EL 24 DE ABRIL MÁS TRISTE DE LA HISTORIA
SE CUMPLEN
93 AÑOS DEL PRIMER GENOCIDIO DEL SIGLO XX Por Pablo R. Bedrossian
(*) (Honduras, 25/04/2008) Armenia es una nación milenaria. De acuerdo con el relato bíblico, el arca de Noé se posó en el Monte Ararat. Según Génesis 10:3, Jafet, uno de los tres hijos de Noé, tuvo un nieto llamado Togarma (Torkom para los armenios). Una tradición cuenta que un hijo de Togarma, Haik, se estableció en la planicie más alta del Ararat fundando el pueblo armenio. Sin embargo, historiadores como Herodoto sostienen que los armenios eran oriundos de Europa y habrían vivido en Asia Menor hasta asentarse finalmente en la tierra de Urartú (Ararat). De un modo u otro toda la antigüedad clásica menciona a Armenia como una nación altamente influyente, que sirvió campo de batalla para los imperios romano y persa entre los cuales se encontraba. Una tradición armenia acerca del Señor Jesús coincide con el relato que Eusebio de Cesarea, obispo e historiador cristiano de principios de siglo IV, detalla en su conocida obra Historia Eclesiástica. Es el pedido epistolar al Salvador de parte del Rey Abgaro, gobernante de un importante territorio armenio denominado Edesa, para que lo sanara de una grave enfermedad. Cuenta Eusebio que Jesús no respondió a su llamado entonces, pero juzgó que era digno de una carta particular en la que le prometía enviarle uno de sus discípulos para procurarle la curación de su dolencia juntamente con la salvación para él y todos los suyos. Poco después le cumplió la promesa Tomás, uno de los doce apóstoles, impulsado por Dios, envió a Edesa como heraldo y evangelista a Tadeo. Más adelante Eusebio dice Hay testimonio escrito disponible de todo esto en los archivos de Edesa De todos modos nada será tan exacto como escuchar las cartas que nosotros hemos sacado de los archivos y traducido y transcribe las cartas de Abgaro y la atribuida a Jesús. Es la única mención de un acto de Jesús que hace Eusebio fuera de los correspondientes al Nuevo Testamento.
Luego de conversiones, persecuciones
y martirios a lo largo de más de dos siglos, un hecho cambia
el curso de la historia religiosa del país. El rey Trdát
o Tiridates III es sanado en el nombre de Cristo por San Gregorio,
el Iluminador, y convierte en el 301 a Armenia en la primera
nación que adopta como religión de estado. A lo largo de los siglos siguientes,
con breves periodos de libertad e independencia, los armenios son
sometidos por ejércitos extranjeros. Los invasores comparten
filiación turca y la religión musulmana. Bajo el Imperio
Turco Otomano se masacran entre 1884 y 1886 unos 300,000 armenios,
muchos de ellos quemados en los templos en los cuales buscan refugio.
Estos asesinatos masivos fueron denunciados por la prensa mundial,
y las naciones más poderosas de la tierra expresaron su condena.
En 1909 los turcos asesinan 30,000 armenios en Adana y alrededores.
Las muertes continúan. Pero la medianoche del sábado
24 de abril de 1915 inaugura el período más triste de
esta historia. En Estambul (antes llamada Constantinopla) son detenidos
y posteriormente asesinados cientos de líderes armenios. Es
el comienzo de una deportación masiva que llevará a
la muerte de los modos más crueles a 1,500,000 de armenios.
Lo acaecido el 24 de abril de 1915 no fue la acción improvisada
de una turba sino la puesta en marcha de un plan minuciosamente planificado.
Pergeñado por los Jóvenes Turcos, un grupo
de oficiales progresistas que pocos años antes
terminaron con el sultanato otomano, este plan tenía como propósito
la aniquilación de una minoría considerada potencialmente
peligrosa. Agop es una excepción a la regla. Quedan muy pocos para llorar a tantos muertos. Una parte de Armenia queda sometida a Turquía, y la parte oriental que declara brevemente su independencia, termina en manos de los rusos que, paradójicamente, al someterla la salvan de su destrucción total. En 1991 con la caída de la Unión Soviética, Armenia, la pequeña Armenia del este, se vuelve una nación soberana. El Parlamento Europeo, el Parlamento del Mercosur y numerosas naciones, incluyendo la Argentina, Canadá, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Suecia, Suiza, Uruguay, Ciudad del Vaticano y Venezuela reconocen el genocidio padecido por los armenios. Sin embargo, en Turquía afirmar que el genocidio ocurrió es considerado insulto a la identidad nacional (delito de opinión). El valiente Premio Nobel turco, Orham Pamuk fue acusado ante los tribunales de su país por afirmar en un periódico suizo: 30,000 kurdos y un millón de armenios fueron asesinados y nadie se atreve a hablar de ello. En enero de 2007 el periodista armenio Hrant Dink, jefe de redacción del influyente diario Argos, voz de la comunidad armenia en Turquía, fue vilmente asesinado por un fanático nacionalista turco que posteriormente posó para la prensa mundial junto a sus captores. El negacionismo es impuesto por la ley y por la fuerza. El autor de bíblica Epístola
a los Hebreos hace mención de una gran nube de testigos que
nos precedieron en la fe. Entre ellos menciona héroes anónimos,
de los cuales dice fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba,
muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá
cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por
los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos
éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no
recibieron lo prometido. Dentro de ellos, sin duda, se encuentran
ese admirable millon y medio anónimo de armenios asesinados,
mártires a los cuales queremos, al recordar su historia, rendirles
respetuosamente nuestro más sentido homenaje. (*) El Dr. Pablo R. Bedrossian es nieto de un superviviente del genocidio armenio. Actualmente reside con su familia en San Pedro Sula (Honduras). Noticia relacionada:
Fuente: Noticias FEREDE | Guía Armenia
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