EL CAMINO EXCELENTE / por JORGE FERNÁNDEZ BASSO
Iglesias evangélicas: espacios seguros contra los abusos
“No basta con denunciar el pecado desde el púlpito; es imprescindible crear estructuras de prevención, formación y rendición de cuentas que protejan a las personas más vulnerables, refuercen la confianza y robustezcan el testimonio común del pueblo evangélico”.

Foto de Ben White en Unsplash
(JORGE FERNÁNDEZ, 28/07/2025)
“Defiendan al débil y al huérfano… líbrenlos de manos de los malvados.” —Salmo 82:3-4 (NVI)
En un tiempo en que la confianza pública en las instituciones se encuentra en entredicho, y en que los abusos —especialmente sexuales y espirituales— dentro de entornos religiosos conmocionan a la sociedad, el trabajo sistemático que desde hace muchos años viene realizando la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE) en materia de prevención, transparencia y buen gobierno, debe ser conocido, replicado y reforzado.
FEREDE no ha esperado a que estallen escándalos para actuar. Desde hace más de quince años ha adoptado un enfoque claro de “tolerancia cero” ante el abuso y la corrupción, articulado en medidas reales y sostenidas. A diferencia de otras estructuras, civiles y religiosas, donde el inmovilismo y el negacionismo han sido la norma, FEREDE ha trabajado con humildad, pero con firmeza, estableciendo estándares éticos y legales que pretenden colocar la protección de las personas —especialmente mujeres y menores— en el centro de la vida eclesial.
Su Plan de Prevención de Delitos, aprobado en 2019 por su Comisión Plenaria —Asamblea General—, no es un simple documento; es una hoja de ruta viva que ha permitido establecer protocolos contra el acoso y los abusos sexuales, controles económicos rigurosos, auditorías externas voluntarias, un canal ético para denuncias y un código ético vinculante. Pero más allá del papel, hay una voluntad activa concretada en acciones: más de una decena de cursos de formación a iglesias, asesoramiento directo, revisión constante de protocolos y un acompañamiento cercano a las entidades que desean caminar en integridad.
Frente a los recientes casos conocidos de abusos en iglesias concretas —que han causado indignación y dolor en la comunidad protestante—, FEREDE ha defendido no esconder la cabeza ni andarse con medias tintas. Al contrario, ha reafirmado su compromiso por ser parte de la solución. Prueba de ello es su impulso, junto a las principales entidades evangélicas que trabajan a favor de las mujeres en situación de vulnerabilidad, de un importantísimo Foro de Reflexión Interdenominacional que se celebrará en noviembre de 2025, centrado en cómo hacer de nuestras iglesias espacios seguros y libres de violencia contra la mujer y la infancia.
Las iglesias evangélicas que verdaderamente desean honrar el nombre de Cristo deben demostrar con hechos que para ellas la ética no es un accesorio, sino parte esencial del Evangelio que predican. No basta con denunciar el pecado desde el púlpito; es imprescindible crear estructuras de prevención, formación y rendición de cuentas que protejan a las personas más vulnerables, refuercen la confianza y robustezcan el testimonio común del pueblo evangélico.
En una sociedad que clama por referentes éticos coherentes, las iglesias tienen la oportunidad —y el deber— de ser sal y luz. El camino emprendido por FEREDE no está exento de desafíos, pero representa una dirección clara: la integridad como testimonio, la transparencia como valor y la protección de los más frágiles como prioridad innegociable.
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