CONFI(n)ADOS / REFLEXIONES DESDE EL ENCIERRO
“Aún llevará tiempo…”
Un parque infantil clausurado por el confinamiento.
(JORGE FERNÁNDEZ, 22/04/2020) | Transitamos la sexta semana de estado de alarma, de confinamiento por la pandemia del COVID-19, y la paciencia empieza a agotarse.
La presión ciudadana, política, mediática, empresarial y financiera, se impone a la presión de la comunidad científica y médica que desearía mantener las medidas extraordinarias por más tiempo. “Cada semana que pasa aprendemos más sobre el virus y, a falta de vacuna, las pruebas con distintos fármacos abren caminos para la esperanza”, subrayan los facultativos. “Si fuéramos capaces de contener los contagios hasta el otoño, esta sería otra guerra”, dicen.
UNA GUERRA SIN TREGUA
En el fondo de este difícil escenario, unos números emergen como luces de neón. Son las cifras de los muertos en este mes por causa del coronavirus: más de 21.000 en España; casi 180.000 en el mundo. Es una guerra sin tregua. Y sin embargo, no podemos permanecer en la trinchera indefinidamente, y lo sabemos.
El confinamiento prolongado hace estragos en la economía y hay quienes señalan que el desempleo masivo y el crecimiento de la pobreza puede ser tanto o más letal que la pandemia. Los expertos, psicólogos y pediatras, alertan sobre los efectos en los niños de este encierro prolongado. Sociólogos y ONG señalan el especial peligro al que se exponen las mujeres que conviven con sus maltratadores. La tensión crece en la convivencia familiar y las relaciones pueden deteriorarse, sobre todo en los sectores más vulnerables de la sociedad que habitan viviendas poco espaciosas y sin las comodidades ni los servicios de que disponen otras familias.
Un estudio del Banco de España sugiere que la economía española perderá entre el 6 y el 13% de su PIB este año y que el desempleo se disparará… El sector turístico, estratégico para España, será uno de los más castigados por la crisis.
Ante este panorama, diferentes gobiernos del mundo y también el Gobierno de España, han anunciado una desescalada o desconfinamiento progresivo y prudente que comenzará, en el caso de España, a partir del 11 de mayo, aunque ya desde el 27 de abril los niños podrán salir a la calle en unas condiciones limitadas y acompañados por un adulto.
En el umbral de la temporada veraniega, nadie atina a imaginar cómo se podrá autorizar el retorno a las playas, a los restaurantes y a las salas de espectáculos. Las hipótesis que se barajan parecen a todas luces impracticables: acudir a las playas con mascarilla, respetando la distancia de seguridad de metro y medio, bañándose en las piscinas de los hoteles por turnos y comiendo en los restaurantes en mesas separadas por mamparas… Será un mes de Junio sin bodas ni comuniones; un mes Julio sin sanfermines, ni hogueras de San Juan ¿Se podrá ir al cine, a las salas de espectáculos, a conciertos…? ¿Se podrá viajar en autobús, en avión o, en coche particular más de 2 personas?
Preguntas que, de momento, no tienen respuesta clara. Aún así, el Gobierno mantiene su anuncio, con un ojo puesto en la curva macroeconómica, que se precipita cuesta abajo, y el otro en la curva epidemiológica, que desgraciadamente sigue creciendo, aunque más lentamente. ¡Ojalá ambas curvas invirtieran sus tendencias!
LAS PRISAS NO SON BUENAS
En España, mientras el Gobierno lucha con los números y contra el calendario, las malas noticias se suceden. Las mascarillas defectuosas proporcionadas a los hospitales estarían detrás de los contagios de muchos sanitarios. Los controles rápidos comprados a China no sirven y hay que devolverlos. Habrá que recurrir a los controles de anticuerpos, mucho más lentos y costosos. Se confirman, pues, aquellos dichos de la sabiduría popular: “Al final, lo barato sale caro”, y “las prisas nunca son buenas”.
A este paso, será difícil cumplir con los requisitos exigidos por la UE para flexibilizar las medidas de confinamiento, en el plazo previsto. Los días pasan, y la idea de iniciar el desconfinamiento el 11 de mayo, sin las mínimas garantías de control epidemiológico, se antoja un tanto temeraria. Es como salir de nuestras trincheras a campo abierto, sin conocer la posición del enemigo. Somos un blanco fácil para el COVID-19. El riesgo de una recaída, de que se dispare la cifra de contagios nuevamente, sigue allí…
PREPARARNOS PARA LA “POSGUERRA”
En paralelo, los responsables económicos mundiales y europeos hacen números, el Gobierno español también, con la mirada puesta en la “reconstrucción”. Un término apropiado, éste, habida cuenta de lo mucho destruido por este virus, que no se limita al terreno de lo económico. La reconstrucción requerirá una actuación profunda. Quizás, siguiendo el hilo de las expresiones bélicas utilizadas por los gobiernos en esta crisis, habría que calificar al período que tenemos por delante, de auténtica “posguerra”. Y en una posguerra, la reconstrucción suele ser larga, dolorosa y propiciar cambios profundos en el estilo de vida habitual de los pueblos que la padecen.
ESPERANZA CONTRA TODA DESESPERANZA
Frente a esta realidad difícil y adversa, el Evangelio tiene buenas noticias de esperanza y vida eterna en Jesucristo. Esperanza que es fuerza esencial para afrontar las más duras de las realidades presentes, con la mirada puesta en la gloria venidera. Así ha sido siempre a través de la historia, en muchas naciones y, también en el plano personal, en la experiencia del cristiano ante la enfermedad, la ruina económica, el sufrimiento…
Los creyentes en Cristo Jesús, que esperamos la consumación del reino de Dios en la Segunda Venida de Cristo, y creemos que morir y estar con Cristo es ganancia, podemos decir con Habacuc:
Aunque la visión tardará aún por un tiempo, más se apresura hacia el fin. Dios no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará. He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; más el justo por su fe vivirá. (Habacuc 2:3, 4)
Es esa fe, en el Dios soberano, la razón por la que vivimos y seguimos adelante con victoria, creyendo en esperanza contra esperanza, como hizo Abraham… plantando nuestro árbol aun sabiendo que el mundo se va a desintegrar mañana -como gustaba decir a Martin Luther King-. Es por ella que también podremos declarar que:
Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en el Señor,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
El Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar.
(Habacuc 3:17.19)
Es posible que la posguerra contra el coronavirus sea dolorosa y lleve mucho tiempo, pero con la ayuda de Dios tendremos fuerzas para afrontarla con victoria y, si mantenemos nuestra confianza en Él, alcanzaremos la gloria que está preparada para nosotros.
Aún tardará un tiempo pero, ¡espérala, porque se cumplirá!
Qué Dios nos bendiga.
Jorge Fernández – Madrid, 22 de abril de 2020.-
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Autor: Jorge Fernández
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