no era prudente hacerlo antes de las dos citas electorales. Fundamentalmente porque no estoy pensando en clave política, y no quería que esta reflexión pudiera ser etiquetada como tal. No sé si fue lo primero, pero lo que sí sé, es que una de las cosas más importantes que aprendí en la universidad fue a estar por encima de la política; máxime si estudias en una facultad de Sociología y Ciencias Políticas, claro. De los libros, los profesores, y los compañeros, pronto aprendí que el problema no estaba en los sistemas políticos, sino en el corazón del hombre.

Ya se han celebrado las elecciones, las dos, y sigo preocupado por el tema de las nuevas fronteras que unos y otros quieren levantar. Y no me refiero ni al control migratorio, ni a la autodeterminación. Sino al modelo de sociedad que quedará tras la crisis, de la que hoy todavía no vemos el final, por mucho que queramos intuirlo.

Una de las secuelas de esta etapa que nos toca vivir, es la nueva configuración de la sociedad a la que nos abocamos. La desigualdad social va a marcar la historia económica, política y social de los próximos decenios y, de seguir así, dará lugar a la ruptura de los lazos entre el individuo y la sociedad. La desigualdad económica generará otros tipos de desigualdades: jurídica, educativa, religiosa, de posición social, de origen étnico… Nada nuevo debajo del sol, desde luego. ¿Cuántos años llegaremos a retroceder?

¿Y si en lugar de pensar en levantar nuevas fronteras, pensáramos en derribar la desigualdad, a la que el modelo de crecimiento económico pasado y la presente crisis nos están llevando? ¿Y si en lugar de centrarnos en remozar los modelo de gobierno de la economía y de la sociedad, procuráramos ejercitar las virtudes y los valores? ¿Y si en lugar de complicarlo todo tanto, volviéramos a los Diez Mandamientos y viviéramos los principios del Sermón del Monte? ¡Qué diferente sería todo!

“Si le dan trabajo a una persona pobre, al terminar el día páguenle lo que sea justo. La gente pobre, sea israelita o extranjera, trabaja para poder comer, así que necesita ese dinero. Sigan estas instrucciones, pues si no lo hacen, esa gente se quejará ante Dios, y él los castigará a ustedes.” Deuteronomio 24:14-15.

¿En qué lado de la frontera vas a quedar después de que pase esta dura crisis? ¿Dónde estabas antes y dónde estás ahora? ¿Cuáles son tus valores y qué orden de prioridad tienen en este momento? ¿Cuáles son tus incertidumbres y cuáles son tus certezas? ¿Tienen sentido estas preguntas para ti?

Siento que tengo una responsabilidad como esposo y como padre, pero también como ciudadano, aunque no tengo muy claro cómo salir adelante. En el plano teórico sí, pero en el momento en que el me bajo de la cama y pongo los pies dentro de las zapatillas siento vértigo. Creo que todo esto es normal pues estamos transitando un abismo… Pero la buena noticia es que no estoy solo. Mi identidad me ha sido dada por Dios mismo, quien me ha dado una nueva “nacionalidad” y un destino. Lo que me permite vivir con esperanza y propósito.

Si estás interesado en el tema de la desigualdad y la exclusión, te animo a leer el VI Informe FOESSA 2011, seguro que no te dejará indiferente.

Autor: Jonatán Pozo

© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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