SILBO APACIBLE / por GUILLEM CORREA

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Juan Blake (Archivo)

GUILLEM CORREA, 03/04/2018 | Nuestro querido y respetado Juan Blake pasó a la presencia del Señor el pasado 30 de marzo en Madrid a la edad de 85 años. Este año hará 50 que conocí personalmente a Juan Blake. Fue en aquella época en la que vivía en Barcelona. Lo conocí haciendo lo que hacía mejor: hablando a la gente de Cristo y enseñando a los cristianos a hablar a la gente de Cristo. Y lo mismo ha seguido haciendo desde entonces y hasta ahora.

Claro que ya lo hacía antes. Nacido en los Estados Unidos entregó su vida a Dios muy joven y posteriormente decidió dedicarse al ministerio cristiano. Su vocación de servicio no tenía límites y su compromiso de servicio a nuestra gente tampoco: fue un norteamericano que decidió ser uno de los nuestros por amor a Jesús y a la proclamación del mensaje de Salvación que está en Jesús.

Tal y como inicialmente decía, lo conocí en el transcurso de unas de aquellas Jornadas de Testimonio que tímidamente organizaban las Iglesias Evangélicas de Barcelona a finales de los años 60 y principios de los 70. Eran los últimos coletazos del tardofranquismo y salir a las calles de nuestros pueblos y ciudades para hablar de Jesús no era bien visto ni por las autoridades ni por la población en general.

Sin embargo, estas dos razones no le detuvieron en su vocación de servicio. Se ha recorrida la piel de toro, de norte a sur y de este a oeste, con un solo propósito: aprovechar cuantas ocasiones hubiera para hablar a la gente de Jesús.

La falta de libertad, y la persecución de que eran objeto los evangélicos en el estado español, lo llevaron a orar por España y aquella oración lo llevó a querer ser uno de los nuestros para hablar a la gente de Jesús.

Nuestro contexto de hoy es muy diferente de cómo era cuando Juan Blake decidió vivir su vocación entre nosotros. Pero los cambios externos no afectaron nunca su compromiso de hablar de Jesús.

Insisto: Juan Blake ha sido un hombre de Dios que se ha sentido llamado a hacer suya nuestra tierra para proclamar el mensaje de Salvación que está en Jesús.

Damos gracias por su vida y oramos para que su llamamiento sea imitado por muchos porque hablar de Jesús hoy todavía sigue siendo tan urgente como lo fue ayer.