OPINIÓN / REFLEXIONES DESDE EL ENCIERRO
CONFI(n)ADOS / La "reconstrucción" y sus prioridades
"Que algo quede claro: no queremos reconstruir lo mismo que antes. Queremos otra política, otra economía, otra forma de vida, más justa, más sostenible, más humana. Queremos otras prioridades…"
Los diputados españoles eligieron esta mañana la Mesa para la Reconstrucción Social y Económica / Captura de pantalla
(JORGE FERNÁNDEZ, 07/05/2020) | El Congreso ha constituido hoy jueves la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica de España tras el Covid-19, un acto en el que se ha elegido a los miembros de la Mesa de este nuevo órgano y a su presidente, que será el socialista Patxi López.
Con su puesta en marcha, España se pondrá manos a la obra en la compleja y difícil tarea de valorar los daños y planificar la reconstrucción económica y social en nuestro país. La complejidad de la tarea es mayor que la reconstrucción tras la posguerra, o de la crisis del 2008, ya que se inicia en momentos cuando la guerra contra el COVID-19 sigue abierta y sin tregua, y aún se espera un escenario con nuevos brotes de contagios en muchos países del mundo. Es como empezar a reconstruir los edificios públicos y las casas destruidas en una guerra, en medio de los bombardeos incesantes del enemigo. Algo sin duda muy difícil.
Sin embargo, hay que intentarlo. Siguiendo la analogía bélica, en esta guerra, los hombres de ciencia y el personal sanitario combaten como una auténtica infantería en la primera línea de batalla -unos, en una carrera contra el tiempo por intentar dar con la vacuna definitiva y, otros, por socorrer a los heridos por este microscópico enemigo-. Mientras tanto, nuestros generales y comandantes en el Congreso, dejando a un lado sus diferencias e intereses partidistas, deben intentar reparar la vía de agua causada por el COVID-19 en el portaviones de nuestro sistema, antes de que se nos vaya a pique y el daño sea del todo irreparable.
Todos los países se han visto dañados por la parada total o parcial de la actividad productiva y comercial que se han visto obligados a realizar para frenar la propagación del virus. El FMI estima que el impacto del coronavirus en la economía mundial es peor que el sucedido en la crisis de 2008. El organismo calcula que por cada mes de confinamiento el PIB mundial cae 3 puntos.
En el caso de España, nuestro país sufrirá para recuperarse debido a su alta dependencia al turismo y al sector servicios, que son los últimos que se espera que recuperen la normalidad. Se prevé que nuestro país sufra este año la mayor caída del PIB desde la posguerra: entre un 3% y un 8%. Dicho en términos de dinero, entre 37.000 y 98.000 millones de euros, según las previsiones más optimistas o las más pesimistas, respectivamente.
La consecuencia social más grave de este derrumbe del PIB será la destrucción de la parte más frágil y precaria del tejido productivo y de cientos de miles de puestos de trabajo, con el tremendo impacto que esto supondrá para miles de familias en situación de vulnerabilidad.
Con todo, el reto de la reconstrucción económica, empresarial y laboral es solo una cara de la moneda ante los muchos desafíos que aguardan a nuestro país y que deberán abordar los integrantes de la Mesa para la Reconstrucción Económica y Social a partir de hoy. La otra cara es la humana… la del estado anímico, moral y espiritual de los españoles, aún heridos y no recuperados de la crisis del 2008 y sus consecuencias, con tantos recortes al estado de bienestar, a los derechos de los trabajadores, a las ayudas sociales… ése es sin duda el mayor reto de la reconstrucción, porque tiene que ver con la reconstrucción de la confianza en la política, en el Estado de derecho, en la democracia, en la justicia… en los valores que declaramos y decimos compartir.
RECONSTRUCCIÓN ÉTICA
Hace unos días, la canciller alemana, Angela Merkel, pedía en una reunión telemática con importantes líderes políticos y empresariales, que la reconstrucción fuera “una reconstrucción verde”, que introdujera políticas y estrategias económicas respetuosas con el medio ambiente.
Nos parece una propuesta oportuna, pero nos sugiere otra aún más urgente y fundamental: que sea una reconstrucción ética. No podemos olvidar que la crisis del 2008 fue la tormenta que, entre muchas cosas malas, sirvió también para derrumbar el sombrajo a miles de políticos y empresarios corruptos en todo el mundo, y particularmente en España. Y todos sabemos que la regeneración ética de la política y de la economía, es una tarea aún inacabada.
Necesitamos, además, un plan de reconstrucción que responda con urgencia al fatalismo y el escepticismo de miles de jóvenes, una generación que primeramente vio cómo tras esa crisis del 2008 se recortaban muchos de sus derechos y, con ellos, sus sueños, y hoy, con esta nueva crisis, al mirar hacia el futuro, no ven más que un horizonte lleno de sombras e incertidumbres.
Necesitamos, por lo tanto, que se atienda con la misma urgencia y, a la par que la reconstrucción económica y social, la reconstrucción moral y espiritual de nuestra sociedad.
RECONSTRUCCIÓN E HISTORIA
Por eso hoy, cuando desde muchos sectores de la política y de la sociedad civil se reclama un “Plan Marshall” como el que desde julio de 1948 y durante 4 años regó de dólares Europa para la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, hay que recordar que ese mismo año, en diciembre de 1948, Naciones Unidas proclamaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Éste no es un dato baladí. Los líderes mundiales de entonces, tras una guerra fraticida que había devastado ciudades enteras y causado más de 60 millones de muertos, entendieron bien que la reconstrucción material y económica debía hacerse en torno a grandes principios y valores éticos que fueran reconocidos universalmente. Y, pese a ser tan solo una declaración, sin carácter vinculante para los estados firmantes, se esperaba que poco a poco fuera permeando las constituciones y las leyes en todo el mundo.
En Europa, el carácter vinculante de estos valores universales y su introducción de forma transversal en toda la legislación, ha sido un proceso largo y gradual que ha llevado más de 60 años y que ha quedado plasmado finalmente en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que entró en vigor en el Tratado de Lisboa en 2009. Es un buen documento, que debería estar abierto, con sus 54 artículos a la vista, en la Mesa para la Reconstrucción Social y Económica constituida hoy en Madrid.
RECONSTRUCCIÓN Y BIBLIA
En la Biblia, un libro siempre actual… un espejo de la condición humana, encontramos una historia de la que podemos extraer muchas lecciones en este sentido. En el siglo VI antes de Cristo, un grupo de pioneros liderados por Zorobabel regresó a Jerusalén tras 70 años de cautiverio en Babilonia. Es interesante comprobar que lo primero que reconstruyeron fue el Templo, que era el corazón espiritual y moral de Israel. Con ello, podríamos decir que establecieron una prioridad ética que guiaría la reconstrucción material de los muros y de toda la ciudad unos años después, en tiempos de Nehemías.
En su Evangelio, Jesús también señaló la importancia de un buen cimiento espiritual en la vida personal, para estar en condiciones de resistir las tempestades (crisis) que tarde o temprano siempre llegan. Un principio que también puede aplicarse a la vida colectiva de los pueblos y, muy particularmente de la Iglesia, que también afronta sus propios desafíos de reconstrucción tras esta grave crisis.
RECONSTRUCCIÓN CON “PLOMADA”
Por otra parte, cuando pensamos en reconstrucción ética, no podemos pasar por alto al profeta Amós con su famosa plomada de albañil, poderosa metáfora de una herramienta ética imprescindible para hacer un buen diagnóstico social y respondernos a preguntas básicas como, por ejemplo, “¿por qué, cuando no acabamos de salir de una crisis, enseguida somos golpeados por otra de igual o mayor intensidad?”. “¿Pura fatalidad? ¿O será que hay cosas que no estamos haciendo bien?”
“… como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra” (Amós 5:19).
Las palabras de Amós describen de forma gráfica la fatídica suerte de una generación que, bien podría compararse a nuestro círculo vicioso, de crisis en crisis, cada cual peor.
Una plomada de albañil, vislumbró Amós, que ponía en evidencia cuánto se había torcido Israel de sus cimientos espirituales en su devenir histórico. De cómo unos líderes políticos, empresariales y religiosos, instalados en la soberbia y en la opulencia, habían abandonado la justicia, conculcado el derecho y oprimido a los más pobres:
“Ellos odian a quien pide un juicio justo
y detestan al que testifica con verdad.
… pisotean al indigente
exigiéndole el impuesto del grano,
… mientras habitan esas casas construidas
sirviéndose de piedras talladas,
… bebiendo el vino
de los selectos viñedos que plantaron.
Rebeldes por naturaleza y con innumerables pecados:
aplastan al inocente, aceptan sobornos,
atropellan al desvalido en el tribunal…”
(Amós 5:10-12)
(Aquí es cuando toca decir que, “cualquier parecido con nuestra realidad es pura coincidencia”).
RECONSTRUCCIÓN DIFERENTE
Termino con un llamamiento a nuestros representantes políticos.
Señores políticos: os deseamos todo el éxito y os reconocemos el derecho de pedirnos todo nuestro apoyo para la ardua tarea de reconstrucción económica y social que tenemos por delante. Pero, que algo quede claro: no queremos reconstruir lo mismo que antes. Queremos otra política, otra economía, otra forma de vida, más justa, más sostenible, más humana. Queremos otras prioridades…
Para ello, les rogamos pongan la ética, los derechos humanos y los valores universales que proclamamos y, que tan bien recoge la Carta Fundamental de Derechos Humanos de la UE, en el centro de su mesa de trabajo y en sus mesitas de noche.
Si así lo hacen, puede que esta crisis sea una oportunidad… la puerta a un tiempo nuevo, a muchos años de esperanza, prosperidad y paz para nuestros hijos y nietos.
Si no lo hacen… ustedes, y no el COVID-19, tendrán que dar cuenta de sus decisiones, ante Dios y ante la patria.
© Jorge Fernández – Madrid, jueves 7 de mayo de 2020.-
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Autor: Jorge Fernández
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