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CONFI(n)ADOS / REFLEXIONES DESDE EL ENCIERRO

"Consumado es..." (Un relato de ficción para el Viernes Santo)

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20200410 1

(JORGE FERNÁNDEZ, 10/04/2020) |

- ¡Houston, tenemos un problema!

- ¿Houston? Pero, ¿te has vuelto loco? ¿De qué Houston me hablas? Muerte nunca se había caracterizado por su sentido del humor ni le gustaban las metáforas. Se jactaba de ser la realidad más absoluta; todo lo demás era utopía: la vida, el amor, la esperanza… y todas esas tonterías -decía- con las que los humanos se negaban a pensar en ella, en reconocer su reinado.

- Nada, yo me entiendo, dijo Satanás mientras se restregaba los ojos. Verás… es que, como sabes, hoy es viernes, el segundo día de la Pascua, el del comienzo del Sabat…

- Claro que lo sé. La puntualidad es uno de mis atributos personales, mal que les pese a muchos, que siempre me consideran impuntual e inoportuna. Y siempre sé en qué día vivimos, bien lo sabes. Pero, ¿qué importancia tiene eso?

- Bueno, quizás no hayas visto las noticias de lo que está pasando hoy en Tierra Santa, pero… - Satanás carraspeó.

- No -le interrumpió Muerte - he estado demasiado ocupada ejecutando en algunas provincias del Imperio, en circos, mazmorras y algunos campos de batalla. Ya sabes lo expeditivos que pueden ser los romanos con aquellos que no son leales a Roma -dijo impaciente. - ¿Qué pasa?

- Pasa que… que en un momento tendrás en tu sala de espera a un sentenciado, uno que es un caso... ¿cómo decirlo?… diferente. Diferente y ¡muy peligroso! ¡Peligroso para nuestros intereses!

Muerte se sintió desafiada. - ¿Peligroso? ¿Un sentenciado peligroso? ¡Ja ja ja ja! -rió-. ¿Peligroso para mí? ¡Lo será para ti! Vaya a saber por qué y en que lío te habrás metido. Pero ¿para mí? ¿Qué peligro puede suponer un sentenciado más? ¡Soy la Muerte! ¡La reina absoluta ante la cual se inclinan con temor reyes y mendigos, sabios e ignorantes, ricos y pobres!

- Se trata de Jesús, el Galileo… ya sabes… - musitó Satanás.

Se hizo un silencio al otro lado de la línea. – Je… Je… ¿Jesús? ¿Jesús el Galileo, has dicho? ¿El hijo de María, la virgen, y de… bueno, de… ya sabes, del de Nombre impronunciable…

- ¡Ese mismo!

- ¡Vaya! A ese no me lo esperaba tan pronto, la verdad. Es un “código rojo”. Creí que tu Plan A era que muriera de viejo, como un inofensivo rabí de sinagoga…

- Es que el Plan A no ha funcionado… ni el B… ni el C… En fin, que esa es la mala noticia que tengo para ti… - Satanás hizo una pausa.

- ¿No me dirás…?

- Sí, tal como te lo imaginas… No he conseguido desalentarle, ni distraerle, ni mucho menos descalificarle moral o espiritualmente. ¡Vamos! ¡Qué no será porque no lo haya intentado! – se justificó el demonio.

- Pero… ¿quieres decir que…? – Muerte no se atrevió a terminar la frase.

- Eso mismo, que te lo llevan a tu sala de espera para que lo ejecutes, como es tu obligación, pero… con su expediente totalmente limpio, ¡qué digo limpio! ¡Reluciente! Sin pecado… Un caso inédito, como bien sabes... y un problema.

- ¡Noooooooooooo! – el espantoso grito de Muerte se escuchó en todos los rincones del Hades e hizo temblar el infierno. - ¡Serás inútil! ¡No me puedo creer que hayas fallado! ¡Desde el primer minuto supimos que nuestra suerte dependía de que Jesús, el Hijo de Dios e Hijo del Hombre, no llegara a mi antesala sin pecado! ¡Cómo puede ser! ¡Qué es lo que ha fallado! – Muerte nunca se había sentido tan desesperada y fuera de sí.

- ¿Qué ha fallado? Dirás, ¡qué es lo que no ha fallado! Después de la paliza que me dio en el desierto, nada más ser bautizado por Juan en el Jordán, comprendí que no podíamos subestimarle, ni mucho menos plantarle cara de manera frontal; que teníamos que usar otras estrategias más sutiles. Así que lo dejé por un tiempo, que disfrutara de la victoria. Ya sabes lo que dicen, que “soldado que huye sirve para otra guerra”…

- ¡No me vengas con refranes ni tonterías! Ya sabes que no me gustan los rodeos. Lo mío es blanco o negro, ¡vida o muerte! – dijo Muerte exasperada.

- Bueno, vale. Entonces, probé otras estrategias. Como dice otro dicho, “si no puedes con ellos, ¡úneteles!...”

Un silencio mortal fue la única respuesta del otro lado de la línea…

- Lo siento, lo de los dichos… vale. Pues, el caso es que di órdenes a mis demonios de que se identificaran con Jesús y que lo reconocieran como “hijo de Dios” en público. Esto tenía dos objetivos. Uno, que la muchedumbre supiera prematuramente que él era el Cristo, cosa que por aquel entonces rompería su estrategia y podría estropear sus planes. Y dos, para que la gente pensara que él echaba demonios, no porque era un hombre santo sino porque era uno de los nuestros. Por cierto... ¿has visto esa pelícu...? Nada, no me hagas caso. Solo añadir que para esta tarea conté con la inestimable ayuda, he de reconocerlo, de las autoridades religiosas, que estuvieron encantados de difundir mis fake news

- ¿Fake qué…?

- Ah, nada, lo siento, yo me entiendo – se excusó Satanás.

- Bueno – dijo Muerte- debo reconocer que el Plan B era excelente. ¡Realmente maquiavélico!

- ¿Maquia… qué? – preguntó el diablo.

- Nada, ahora soy yo la que se entiende a sí misma. Prosigue… ¿Qué pasó con ese plan?

- Pues, nada, que Jesús reprendía a mis demonios y no los dejaba hablar. ¡Y se callaban! Te puedo asegurar que yo nunca he conseguido que me obedecieran de esa manera. Pero ese “código rojo”… ¡qué autoridad tiene!

El silencio al otro lado de la línea era, literalmente, sepulcral…

- Así las cosas, decidí aplicar el Plan C   -continuó el diablo- que consistía en intentar distraer al Objetivo de su plan redentor, y debilitar su moral a través del consejo de sus más estrechos colaboradores. ¡Otro fracaso! Ni la visita de su madre, que le pidió una audiencia cuando más ocupado estaba; ni una invitación de los griegos, para que fuera a anunciarles el evangelio… ¡nada consiguió distraerle ni apartarle de su tarea! La última intentona en este plan, un tanto desesperada, solo consiguió ponernos en clara evidencia. Fuimos demasiado obvios. Consistió en utilizar al mismo Simón Pedro para que intentara disuadirle con palabras que alentaban a la autocompasión: “¡Señor, que no te acontezca nada de esto que presagias!”, fueron sus palabras. ¡Menudo rapapolvo nos soltó! “Apártate de mí, Satanás!”, le gritó a Pedro, o sea… a nosotros. Nos descubrió actuando a través de la debilidad de su amigo. Y así nuestro Plan C se fue al traste.

Muerte rompió por fin su silencio. - ¿Y? ¿Ya está? ¿Ya te diste por vencido? Me decepcionas, demonio– dijo con tono provocador.

- ¡Por supuesto que no! ¡Qué diablos! – protestó Satanás. – ¡Lo hemos seguido intentando hasta el último momento! Conseguimos negociar con Judas, lo que parecía un golpe emocional perfecto. Nada como que te traicione un amigo en el peor momento, para hundirte del todo. Pero, tampoco funcionó. No sólo porque nos descubrió, sino porque lo convirtió en una oportunidad para acelerar su misión: “¡Lo que vas a hacer hazlo pronto!”, le dijo. Cuando escuché eso me di cuenta de nuestro error. Volví a la carga con Pedro y conseguí que sacara su espada y atacara a la guardia, ¡incluso le cortó la oreja a uno! Totalmente en vano. El numerito solo sirvió para que el Objetivo se luciera sanando al herido con un milagro y exhibiendo una templanza sobrenatural. Hasta presumió de que podía pedir el apoyo de doce legiones de ángeles en su auxilio, lo cual es cierto, pero que no lo haría… ¡Doce legiones de ángeles! ¡Con uno sólo le hubiera bastado para derrocar a Augusto! Hubiera sido impresionante verlo. - fantaseó el diablo.

Ahora fue Muerte la que tragó saliva…

- Pero seguí intentándolo, ¡hasta el último minuto! – argumentó el diablo. – Conseguí que algunos al pie de la cruz hicieran lo mismo que yo había intentado hacer en el desierto, tres años atrás: tentarle en donde más le podía doler, poniendo en duda su identidad… “¡Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz!”, gritaron. Y, ¡te juro que contuve la respiración esperando a que lo hiciera! A que, en ese estado insoportable de dolor, quebranto y soledad, cediera. Al fin y al cabo, ¡hubiera sido un momento espectacular para él y pasa sus seguidores! Pero no… tampoco funcionó.

- Ay, noooo…. -suspiró débilmente Muerte, que de repente empezó a sentirse mal, muy mal…

- Así que… ahí lo tienes. A punto de expirar. La última información que tengo da cuenta del tamaño de nuestra catástrofe. ¡Me informan de que nuestros archivos, llenos de expedientes acusatorios con los pecados públicos y secretos de millones de personas,  están siendo saqueados en este mismo momento, mientras hablamos! ¡Es un desastre! ¡Estamos perdiendo información estratégica! ¡Sin ella, perderemos nuestro poder esclavizante sobre la humanidad! ¡Muerte, me oyes! ¡Muerte… ¿estás ahí?!

- Pero Muerte no le respondió… Desde uno de su centros de actividad favoritos, donde gozaba ejecutando a diestra y a siniestra - el Monte de la Calavera - le acababa de llegar el eco de un grito de guerra: “¡Consumado es!”. Y, de pronto, sintió un dolor agudo en el pecho. Un fuerte impulso eléctrico paralizó su columna vertebral y sus extremidades… Entonces supo, muy claramente, que su fuerza nunca más sería la misma, que su reinado… su reinado absoluto había llegado a su fin…

yo2“¿Dónde está, oh Muerte, tu aguijón?
¿Dónde, oh Sepulcro, tu victoria?”
La Biblia, 1 Corintios 15:55)

© Jorge Fernández – Madrid, 10 de abril de 2020.-

Autor: Jorge Fernández

 
  

© 2020. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estrictamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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