SILBO APACIBLE / por GUILLEM CORREA

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David Muniesa

GUILLEM CORREA, 30/07/2018 | David Muniesa, protestante de quinta generación, ha sido un hombre clave en la historia de la Comunidad Evangélica en casa y más allá de nuestra casa.

Lo ha sido discretamente, sin hacer demasiado ruido. Pero nadie le podrá negar su lugar de honor en esta página de nuestra historia.

Las dificultades no lo hacían abandonar y la soledad de muchas de sus batallas no le hacían desfallecer. Su vocación indestructible, forjada en la dificultad y en la adversidad, ha dejado en la Comunidad de fe un cielo de bendiciones casi inalcanzable.

Así se lo ha reconocido, entre otros, el Consejo Evangélico, otorgándole su medalla, y también lo ha hecho el Grupo de Trabajo Estable de las Religiones (GTER) - en público reconocimiento.

La suya, siempre ha sido una puerta acogedora. No hacía falta llamar dos veces. Lo encontrabas en su despacho siempre rodeado de libros, de proyectos y de buena voluntad.

Pionero entre los pioneros.

Siempre a la vanguardia.

Creía en la gente y luchaba por la gente.

Amigo de sus amigos.

Fiel a sus principios.

Siempre dispuesto.

Nunca malhumorado.

Discreto y amable.

Siempre generoso.

Forjamos nuestra amistad en los años ochenta y desde entonces la hemos mantenido para siempre. Y lo hemos hecho aprendiendo a diferenciar opiniones, casi siempre coincidentes- de relaciones personales.

La he visto sufrir. Como también lo he visto luchar por ser de bendición- a pesar de poder salir perjudicado. En definitiva, lo he visto ser él mismo sin dejar nunca de amar a los demás.

Hasta pronto, amigo David.

Ya sabes que no me gustan las despedidas.

Prefiero los reencuentros.

Por eso te digo: hasta pronto.