SIN ÁNIMO DE OFENDER
Que parezca un accidente...
Imagen del tren accidentado ayer, en Buenos Aires
(JORGE FERNÁNDEZ/ Madrid, 23/02/2012) Según informa el diario argentino Clarín, el director de la empresa TBA (Transportes de Buenos Aires), Roque Cirigliano, ha declarado que el servicio del ferrocarril Sarmiento –protagonista del fatal suceso acontecido ayer, que ha causado hasta el momento 50 víctimas mortales y 703 heridos- ofrece un servicio “aceptable” y analizan un “posible error humano” como causa del mismo.
¡Error humano! Cualquier ciudadano europeo que haya viajado alguna vez en esos trenes, consideraría el poder llegar sano y salvo a destino en semejantes carromatos ¡toda una demostración de pericia humana!
¡Se de lo que hablo! Y de allí la indignación que me producen semejantes declaraciones.
| "Vagones sin cristales en muchas ventanillas ... puertas que no se cierran y permanecen abiertas durante la circulación ... sacudones, saltos y vaivenes permanentes (¡al borde del descarrilamiento!), por el mal estado de las vías y de los amortiguadores de los coches" |
De eso han pasado 17 años... Menem ya hace mucho que no está. Y ha transcurrido tiempo más que suficiente para considerar a la empresa privada adjudicataria del servicio, responsable directa y primera del estado actual del mismo. Y tiempo más que suficiente, también, para que las autoridades pertinentes –Gobierno provincial, Gobierno de
Me solidarizo con una señora de mediana edad, presente en el lugar de los hechos, que mirando ayer a una de las cámaras de TV denunciaba indignada: “¡Así viajamos todos los días!”. “Lo sabemos”, pensé.
Hace apenas unas semanas, durante una visita que hice a Argentina con mi familia, pudimos comprobarlo de primera mano. Vagones sin cristales en muchas ventanillas (¡menos mal que era verano y no llovía!); puertas que no se cierran y permanecen abiertas durante la circulación (con el riesgo que ello supone para la seguridad de los pasajeros); y sacudones, saltos y vaivenes permanentes (¡al borde del descarrilamiento!), por el mal estado de las vías y de los amortiguadores de los coches.
Una "montaña rusa interurbana"
Para mis hijos, los dos o tres viajes que hicimos esos días en “el Sarmiento” no supusieron más que una anécdota divertida (¡a Dios gracias!). Como quien se monta en una atracción de feria... en una suerte de "montaña rusa interurbana". Pero yo no paraba de preguntarme cómo podía ser que siguieran circulando esos trenes en condiciones tan lamentables (¡y peligrosas!), que mostraban signos de no haber tenido apenas mantenimiento desde cuando yo hacía uso de ellos, ¡hacía 30 años atrás! (Ahora me entero de que algunos de esos trenes ya tienen 40 ó 50 años de recorrido).
Mi angustia fue mayor cuando, conversando del tema con un familiar argentino que ha vivido varios años en la India, me aseguraba: “¡En la India los trenes funcionan mucho mejor y son más puntuales!”. Mi consuelo ante esa contundente aseveración fue pensar, “¡Al menos aquí no se producen accidentes tan graves como allá!” (sic).
Sin palabras...
Por eso, que hoy ese señor de apellido italiano (que a mí me suena como a “Corleone”), diga que “el servicio es aceptable” y que la empresa que dirige analiza “un posible error humano”, me resulta simplemente indignante.
"¡Que todo parezca un fatal accidente!", de eso se trata. Como en las películas de mafiosos, cuando el matón a sueldo coloca un secador de pelo en la bañera, junto al cuerpo de su víctima, para que parezca que se electrocutó accidentalmente...
Lo que ocurre es que, en este caso, no hace falta ser un “Sherlock Holmes” para darse cuenta de que, al menos moral y subsidiariamente (con independencia de lo que diga
Porque fue "el mayordomo" quien puso el “arma homicida” -un peligroso tren de 50 años de antigüedad en pésimo estado, y con exceso de pasajeros- en manos del maquinista; un trabajador que cada día, y varias veces al día, pone en peligro su propia vida a los mandos de una antigualla insegura para, en pago, poder llevar un bocado de pan a los suyos.
¡No nos confundamos ni le hagamos el juego a los responsables últimos de esta tragedia que, como siempre, buscan escurrir el bulto y convertir sus errores en un "problema entre trabajadores"! O, en "una mera fatalidad".
No, ¡esto no fue un accidente! Y ruego a Dios... Ruego, por supuesto, por la recuperación de los heridos y por la consolación de los que han perdido familiares y seres queridos... Pero ruego también a Dios para que, este doloroso "martirio" en el altar de la injusticia social, no sea en vano... Que igual que lo hemos hecho en otras situaciones, los argentinos sepamos decir "¡Nunca más!".
Autor: Jorge Fernández
© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
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