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GUILLEM CORREA, 17/02/2012 | Los últimos días,  los medios se han llenado con la vida y los éxitos musicales y artísticos de Whitney Houston. Verdaderamente es fantástico escuchar y ver a esta cantante interpretando alguna de las piezas que la catapultó al éxito mundial.

Su repentina muerte llevará a muchas especulaciones. Está muy lejos de mí entrar en esta dinámica. Lo que yo quiero subrayar es lo que he podido constatar: incluso una parte muy mayoritaria de los medios de comunicación admiten que el éxito y la fama no cubren nuestra necesidad de encontrar sentido a la vida ni nos dan fuerzas suficientes para encarar las presiones a las que estamos sometidos. Y articulan y argumentan esta afirmación ilustrándola con la vida de muchos y reconocidos famosos.

Esta constatación es un acto de valentía y dice mucho a favor de los medios que se han atrevido a difundir este mensaje.

Por otra parte, para los cristianos, esta constatación nos reafirma en lo que ya hemos aprendido: que la vida tiene su sentido en Cristo y que el propósito de la vida se halla cuando tenemos un encuentro personal con Jesús.

El éxito, la fama que conlleva, sea mucha o sea poca, y las demás derivadas de la vida, nos ayudan o nos dificultan el día a día de nuestros pasos, según sea el momento de cada uno.

La conclusión a la que finalmente llegan los medios de comunicación mencionados, por lo que he podido ver, escuchar y leer, es que el éxito y la fama por sí mismos no llenan el vacío existencial que todos llevamos dentro.

Forman parte de la vida pero nunca dan sentido a la vida.

Una buena conclusión para unos ámbitos que para mucha gente sólo son superficialidad.

Autor: Guillem Correa Caballé

© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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