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OPINIÓN / REFLEXIONES DESDE EL ENCIERRO

CONFI(n)ADOS / Inmunidad e inmunidades...

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"La gran pregunta que muchos ciudadanos nos hacemos ahora es, ¿hasta cuándo vamos a tener que soportar esa 'nueva normalidad' y cuándo volveremos a la normalidad de toda la vida?"

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(JORGE FERNÁNDEZ, 20/05/2020) Iniciadas las fases del Plan de Transición hacia la nueva normalidad, la gran pregunta que muchos ciudadanos nos hacemos ahora es, ¿hasta cuándo vamos a tener que soportar esa “nueva normalidad” y cuándo volveremos a la normalidad de toda la vida?

Es decir, ¿cuándo podremos volver a poder trabajar, socializar y disfrutar de nuestras playas, piscinas, terrazas, bares, cines, museos, restaurantes e iglesias, sin esconder nuestro rostro detrás de una fea mascarilla quirúrgica ni tener que guardar una distancia de seguridad de las personas que amamos?

Y la respuesta a esa pregunta se resume en una sola palabra: inmunidad.

Eso significa -una vez rechazada la opción de la inmunidad social por contagio natural, ante un virus altamente contagioso, letal e impredecible-, conseguir la vacuna que convierta nuestro sistema inmunológico en un muro infranqueable para el coronavirus, que nos libere definitivamente del temor al contagio y, por consiguiente, haga innecesarias las extraordinarias y/o excéntricas medidas de seguridad a las que hoy nos vemos obligados.

Inmunidad… De eso depende hoy nuestra salud física, pero también nuestra salud económica y emocional. Por ello, la otrora búsqueda de la píldora de la felicidad, como panacea de todos los anhelos humanos, es hoy la búsqueda de la píldora de la inmunidad. La píldora… o la inyección, lo mismo da.

Y a ello está abocada de lleno la comunidad científica internacional, en una carrera contra reloj que, según las últimas noticias, empieza a dar algunos resultados esperanzadores, aunque los científicos a cargo de algunos de esos proyectos insisten en moderar nuestras expectativas y llamar a la paciencia.

En estos días hemos sabido de avances en laboratorios de China, el Reino Unido y, uno de los anuncios más esperanzadores hasta el momento nos llega desde Massachusetts, EEUU, donde este lunes la farmacéutica Moderna, afirmaba su éxito en pruebas de laboratorio con plasma de pacientes voluntarios, inmunizados previamente con una vacuna en fase de experimentación que, en los próximos meses, se probará directamente en humanos. Si todo va bien, explican los responsables del proyecto, esa vacuna podría estar disponible en los EEUU antes de fin de año y en el resto del mundo a principios de 2021.

De confirmarse esta noticia, nos permitiría sobrellevar los meses de la “nueva normalidad” con un horizonte mucho más esperanzador y aceptar las incomodidades y restricciones del presente con una perspectiva menos incierta. Con el ánimo renovado y la moral alta de quien ya puede ver “la luz al final del túnel”.

Sin embargo, noticias de última hora hacen caer hoy “nuestro gozo en un pozo”, como dice el dicho popular. Algunos expertos estadounidenses han criticado el anuncio de Moderna, una farmacéutica novel que aún no tiene una sola vacuna en el mercado y que sólo ha probado su ensayo clínico en 45 pacientes. Además, “Moderna no publica sobre su trabajo en revistas científicas. Lo que se sabe ha sido divulgado en notas de prensa. No es suficiente para generar confianza en la comunidad científica”, añaden.

Hay otro dato que nutre nuestro escepticismo al respecto: el espectacular disparo de las acciones de la farmacéutica en Wall Street -un 30%- tras producirse el anuncio.

Llama la atención, para los críticos, “el fulgurante recorrido en bolsa de la farmacéutica fundada en 2010 que actualmente vende cero productos y que este martes, pese a haber descendido, tiene un valor de mercado de 26.000 millones de dólares tras haberse revalorizado casi un 280% en los últimos tres meses, coincidiendo con el brote de la pandemia”.

En fin, mientras la ola de la esperanza sube y baja al rimo de estas noticias, la OMS, un organismo muy criticado en estos días por algunos de sus errores cometidos en el manejo de la pandemia, recoge y desmiente en su página web una larga lista de bulos, algunos de los cuales parecen tener un nombre y apellido en mente. Por ejemplo, la advertencia contra “inyectarse lejía para prevenir o curar el coronavirus” (sic), o “contra el uso preventivo de hidroxicloroquina, un fármaco que se ha demostrado ineficaz contra el COVID y que puede producir graves efectos secundarios”. A buenos entendedores, pocas palabras…

AQUELLAS INMUNIDADES…

Pensando en todo esto, nos viene a la mente el recuerdo de otras inmunidades muy comentadas tras la crisis financiera del 2008 que sacó a la luz la corrupción institucionalizada a nivel mundial. Conceptos como, inmunidad parlamentaria; inmunidad procesal; inmunidad financiera; inmunidad monárquica; etc.; se convirtieron en cotidianos y nos mostraron la cruda realidad de que la justicia humana no siempre es igual para todos y que las crisis, tampoco son iguales para todos.

Con esos precedentes, cabe pues preguntarse, sin la menor ironía: ¿la disponibilidad de la vacuna del COVID-19 será igual para todos? ¿O sólo estará al alcance de los ciudadanos y los estados que puedan pagar el precio y los dividendos impuestos por los espabilados y pudientes accionistas de las farmacéuticas? No nos parece una pregunta trivial. Ya veremos…

LA INMUNIDAD MÁS IMPORTANTE…

yo2Una reflexión final. Hace 2.000 años el Cielo se abrió y nos trajo la vacuna contra el mal que sentenciaba a la humanidad a la muerte eterna: el pecado. El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, crucificado por todos nosotros y resucitado al tercer día, es, el remedio que nos hace inmunes ante el poder mortal de la codicia, la mentira, el egoísmo, la injusticia, la insolidaridad, el individualismo, la avaricia, la arrogancia, la maldad… Toda esa colosal pandemia que infecta nuestros corazones, que nos mata y nos hace matar. El pecado es el gran virus espiritual, global, y sus síntomas son todas nuestras injusticias y desdichas, personales y colectivas.

Jesucristo es el remedio contra el pecado. Su efecto: vida eterna. Y lo mejor de todo: su oferta es gratuita y para todos.

© Jorge Fernández – Madrid, miércoles 20 de mayo de 2020.-

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© 2020. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estrictamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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