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APRENDER A DESAPRENDER / por JUAN MANUEL QUERO

«Dios tiene hijos, no nietos»: El bautismo una decisión personal

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"La fe y la salvación es individual y el bautismo con el que uno expresa su fe, según el mandato bíblico, no es para cumplir una tradición, sino para dar testimonio de la decisión de seguir a Cristo."

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(JUAN MANUEL QUERO, 31/07/2025) | El problema es que se habla de la intelectualidad de la religión cristiana, como realidad histórica, o como una gran tradición, pero la fe personal que conlleva la conversión de cada uno es algo muy diferente.

Es así que en España, por ejemplo, se considera que son evangélicos un 2% de creyentes, después de experimentar en unos 10 años un crecimiento importante, ya que la estadística estaba en el 0,2%. Pero, hablando con rigor, esto tampoco es exactamente así. Aquí se plasma la gran diferencia entre identificarse con una religión o ser religioso, y vivir en Cristo como hijo de Dios, algo que es consecuencia de una decisión personal.

Una vez más, se hace necesaria una reflexión seria sobre lo que significa ser cristiano, y en este caso, cristiano evangélico. En España al igual que en muchos otros países, hay un tipo de sincretismo entre lo cultural y lo religioso, sobre todo y de forma especial en el ámbito católico, copto u ortodoxo, si hablamos de cristianismo; pero evidentemente también en otras religiones.

Son muchos los «creyentes» que se consideran no practicantes y que se asocian más a una cultura, constituyendo las mayorías de dichos países según su realidad cultural e histórica.  Tanto es así, que hay multitud de expresiones acuñadas en esta realidad. Como cuando se pregunta «¿cuál es tu nombre de pila?». Esto, evidentemente, hace referencia al bautismo, con el que se constata el nombre del que se bautiza de niño.

Esto nos lleva a otra realidad, que apunta a que los hijos suelen tener la religión de sus padres como algo que prácticamente se hereda. Pero, es conocido el dicho entre los evangélicos, de que «Dios tiene hijos y no nietos». La fe y la salvación es individual y el bautismo con el que uno expresa su fe, según el mandato bíblico, no es para cumplir una tradición, sino para dar testimonio de la decisión de seguir a Cristo.

Además de lo anterior, los evangélicos entienden que el bautismo no es lo que hace a una persona cristiana o, dicho de otra forma, que el bautismo no salva ni imparte una gracia que haga diferente a quien lo practica, por el acto «per se». Efectivamente, los evangélicos entienden que el sacrificio de Cristo es suficiente para la salvación y que no se necesita añadir ritos o sacramentos para conseguir ser salvos o cristianos. No obstante, pueden existir algunas variantes, tanto en la forma como en algunas enseñanzas, en el caso de las conocidas como iglesias protestantes históricas o de confesión anglicana, entre otras.

Es interesante el ejemplo que sobre esto encontramos en la Biblia, de un hombre religioso que era etíope. Era un «prosélito de la puerta». Esto era una persona extranjera en Israel a la que no se le pedía estar circuncidado, ni cumplir con la Torá, sino con algunos preceptos solamente. Era eunuco, es decir, que estaba incapacitado para tener relaciones sexuales, algo obligatorio para trabajar en palacio junto a la reina de Candace en Etiopía, donde desempeñaba el importante cargo de tesorero. Pero esto para los judíos implicaba también una impureza que le hacía no apto para la obra de Dios.

El etíope, del que no tenemos nombre, no se conformaba con ser un prosélito o simpatizante de los judíos, él buscaba a Dios de corazón y esto es lo que más contaba para Jesús: «Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos». (Marcos 7:36). Felipe, el evangelista, que fue a su encuentro guiado por el Espíritu Santo (Hechos 8:34-39), le ayudó a entender lo que leía en el libro de Isaías. Fue en el momento que creyó y que puso su fe en Jesús reconociendo que era el Hijo de Dios o el Mesías, que paró su carro para ser bautizado y testificar ante todos los que le acompañaban. Compartía así que él también había entregado su vida a Cristo. Nos dice la Escritura que el etíope descendió y subió del agua, y que siguió su camino gozoso.

Así es que los evangélicos enseñan, que es necesario parar el carro de esa vida cargada de religiosidad o de otros elementos que se heredan, para tomar una decisión personal de seguir a Cristo, teniendo así sentido el bautismo, obedeciendo al Maestro para servir a Dios y comenzar una vida consecuente. Como vemos en la Biblia, los evangélicos practican el bautismo con esta enseñanza, el bautismo no es para hacer creyentes, sino para creyentes que deciden seguir a Jesús.

El bautismo es un símbolo de esto. Cuando uno se bautiza está confesando que Cristo es su vida, y que ya no vive bajo el prisma de la muerte sino de la vida que solamente Jesús puede dar. Cuando el creyente se bautiza se sumerge en las aguas, simbolizando que ya ha muerto para el pecado, luego es sacado del agua indicando una nueva vida.

Es así que el bautismo, sin tener a Cristo como Señor y Salvador, no sirve para nada. El bautismo no ayuda a salvarse, la falta de bautismo no quiere decir que uno no sea creyente, pero el bautismo debe ser expresado por todo creyente. Porque el bautismo significa que los pecados están puestos en la Cruz, y que uno se identifica con la muerte de Jesús, y que como Cristo venció la muerte, uno ha de vivir en victoria.

Juan Manuel Quero« Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.» (Romanos 6:4). El bautismo verdadero no es de una iglesia determinada, sino el de Cristo, y éste es en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, pero Dios le ha dado autoridad a cada iglesia para bautizar.

Este bautismo trinitario, es destacado incluso en lo que se conoce como la gran comisión, que aparece en Mateo 28:18-20. Los evangélicos destacan también, en base a este y a otros textos bíblicos, la importancia de proclamar el evangelio a todas las naciones y hacer discípulos de Cristo, los cuales han de ser bautizados.

Autor: Juan Manuel Quero Moreno


© 2025. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estrictamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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