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TSUNAMI EN INDONESIA

La iglesia protestante que se transformó en sepultura

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Los familiares de decenas de jóvenes que participaban en un estudio bíblico siguen buscando sus cadáveres tras el terremoto de las Islas Célebes

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La catástrofe en Indonesia, más de 1.500 fallecidos Foto: BEAWIHARTA / REUTERS

(ISLAS CÉLEBES, 05/10/2018) Las biblias estaban esparcidas entre el barro y los escombros de lo que fue el auditorio de la iglesia de Jone Oge.

Los chavales, unos cien aproximadamente, no sólo se dedicaban al estudio de la Biblia. También recibían clases de inglés que organizaba la comunidad cristiana protestante de la ciudad de Palu, que este año había elegido la pequeña aldea de Jone Oge, ubicada a una decena de kilómetros de la principal urbe de la zona. Los chavales llegaron a colgar fotos desde Jone Oge en las que se les veía sonriendo y haciendo el gesto de la victoria con los dedos frente a una pancarta donde se leía: "De la Oscuridad a la Luz".

Apodado el "campamento de los soldados de Dios", la convocatoria de Jone Oge era una de las citas más simbólicas para los cristianos de Palu, una minoría que agrupa a medio millón de creyentes en esa provincia.


El campus de inglés se hace todos los años. Suelen ser tres días de reunión en los que los jóvenes oran a Dios, estudian inglés, y edifican su vida espiritual en comunidad.

El día 28, mientras que todos los participantes compartían su cena en el auditorio, sobrevino el terrible terremoto que asoló esta región al norte de las Islas Célebes.

El edificio se desplomó sobre la mayoría de los chicos y chicas, según cuenta una testigo. La construcción quedó a ras de suelo atrapando a decenas de chiquillos. Los uniformados que intentan recuperar sus restos han marcado el montículo de cascotes con una bandera blanca.

La catástrofe se agravó cuando el movimiento sísmico generó el temido fenómeno de la licuefacción del suelo y toda la zona se transformó en cuestión de minutos en un mar de lodos. El propio templo fue desplazado por el tsunami de lodo y terminó a casi dos kilómetros de donde se encontraba emplazado. El habitáculo de dos pisos se elevaba casi 11 metros. La torre que portaba una enorme cruz roja y que servía de distintivo a todo el recinto aparece ahora tumbada sobre el suelo.

El jueves, decenas de miembros de los servicios de rescate asistidos por una pala excavadora pudieron llegar finalmente a Jone Oge tras descubrir una recóndita ruta a través de la campiña de Sigi que les permitió acceder a la aldea. Hasta esa misma mañana, el único camino conocido era el que siempre había existido, la carretera que atraviesa Sigi. Pero el lodo acabó con el asfalto y lo sustituyó por una auténtica ciénaga.

Para llegar a Jone Oge había que caminar durante más de hora y media por ese pantano intentando esquivar las pozas de lodo. Una misión casi imposible que hacía que los visitantes terminaran atrapados con el fango por encima de las rodillas de forma recurrente. 

Este fue el penoso periplo que tuvo que hacer el primer equipo de rescate que llegó días después del suceso hasta Jone Oge para trasladar los 34 cadáveres que descubrieron en el recinto cristiano. "El mayor desafío fue atravesar el barro a pie mientras transportaban los cuerpos hasta la ambulancia", relató Aulia Arriani, portavoz de la Cruz Roja.

El paisaje en Jone Oge es pura devastación. Las ruinas de los domicilios acogen todavía el recuerdo de quienes los habitaron.

Los equipos de rescate siguen buscando a más de 80 chavales cuya suerte se desconoce.

La presencia de los equipos de socorro ha congregado a numerosos familiares de la comunidad cristiana. Martin Kebo aclara que a falta de respuesta oficial él mismo acudió a Jone Oge a rebuscar a mano entre los despojos para ver si podía localizar a su hijo. "No puedo estar enfadado. Es una decisión del Señor. Sólo queremos recuperar los cuerpos. Pero llevamos cinco días y sólo hoy ha llegado la excavadora", señala.

Las víctimas que siguen desaparecidas en Sigi Biromaru se suman a los muchos centenares de cadáveres que permanecen ocultos por el barro en enclaves como Petobo o Balaroa en Palu. Un portavoz de la organización Aksi Cepat Tanggpa estimó que sólo en este último hay cerca de un millar de cuerpos hundidos en barrizal, según declaró a la agencia Efe, lo que podría disparar el número de víctimas de esta tragedia, que ahora son más de 1.500.

Fuente: ELMUNDO.ES / JAVIER ESPINOSA / Edición: Actualidad Evangélica

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