ferede logo_twitter logo_Facebook logo_yt ivoox logo_RSS
OPINIÓN / por CARLOS MARTÍ ROY

¿Somos dioses?

( 1 Voto )
a / A
Larger Font Smaller Font

carlos marti

Carlos Martí, pastor evangélico

(CARLOS MARTÍ ROY*, 29/09/2017) | La Biblia enseña que la idolatría encuentra su origen en el acto de rebelión contra el Creador, en la negación de su existencia, que por cierto no deja de ser una creencia más del individuo, en su determinación de vivir como si Dios no existiera.[1]

Lutero afirmaba que todo pecado encuentra su raíz en el incumplimiento del primero de los mandamientos “No tendrás otros dioses aparte de mí”. [2] Y es que en la raíz misma de cualquier práctica de pecado encontramos seguramente algún deseo, ambición o actitud que manifiesta un corazón idolátrico.

Muchos creyentes se esfuerzan porque la gente que se acerca a la iglesia, en sus primeros pasos, comience a desprenderse de todas las imágenes y esculturas religiosas, interpretando que eso es idolatría. Es cierto que forma parte de los mandamientos, concretamente consecuencia del primero, pero obviamos que la idolatría es muchos más que tener imágenes en casa.

Esta idea limitativa y escasa de la idolatría hace que muchos “cristianos” puedan llegar a pensar que ellos ya están libres de ese mal, creen que por no tener imágenes o esculturas religiosas en sus hogares ya no tienen nada más que hacer para evitar la idolatría.

El apóstol Pablo, en Colosenses 3:5, nos abre la puerta a otra forma sigilosa de idolatría que se expone en la vitrina del corazón, que creemos que no se visibiliza, que nos acompaña a la iglesia, pero que es claramente manifiesta por el estilo de vida que llevamos. Cuestiones como la avaricia, la inmoralidad sexual, las ambiciones y deseos desmedidos, son considerados idolatría en este pasaje. Así pues, ídolos como el amor al dinero en forma de codicia, avaricia en un extremo, o de desesperanza en el otro, la sexualidad, el poder, la reputación, el prestigio que nos llena de auto-justicia, entre otros, pueden permanecer en nosotros de por vida.

Esta idea limitativa y escasa de la idolatría hace que muchos “cristianos” puedan llegar a pensar que ellos ya están libres de ese mal, creen que por no tener imágenes o esculturas religiosas en sus hogares ya no tienen nada más que hacer para evitar la idolatría.

Incluso aquellas cuestiones que consideramos naturales y nobles en nuestro vivir, como son el trabajo, la familia, el cónyuge, etc. pueden llegar a convertirse en un ídolo. La Escritura nos plantea que todo aquello que usurpa el lugar de Dios en nuestra vida se puede definir como idolatría, aquello sin lo cual la vida carece de sentido, significado y propósito. Aquello en lo que descansa mi identidad personal, por lo que me defino y vivo, puede llegar a ser un ídolo, de ahí que nuestros corazones pueden convertirse en una fábrica de ídolos, que una y otra vez nos fallan y que, a pesar de ello, le profesamos una lealtad desmedida y desproporcionada en forma de esclavitud.

Prescindir de Dios es algo propuesto desde el principio de los tiempos, una propuesta basada en nuestra sed de autonomía, independencia; en nuestro deseo de ser “como dios”, dueños y señores de nuestras vidas y destino, jueces con capacidad para establecer lo que está bien y lo que está mal, señores que quieren ejercer señorío y dominio sobre lo que y quienes nos rodean. En mi opinión, esta es la semilla del mal, el germen de toda violencia, de la falta de aceptación, del rechazo y desprecio a nuestros semejantes y de Dios mismo; origen de toda práctica de pecado, acto de rebelión y desobediencia, cimiento de toda forma de idolatría que nos conduce a afirmar que no creer en Dios, no significa que no crees en nada, sino que puedes llegar a creer en cualquier cosa; de ahí el mercado de religiones y espiritualidades, dentro y fuera de la iglesia, que conviven bajo el paraguas sin filtro de un pluralismo que, lejos de ayudar, nos conduce a un estado de confusión, agotamiento del alma y descreimiento generalizado.

Hoy nuestra sociedad vive en una amalgama de deidades que dificultan la convivencia y en algunos casos más extremos la coexistencia -siendo cada uno de nosotros dioses de nuestra propia vida y, en consecuencia, jueces con “capacidad” de establecer lo que está bien y lo que está mal- está resultando en un verdadero caos, donde todo vale, nada es para siempre y el otro igual es mi peor enemigo si no contribuye a mi mismidad. Lo diferente es amenaza, lo igual desaparece para dar paso a la mismidad, queriendo hacer réplicas de uno mismo en todo lo que me rodean.

¿SOMOS DIOSES?

En parte, ser dioses siempre ha sido nuestra pretensión más elevada; no obstante, es evidente que como dioses no servimos para mantener la paz y el bienestar de todos.

Cuando el bien es solo aquello que me gusta, gratifica, interesa y beneficia, es imposible no encontrarte en el camino a alguien para quien, tu bien sea su mal, que detesta, odia y rechaza con todas sus fuerzas.

Jesús es todo lo que necesitamos. Siempre he dicho que es más confiable un Dios que se hace un ser humano, sin perder su condición de Dios, que un ser humano que, en su pretensión de hacerse un dios, pierde su condición humana.

NECESITAMOS UN ARBITRO, alguien que, desde la distancia prudente, pueda establecer lo que está bien y está mal para todos y cada uno de nosotros.

NECESITAMOS VALORES ABSOLUTOS, que no absolutistas, que marquen las reglas del juego para todos y los límites de cada uno. Si nuestros derechos individuales no reconocen su límite en los derechos del otro, dejamos de hablar de derechos, y hablamos de totalitarismo.

NECESITAMOS UN MODELO, una referencia, alguien que nos muestre el camino, que nos reconcilie con la humanidad y que nos reconcilie unos con otros.

Jesús es todo lo que necesitamos. Siempre he dicho que es más confiable un Dios que se hace un ser humano, sin perder su condición de Dios, que un ser humano que, en su pretensión de hacerse un dios, pierde su condición humana.

Jesús, el Dios humanado, que se hizo como uno de nosotros, que asumió nuestra condición humana, que vivió como uno de nosotros, nos debería inspirar confianza para acercarnos a Él, conocerle y establecer -no una forma de religión en su nombre para que al final termine alimentando la parte más oscura de cada uno de nosotros-, sino establecer una relación personal con Él que nos reconcilie con Dios y con la humanidad.

Jesús, fue quien en su condición humana, murió en la cruz para reconciliarnos con Dios y los unos con los otros, acabando con toda relación de dominio entre seres humanos y restaurando todas las cosas como al principio, en el que todo lo que había sido hecho, era bueno en gran manera. [3]

Jesús es ese ejemplo de vida que nos reconcilia con la humanidad y con Dios mismo, ayudándonos en la difícil tarea de mantenernos humanos sin dejarnos llevar por nuestras desmedidas pretensiones de ser pequeños y tiranos dioses.



[1] Romanos 1:32

[2] Éxodo 20:3

[3] Génesis 1:31

 

Autor: Carlos Martí Roy, Septiembre 2017. El autor es pastor evangélico de la Iglesia Comunidad Cristiana El Camino, de Alcalá de Henares (Madrid).


© 2017- Nota de Redacción: Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

La Reforma protestante y la creación de los estados modernos  europeos, 1

Humanismo y Renacimiento

Máximo García Ruiz

 

La creación de los estados modernos europeos, tal y como los conocemos hoy en día, no hubiera sido posible sin la existencia de la Reforma protestante y su correlato, el Concilio de Trento, tal y como veremos más adelante.

De igual forma, la Reforma no hubiera podido tener lugar, en su inmediatez histórica, sin la existencia del Humanismo y su manifestación artística y científica conocida como Renacimiento. Ahora bien, para poder centrar el tema, tenemos que remontarnos a la era anterior, la Edad Media, y poner nuestra mirada inicial, como punto de partida, en la Escolástica, el sistema educativo, el sistema teológico que identifica ese período, así como en el Feudalismo como forma de gobierno y estructuración social.

Para el escolasticismo la educación estaba reservada a sectores muy reducidos de la población, sometida a un estricto control de parte de la Iglesia. A esto hay que añadir que el sistema social estaba subordinado, a su vez, al ilimitado y caprichoso poder de los señores feudales bajo el paraguas de la Iglesia medieval que no sólo controlaba la cultura, sino que sometía las voluntades de los siervos, que no ciudadanos, amparada por un régimen considerado sagrado, en el que sus representantes actuaban en el nombre de Dios.

La Escolástica se desarrolla sometida a un rígido principio de autoridad, siendo la Biblia, a la que paradójicamente muy pocos tienen acceso, la principal fuente de conocimiento, siempre bajo el riguroso control de la jerarquía eclesiástica. En estas circunstancias, la razón ha de amoldarse a la fe y la fe es gestionada y administrada por la casta sacerdotal.

En ese largo período que conocemos como Edad Media, en especial en su último tramo, se producirían algunos hechos altamente significativos, como la invención de la imprenta (1440) o el descubrimiento de América (1492), que tendrán una enorme repercusión en ámbitos tan diferentes como la cultura, las ciencias naturales y la economía. En el terreno religioso, la escandalosa corrupción de la Iglesia medieval llegó a tales extremos que fueron varios los pre-reformadores que intentaron una reforma antes del siglo XVI: John Wycliffe (1320-1384), Jan Hus (1369-1415), Girolamo Savonarola (1452-1498), o el predecesor de todos ellos, Francisco de Asís (1181/2-1226) y otros más en diferentes partes de Europa. Todos ellos, salvo Francisco de Asís, que fue asimilado por la Iglesia, tuvieron un final dramático, sin que ninguno de esos movimientos de protesta, no siempre ajustados por acciones realmente evangélicas, consiguiera mover a la Iglesia hacia posturas de cambio o reforma.

 

No era el momento. No se daban los elementos necesarios para que germinaran las proclamas de estos aguerridos profetas, cuya voz quedó ahogada en sangre. El pueblo estaba sometido al poder y atemorizado por las supersticiones medievales; las élites eran ignorantes y no estaban preparadas para secundar a esos líderes que, como Juan el Bautista, terminaron clamando en el desierto, a pesar de que su mensaje, como las melodías del flautista de Hamelin, consiguiera arrastrar tras de sí algunos centenares o miles de personas. ¿Cuál fue la diferencia en lo que a Lutero se refiere? La respuesta, aparte de invocar aspectos transcendentes conectados con la fe de los creyentes es, desde el punto de vista histórico, sencilla y, a la vez, complicada; hay que buscarla, entre otras muchas circunstancias históricas, en el papel y en la influencia que ejercieron el Humanismo y el Renacimiento. Existen otros factores, sin duda, pero nos centraremos en estos dos.

 

Identificamos como Humanismo, al movimiento producido desde finales del siglo XIV que sigue con fuerza durante el XV y se proyecta al XVI, que impulsa una reforma cultural y educativa como respuesta a la Escolástica, que continuaba siendo considerada como la línea de pensamiento oficial de la Iglesia y, por consiguiente, de las instituciones políticas y sociales de la época. Mientras que para la educación escolástica las materias de estudio se circunscribían básicamente a la medicina, el derecho y la teología,  los humanistas se interesan vivamente por la poesía, la literatura en general (gramática, retórica, historia) y la  filosofía, es decir, las humanidades. Con ello se descubre una nueva filosofía de la vida, recuperando como objetivo central la dignidad de la persona. El hombre pasa a ser el centro y medida de todas las cosas.

 

La corriente humanista da origen a la formación del espíritu del Renacimiento, produciendo personajes tan relevantes como, Petrarca (1304-1374) o Bocaccio (1313-1375), Nebrija (1441-1522), Erasmo (1466-1536), Maquiavelo (1469-1527), Copérnico (1473-1543), Miguel Ángel (1475-1564), Tomás Moro (1478-1535), Rafael (1483-1520), Lutero (1483-1546), Cervantes (1547-1616), Bacon (1561-1626), Shakespeare (1564-1616), sin olvidar la influencia que sobre ellos pudieron tener sus predecesores, Dante (1265-1321), Giotto (1266-1337), y algunos otros pensadores de la época. Estos y tantos otros humanistas, unos desde la literatura, otros desde la filosofía, algunos desde la teología y otros desde el arte y las ciencias, contribuyeron al cambio de paradigma filosófico, teológico y social, haciendo posible el tránsito desde la Edad Media a la Edad Contemporánea, período de la historia que algunos circunscriben al transcurrido desde el descubrimiento de América (1492) a la Revolución Francesa (1789).

 

El Renacimiento se identifica por dar paso a un hombre libre, creador de sí mismo, con gran autonomía de la religión que pretende mantener el monopolio de Dios y el destino de los seres humanos. El Humanismo y el Renacimiento se superponen, si bien mientras el Humanismo se identifica específicamente, como ya hemos apuntado, con la cultura, el Renacimiento lo hace con el arte, la ciencia, y la capacidad creadora del hombre. El Renacimiento hace referencia a la civilización en su conjunto.

 

En resumen, el Humanismo es una corriente filosófica y cultural que sirve de caldo de cultivo al Renacimiento, que surge como fruto de las ideas desarrolladas por los pensadores humanistas, que se nutren a su vez de las fuentes clásicas tanto griegas como romanas. Marca el final de la Edad Media y sustituye el teocentrismo por el antropocentrismo, contribuyendo a crear las condiciones necesarias para la formación de los estados europeos modernos. Una época de tránsito en la que desaparece el feudalismo y surge la burguesía y la afirmación del capitalismo, dando paso a una sociedad europea con nuevos valores.

 

Visto lo que antecede, estamos en condiciones de juzgar la influencia que este cambio de ciclo histórico pudo tener en la Reforma promovida por Lutero en primera instancia, secundada por Zwinglio, Calvino, y otros reformadores del siglo XVI, y valorar de qué forma estos cambios contribuyeron a la formación de los modernos estados europeos.

 

Pero éste será tema de una segundan entrega.

Noticias de FEREDE

Ferede

News image
FESTIVIDAD

Semana Santa, una ocasión para renovar nuestro amor y compromiso

FEREDE ha saludado a sus iglesias, a los fieles evangélicos, y a los amigos cristianos de otras confesiones, con motivo ... [+]

Ferede

News image
COMUNICACIÓN

FEREDE estrena nueva web institucional

Desde FEREDE se anima a todos a visitar el nuevo sitio web y hacerlo con regularidad, para estar informados de ... [+]

Ferede

News image
CAPELLANÍA EVANGÉLICA

FEREDE y el CEM anuncian la reanudación del servicio de capellanía evangélica en el CIE de Aluche

El servicio, que se presta en el marco de un convenio firmado en 2014 entre FEREDE y el Ministerio del ... [+]

Ferede

News image
REUNIÓN DE LA COMISIÓN PLENARIA

FEREDE celebró su 67ª Asamblea anual con relevos en sus cargos directivos y acuerdos alcanzados con amplios consensos

Esteban Muñoz de Morales toma el relevo en la presidencia de la Federación al agotar su periodo máximo de mandato ... [+]

Ferede

News image
“PASTORES OLVIDADOS”. UN REPORTAJE DE BNTV

“Un Estado español que tiene que velar por el bienestar de sus ciudadanos está haciendo una dejación de funciones”

Dos pastores evangélicos, David Manzanas y Marcos Vidal, cuentan su experiencia y la de sus padres, a quienes el régimen ... [+]

Ver + en: Ferede
  • Lo + Leído

  • Últimas Noticias

Newsletter AE
publicidad_banner
banner_mundoprotestante
banner_bntv
banner_radioencuentro