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SIN ÁNIMO DE OFENDER / por Jorge Fernández

El camino que va de la oscuridad más absoluta, a un esperanzador destello...

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Cuando Jesús llegó al otro lado del lago, a la región de los gadarenos, dos hombres que estaban poseídos por demonios salieron a su encuentro. Vivían en un cementerio y eran tan violentos que nadie podía pasar por esa zona”. (San Mateo 8:28-34)

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"Gadarenos" del siglo XXI. Violencia antisistema en Milán / EFE-REUTERS, Mayo 2015

(JORGE FERNÁNDEZ, 23/10/2019) | El discurso de aquel portavoz de la soberanía popular fue claro y contundente, y manifestaba la voluntad unánime de la multitud reunida: “Son nuestros violentos, son nuestros demonios… llevamos tiempo conviviendo con ellos y están bajo control, por favor vete y déjanos en paz”. [1]

Los discípulos de Jesús no daban crédito a lo que estaban viendo y escuchando. Superado el susto que les había causado ese dúo de violentos antisistema que bloqueaban con actos vandálicos la carretera de circunvalación que unía Gadara con las otras nueve ciudades de Decápolis a su paso por el camposanto – “Vivían en un cementerio y eran tan violentos que nadie podía pasar por esa zona”-, ahora asistían con perplejidad al ruego de la ciudadanía al completo: “Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, pero le rogaron que se fuera y los dejara en paz”.

“Paz”, igual que “amor”, “libertad”, “fraternidad”, “justicia” o “democracia”, son palabras grandes y elevadas que se vuelven vacías de contenido y de significado según quién y en qué contexto (o bajo qué pretexto) las pronuncie.

Lo primero que les sorprendió fue escuchar la palabra “paz” en boca de esa multitud reaccionaria y excluyente. “Paz”, igual que “amor”, “libertad”, “fraternidad”, “justicia" o “democracia”, son palabras grandes y elevadas, que se vuelven vacías de contenido y de significado según quién y en qué contexto (o bajo qué pretexto) las pronuncie. Los únicos que ahora evidenciaban verdadera paz en esa ciudad eran aquellos que habían experimentado el poder liberador del evangelio de la gracia, ministrado por el Señor Jesús en persona. Atónitos, los discípulos observaban cómo aquella ciudad se había convertido en el reino del revés. Un lugar en el que la multitud prefería convivir con una “violencia controlada”, antes que aceptar la Paz del evangelio, es decir, esa Paz que “solo Jesús puede dar”, que no es una paz “como el mundo la da”[2]. Cierto es que esa Paz, por su naturaleza, resulta incómoda a la condición humana ya que se trata de una paz a la que solo se llega por el camino de la Cruz. Y es, por lo tanto, una paz altamente costosa para el orgullo humano.

Por eso al Maestro no le sorprendió el rechazo. Lo entristeció, sí, porque en su condición de ser humano era capaz de experimentar el dolor aun cuando, conocedor de la naturaleza humana, supiera de antemano lo que iba a suceder -“él sabía lo que había en el corazón de cada persona”-[3]. La prueba está en que ya lo había predicho: “la luz de Dios llegó al mundo, pero la gente amó más la oscuridad que la luz, porque sus acciones eran malvadas. Todos los que hacen el mal odian la luz y se niegan a acercarse a ella porque temen que sus pecados queden al descubierto”.[4]

La multitud prefería convivir con una “violencia controlada”, antes que aceptar la Paz del evangelio. Una Paz que “solo Jesús puede dar” (...) y que por su naturaleza es incómoda para la condición humana. Es una paz a la que solo se llega por el camino de la Cruz; una paz costosa para el orgullo humano.

La miseria de los (infra)valores humanos de aquella comunidad que poblaba la margen oriental del Mar de Galilea, había quedado absolutamente expuesta a la Luz del reino de Dios manifestada en Jesucristo. También por el testimonio irrefutable de ese par de nativos, ciudadanos de Gadara quienes, de pronto, por un milagro extraordinario, habían adquirido la ciudadanía celestial por medio de un renacimiento espiritual. Tras ese nuevo nacimiento, ahora estaban en Gadara, pero no eran de Gadara[5].  Como “luminares en el mundo”[6], estos nuevos ciudadanos del reino de Dios brillaban en medio de la oscuridad de aquella sociedad “maligna y perversa” de cuya injusticia, corrupción y violencias habían sido víctimas y victimarios. En un sentido, estos seguían siendo antisistema, pero ahora en una dimensión más profunda, radical, trascendente y constructiva.

HUIR O PERMANECER...

En el relato que hace el evangelista Marcos de esta historia, se nos dice que al menos uno de ellos quiso abandonar Gadara y embarcarse con Jesús y con los doce.

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"Chalecos amarillos" antisistema en París, Francia / Diciembre del 2018. / ETIENNE LAURANT (EFE)

Hay momentos en los que nos cuesta mucho soportar con gracia y 'espiritualmente' tanta injusticia, tanta violencia, tanta corrupción, tanta mentira e hipocresía normalizada a nuestro alrededor.  

No podemos menos que entenderlo y empatizar con sus sentimientos. ¡Cómo no querer huir de aquella sociedad sin remedio que rechazaba la luz del evangelio y, con ella, la paz, la verdadera libertad y la reconciliación con Dios y con los hombres! ¡Cómo no entender su frustración! ¿Acaso no había dicho el mismo Señor Jesús que, en casos como esos, “dondequiera que no os recibieren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos”?[7].

O, ¡cómo no dejarse llevar por “el viejo hombre”[8] y desear -con la “vieja violencia”, ahora vestida de “religiosidad”- que cayera fuego del cielo sobre aquella generación![9]

Podemos entenderlo, porque igual que aquel discípulo del primer siglo los seguidores de Jesús del siglo XXI somos humanos, pecadores y falibles. Y hay momentos en los que nos cuesta mucho soportar con gracia y espiritualmente tanta injusticia, tanta violencia, tanta corrupción, tanta mentira e hipocresía normalizada a nuestro alrededor.  

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Violentos antisistema provocan graves incendios en Barcelona / EFE, octubre 2019

La tentación de querer huir, aunque sea en un autoexilio interior, y embarcarnos en una experiencia de espiritualidad individual, desarraigada y solitaria, es muy fuerte. No obstante, más fuerte será siempre el impulso del Espíritu en obediencia a la Palabra del Señor:

«No. Ve a tu casa y a tu familia y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y lo misericordioso que ha sido contigo». Así que el hombre salió a visitar las Diez Ciudades de esa región y comenzó a proclamar las grandes cosas que Jesús había hecho por él; y todos quedaban asombrados de lo que les decía. (San Marcos 5:19-20 / NTV)

DEL RECHAZO AL ASOMBRO…

Del rechazo al asombro… lo que consiguió este discípulo puede parecer un avance muy modesto en términos misionológicos, pero es la distancia que media entre la oscuridad más absoluta y el destello que anticipa la luz. Por la obediencia y testimonio de este embajador del Reino, la vergonzante historia de los pobladores de ese sombrío rincón del mundo concluye con un final esperanzador.

Pienso que, en estos días oscuros, donde los demonios de la violencia y el odio están saliendo de entre las sombras de la marginalidad para ganar espacios en las tertulias, en los medios de comunicación, en los Parlamentos, en los púlpitos, etc., hasta adueñarse de las calles en tantas ciudades del mundo, los verdaderos cristianos, como embajadores del reino de los cielos y portavoces de un mensaje de reconciliación por medio de la Cruz, no podemos tirar la toalla por muy negro que se presente el horizonte. El cansancio es natural, pero, “no nos cansemos de hacer bien porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”[10].

yo2Sigamos orando y proclamando del evangelio de la paz con nuestras palabras y con nuestros hechos, con mansedumbre y humildad de corazón – credenciales inequívocas, éstas, de nuestra pertenencia al Reino al que representamos-, “sabiendo que nuestro trabajo en el Señor no es en vano”.[11]

Autor: Jorge Fernández

 
 

[1] Paráfrasis del autor

[2] Juan 14:27

[3] Juan 2:25 (NTV)

[4] Juan 3:19-20 (NTV)

[5] Juan 17:14-16 (NTV)

[6] Filipenses 2:15 (RV1960)

[7] San Lucas 9.5

[8] Efesios 4:22

[9] San Lucas 9:54

[10] Gálatas 6:9; 2 Tesalonicenses 3:13

[11] 1 Corintios 15:58

 
 

© 2019. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estrictamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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