CUADERNO DE CAMPO
Nueces y ruidos de la JMJ
(EMMANUEL BUCH, 19/08/2011) Bueno, pues a mí me gustan las Jornadas Mundiales de
Ni siquiera soy ecumenista porque mis prioridades ministeriales van en otra dirección. Pero no soy anti-católico y menos aún considero enemigos o adversarios a los creyentes católicos; de hecho, conozco a algunos que son para mí un ejemplo de carácter cristiano cuyas vidas giran alrededor de la gracia de Cristo. En cualquier caso, después de oír y leer tantas críticas a
Unos critican los recursos públicos que se han invertido en estos actos e incluso los gastos que originan en seguridad pública o limpieza. Pero olvidan que también se dedican anualmente recursos públicos para las actividades alrededor del Orgullo Gay y con ese motivo se cortan calles y avenidas de nuestra ciudad. Pocos han dedicado escritos a esas manifestaciones que, en mi opinión, son una apología de la promiscuidad más zafia; así lo veo yo aunque resulte políticamente incorrecto. Por lo demás, algunos de lo que se rasgan las vestiduras por las subvenciones y ayudas a
Otros lamentan que el dinero gastado por los participantes de
Para mí, la cuestión de fondo de las protestas no es la financiación pública sino otra bien distinta que se ilustra con las declaraciones de un “progresista laico” a quien pude escuchar tras su manifestación contra
La iglesia católica tiene buena parte de responsabilidad histórica en ese sentimiento que ha alimentado su (lamentable) testimonio en décadas pasadas pero, en mi opinión, las raíces van más allá. Puede parecer un exceso espiritualista pero estoy convencido que vivimos una confrontación directa entre la luz y las tinieblas, el Reino de Dios y el reino del Adversario, la verdad de Dios y la mentira rebelde del ser humano. Cada vez se hace más patente entre nosotros esa tensión, cada vez es mayor la resistencia al Evangelio en cualquiera de sus expresiones, aún la más imperfecta, más allá de invocaciones huecas a la tolerancia o al respeto a la diversidad.
Creo que si ignoramos ese componente espiritual no podremos hacer un diagnóstico completo de la realidad. Y aunque sólo soy pastor de una iglesia local me atrevo a sugerir modestamente que nuestra aportación a la sociedad española como evangélicos no pasa por enzarzarnos en debates menores o en polémicas con otras confesiones cristianas; dejemos que Dios en su misericordia trate con cada persona que le invoca de corazón e ilumine su vida con Su verdad. Nuestra tarea central, me parece, tendría que seguir siendo buscarle nosotros a Él de tal manera que podamos no sólo creer con precisión teológica sino experimentar en plenitud el carácter del nuevo hombre en Jesucristo por el poder del Espíritu Santo, alentar comunidades “de contraste” en las que se refleje con nitidez el aroma propio del Reino de Dios. En definitiva, proclamar experimentándolo el poder del Evangelio de la cruz para salvación, para restauración y para transformación de todos y de todo. Quizás sea por pereza pero a mí todo lo demás me parece que sólo es ruido.
Autor: Emmanuel Buch Camí
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