POR DAVID CASADO CÁMARA, ESCRITOR

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“Supongo que habrá quienes se identifiquen inmediatamente con una u otra, pero supongo también que habrá quienes estén atónitos viendo cómo en nombre de Dios se puede sostener una cosa y su contraria”

Foto de Natilyn Hicks Photography en Unsplash

(David Casado, 12/02/2025) Comenzaré haciendo dos confesiones. Una, que he leído con retraso el discurso pronunciado por la obispo episcopaliana de la catedral de Washington, Edgar Budde, en el servicio religioso que cerraba los fastos de la toma de posesión de Trump. Otra, que antes de ayer me enteré del fichaje por éste de una enriquecida telepredicadora, Paula White, para dirigir la nueva Comisión de Libertad Religiosa, de la que también vi algunas declaraciones sobre el presidente.

Edgar Budde, pronunció un discurso bien construido, explicando a Trump, su gobierno y demás allegados qué es la unidad en la diversidad y enfatizando su necesidad para poder edificar sobre la roca y, sobre todo, respetar al diferente, porque este respeto es la quintaesencia del latir bíblico. Lo finalizó sirviéndose de las alusiones de Trump al Dios misericordioso que le salvó del atentado sufrido durante la campaña electoral, para rogarle que él usara de esa misma misericordia con los inmigrantes y otras minorías atemorizadas por sus declaraciones contra ellos.

De Paula White, telepredicadora pentecostal, adicta a la teología de la prosperidad, amiga y, según sus propias declaraciones, “puerto seguro” del Presidente, no conozco ningún discurso, pero sí algunos de sus alegatos.

Sus manifestaciones respecto a las políticas del presidente Trump nos muestran a dos siervas de Dios manteniendo opiniones enfrentadas entre sí, pues una le recrimina no estar obrando de acuerdo con la voluntad de Dios, mientras que la otra sostiene todo lo contrario. Supongo que habrá quienes se identifiquen inmediatamente con una u otra, pero supongo también que habrá quienes estén atónitos viendo cómo en nombre de Dios se puede sostener una cosa y su contraria.

No obstante, en contra lo que pudiera parecer, no se trata de algo nuevo. La Biblia registra un episodio del que el actual es clara reproducción. Si sustituimos el Templo de entonces por el templo cibernético actual, podremos ver claramente a Edgard Budde ejerciendo de Jeremías y a Paula White de Hananías (Jer 27-28), ya que la primera señala la diferencia entre las políticas de Trump y la palabra de Dios y la segunda, yendo aún más allá que Hananías, además de defenderlas, casi identifica al presidente actual de los USA con el propio Dios.

Tan llamativo como el hecho de que dos personas hablando en nombre del mismo Dios sostengan posiciones tan enfrentadas sobre un mismo hecho, es el desenlace. Pues Hananías, gracias a la virulencia del discurso, de su espectacularidad y de las promesas hechas, música celestial para los oídos de sus contemporáneos, debió conquistar la aquiescencia de los oyentes. Hasta el extremo de que el texto cierra el desenlace del primer round con un lapidario “Jeremías siguió su camino”; es decir, que Jeremías abandonó la escena, al igual que en otras ocasiones, abandonado e incomprendido por sus gentes.

David Casado Cámara es escritor protestante

Viendo el éxito que están cosechando actualmente aquellas políticas que dicen hacerse en nombre de Dios, pero que no se ajustan al latir bíblico, creo que los discrepantes seremos expulsados de la escena. No obstante, y a Dios gracias, el episodio no terminó con la expulsión de Jeremías. Siguió, y en la continuación, un Jeremías recompuesto, al igual que en otras tantas ocasiones, volvió a la carga contra Hananías. Y no sólo que volviera, es que los acontecimientos terminaron por reivindicar su posicionamiento y desacreditando el de Hananías. Dios quiera que no tengamos que penar tanto como penó el pueblo de Israel bajo el yugo babilonio para darnos cuenta que la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, nos dice que no hemos de crear enemigos que actúen de víctima propiciatoria de nuestras ambiciones expansionistas o de nuestras frustraciones políticas y religiosas.

Autor: David Casado Cámara / Edición: Actualidad Evangélica

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