SIN ÁNIMO DE OFENDER / por Jorge Fernández
“Soberano no es cosa de hombres…”
Feminismo (definición): Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. (Real Academia de la Lengua)
(JORGE FERNÁNDEZ, 07/03/2018) Recuerdo a cierto predicador que frecuentaba los centros penitenciarios y de rehabilitación de toxicómanos quien, cuando se dirigía a aquellos varones golpeados por la vida, gustaba de decirles: “Ni Soberano es cosa de hombres, ni Coca cola es la chispa de la vida”.
De esa manera, con dos eslóganes comerciales muy en boga por aquellos años [1], introducía su desafío a confiar en Jesucristo con arrepentimiento y fe sincera, “que es cosa de verdaderos hombres y es la verdadera chispa de la vida”, les decía.
“Soberano no es cosa de hombres…”, decía aquel predicador. Y “Feminismo no es cosa de mujeres…”, podríamos decir hoy. Es cosa de todos, pero especialmente de hombres, de hombres de verdad. |
La frase me vino estos días, en medio del bombardeo mediático sobre la cuestión del feminismo y las acusaciones mutuas, de unos y otros -partidos de izquierdas y de derechas-, de querer patrimonializar la causa feminista por motivos electorales. Una polémica a la que no escapamos muchos cristianos. Unos hablan de “feminismo radical”, otros de “feminismo liberal”, otros de “feminismo cristiano”, otros de “verdadero feminismo”, y otros de “feminismo sin apellidos”.
Sin ánimo de ofender, como declara el título de esta columna, considero que el movimiento feminista moderno, que hunde sus raíces en el siglo XIX y, mucho antes que eso, en el mismo Evangelio (por lo que no ha de extrañar que muchos cristianos -hombres y mujeres- se cuenten entre los impulsores históricos de los derechos y el progreso de las mujeres), ha ido evolucionando con el paso del tiempo y, como todo movimiento, se manifiesta hoy en diversas formas, grados y niveles. Es decir, es un movimiento naturalmente plural, no solo en su ámbito de actuación -social, intelectual, político y doméstico-, sino también en el ámbito de las ideas.
Feminismos (en plural), con grandes consensos en algunos temas -brecha salarial; desigualdad laboral (“techo de cristal”); desigualdad jurídica; desigualdad doméstica; desigualdad socioeconómica; violencia de género; etc.-, y algunos importantes disensos en otros -aborto; vientres de alquiler; prostitución; o ideología de género-.
“… animo humilde pero enfáticamente hoy a mis amigos y hermanos en la fe a que enarbolen sin miedo las banderas del feminismo que en buena conciencia cristiana puedan alzar - ¡qué sinceramente creo son muchas! -, y dejen a un lado las que por las mismas razones de conciencia no puedan levantar - ¡que tampoco serán tantas!” |
Me gusta pensar que, pese a todo y más allá de la refriega coyuntural, las apasionadas sobreactuaciones y los postureos electoralistas, la sociedad española y el mundo en general seguirán evolucionando hacia el progreso en el reconocimiento de los derechos de las mujeres, no solo “sobre el papel”, sino desde la convicción; desde la interiorización y la sensibilización compartida de las injusticias que aún afectan a la mayoría de las mujeres.
Para que esto sea así, como muchos han señalado, es fundamental la participación activa y convencida de nosotros, los hombres. No será hasta que los hombres tomemos conciencia y reconozcamos con arrepentimiento sincero la obviedad y la realidad de tantas injusticias flagrantes, que empezaremos a facilitar los cambios y las renuncias a muchos privilegios heredados que aún están en nuestras manos.
“Soberano no es cosa de hombres…”, decía aquel predicador. Y “Feminismo no es cosa de mujeres…”, podríamos decir hoy. Es cosa de todos, pero especialmente de hombres, de hombres de verdad.
Por tanto yo, que también soy predicador -y, además, como muchos: soy hijo, nieto, hermano, marido, padre, compañero de estudios, compañero de trabajo y amigo de mujeres- animo humilde pero enfáticamente hoy a mis amigos y hermanos en la fe hombres, a que enarbolen sin miedo las banderas del feminismo que en buena conciencia cristiana puedan alzar - ¡qué sinceramente creo son muchas! -, y dejen a un lado las que por las mismas razones de conciencia no puedan levantar - ¡que tampoco serán tantas! -.
Tenemos en Jesucristo el mejor ejemplo.
Tenemos en la Palabra de Dios las enseñanzas más claras.
Tenemos en el Espíritu Santo el poder y el amor para hacerlo.
Conclusión: No tenemos excusa. ¿O sí?
[1] "Soberano, cosa de hombres", eslogan publicitario de un anuncio de una conocida marca de coñac; "Coca Cola, la chispa de la vida": Anuncio de Coca Cola, muy popular en los años 60-70
Autor: Jorge Fernández
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