DESDE EL MONTGÓ / por Jorge Pastor-Mut
"A ti, Dios mío, en Jesucristo, que estás, clamo desde mi alma para que estés en el dolor de tantos que han perdido a gente que amaban, a quienes odiaban, a gente buena y gente mala. Clamo para que estés con los que han perdido la obra de sus manos, y todo lo material que habían creado se ha esfumado en un suspiro."
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(JORGE J. PASTOR-MUT, 30/10/2024) “Pero yo cantaré tu poder, y exaltaré al alba tu misericordia, porque tú eres mi fortaleza, mi refugio en el tiempo de la angustia” Salmo 59:17
Dios mío, la magnitud de este desastre producido por la DANA me recuerda la vulnerabilidad de los seres humanos, cuando creemos que todo está bajo control.
No puedo decirte nada que no sepas. Conoces el sufrimiento de gente que ha sentido la angustia al ser arrollada por las aguas tempestuosas. Sabes de aquellos que han sido tragados por la avalancha y han muerto. No se te escapan las pérdidas materiales ni los tesoros que, aún lo más pobres han perdido.
Y muchos preguntan, ¿dónde está Dios? Y yo también me pregunto: ¿dónde está Dios, en mi vida, en mi sociedad, en mi entorno? ¿Dónde está Dios cuando las cosas van bien, cuando el viento nos empuja suavemente por la espalda, cuando los planes, negocios, ilusiones y proyectos, funcionan como habíamos planificado? Dios, estás en el mismo lugar de siempre. ¡Estás! Porque dijiste en el Sinaí: “Soy el que SOY”.
Dios, te sienta o no te sienta, ¡estás! Te perciba o no, ¡estás! Te reconozca o te desprecie, ¡estás! Te ame, te odie o te ignore, ¡estás! El que no está siempre soy yo, que me alejo y desvío por mis caminos torcidos. Me pierdo en mi ignorancia e inseguridad y proyecto contra ti mis debilidades, frustraciones y desamores.
Estás, aunque no te quiera ver ni reconocer tu presencia. Estás en el murmullo de las aguas tranquilas del arroyo, o en el tumulto de las olas bravas que invaden mi espacio. Estás en la tempestad que atravieso por con truenos y relámpagos, y estás en la sequía del desierto de mi alma, cuando nada sacia mi sed. Estás con tu rocío suave que, gota a gota, cae sobre mi ser, y estás como el dulce silbido del viento apacible.
A ti, Dios mío, en Jesucristo, que estás, clamo desde mi alma para que estés en el dolor de tantos que han perdido a gente que amaban, a quienes odiaban, a gente buena y gente mala. Clamo para que estés con los que han perdido la obra de sus manos, y todo lo material que habían creado se ha esfumado en un suspiro; para que estés presente por medio de la mirada de cariño de otros cercanos, en la mano solidaria de muchos desconocidos, el abrazo entrañable de algunos amigos.
Dios mío, que esta tragedia zarandee nuestras vidas; las de los que no creen en ti, las de los que no te creen a ti, y las de los que decimos que te amamos y miramos a otro lado. Jesús, inspíranos a todos, - de todos los signos y colores, de todas las ideologías y religiones, de todos los géneros- a transformar nuestro odio en amor, la enemistad en amistad, la codicia en generosidad, la guerra en paz, el miedo en esperanza, la extrañeza en familiaridad, la indiferencia en compasión.
Por favor, Señor, muestra tu carácter y date a conocer para que la fe sea más que palabras, y nuestras vidas reflejen tu verdad, incluso en nuestra ignorancia de ti. Ilumínanos para que dejemos las actividades egoístas y fruitivas de este mundo que hemos creado, apartándote de él. Y en la adversidad que atravesamos, que el recuerdo de tu sacrificio, la esperanza de tu Resurrección, el regalo de tu gracia, y el testimonio de tantos discípulos tuyos, sean reales entre nosotros, sanando nuestras heridas para ser un perfume agradable entre los que sufren. Amén.
Autor: Jorge J. Pastor-Mut. Dénia, 30 de octubre 2024. El autor es pastor evangélico bautista. (Ver biografía de Jorge J. Pastor-Mut)
Jorge J. Pastor-Mut
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