BUEN FIN DE SEMANA
Estar
CRISTIAN FRANCO, 07/12/2012 | Por medio del proyecto social que llevamos adelante –“Fundación Cercanos”– este año tuve la oportunidad de conocer la Escuela Especial Once, ubicada en la Ciudad de Buenos Aires. Es la única institución pública en su tipo en esta gigantesca urbe: sus alumnos –alrededor de 55– tienen algún grado de discapacidad motriz con compromiso mental. Niños y niñas en edad escolar primaria que reciben educación y contención integral.
Algunos meses atrás, minutos antes de atravesar sus puertas por primera vez para dialogar con sus autoridades que tan gentilmente nos recibieron, me recuerdo ignorando el mundo que estaba por descubrir. Como nos suele ocurrir a todos los mortales, me inquietaba lo que en aquel momento resultaba desconocido para mí. ¡Cuántas preguntas me abordaban! Sin embargo, el deseo de estar con el prójimo superó dudas y temores, permitiéndonos dar inicio a una relación de solidaridad y compromiso mutuos.
Mediante los dos eventos extra curriculares que realizamos, uno en agosto y otro el fin de semana pasado, tuvimos la dicha del encuentro con los alumnos, sus familias y el plantel de la escuela. La posibilidad de hacer honor al nombre de la organización comunitaria que nos congrega, sumando además nuestro “granito de arena” –como suele decirse– a lo que los docentes, no docentes y tantos voluntarios vienen realizando desde el esfuerzo permanente.
Pienso que no me equivoco si digo, en nombre de quienes generosamente participaron en ambas celebraciones (mediante la asistencia, las donaciones, los regalos, los talleres de actividades prácticas, el aliento continuo), que fuimos sorprendidos por una alegría silenciosa que en más de uno despertó ciertos rincones adormecidos del alma. Un sentimiento difícil de explicar al poder ver a personas que suelen ser “invisibles” en medio de la sociedad. Sabernos iguales más allá de las diferencias. Hacer caso omiso de los límites y las barreras de las palabras. Leer experiencias de vida con solo mirar los rostros. Infundir calor en nuestro corazón al ser iluminados por esas sonrisas que todo lo llenan.
La felicidad de acercarnos.
De recorrer juntos aunque más no sean unos metros en el camino.
De utilizar acciones y obsequios como excusas para estar presentes.
Me gusta como lo expresó Henri Nouwen (mi autor favorito), sacerdote y escritor holandés que compartió gran parte de su vida con personas discapacitadas:
“En una época saturada de métodos y técnicas ideadas para cambiar a la gente, para influir en su conducta, para hacerla olvidar nuevas cosas y pensar nuevas ideas, hemos olvidado el simple pero difícil don de estar mutuamente presentes. Hemos perdido este don porque se nos ha hecho creer que la presencia tiene que ser útil. Decimos: ‘¿Por qué he de visitar a esa persona? No puedo hacer nada en absoluto. No tengo nada que decirle. ¿En qué puedo serle útil?’ Y de este modo hemos olvidado que con frecuencia en la mutua presencia ‘inútil’, sin pretensiones, humilde, sentimos consuelo y alivio. El simple estar con otro es difícil porque requiere de nosotros que compartamos su vulnerabilidad, que entremos con él o ella en la experiencia de debilidad o impotencia, que compartamos la incertidumbre y renunciemos a controlar y a autodeterminarnos. Y no obstante, cada vez que esto ocurre sobrevienen una nueva fortaleza y una nueva esperanza. Quienes nos ofrecen alivio y consuelo estando y permaneciendo con nosotros en momentos de enfermedad, angustia psicológica u oscuridad espiritual llegan a menudo a sernos tan próximos como aquellos que están unidos a nosotros por vínculos biológicos. Muestran su solidaridad con nosotros al querer penetrar en las regiones oscuras e inexploradas de nuestras vidas. Por eso son esas personas las que nos aportan nueva esperanza y nos ayudan a descubrir nuevas direcciones”.
¿No será que necesitamos menos palabras y más presencias? ¿No habrá llegado la hora de animarnos?
Tal vez al seguir ese rumbo, haciendo cada uno lo que esté a su alcance, logremos dar pasos lentos pero seguros en la construcción de una cultura de la solidaridad.
Autor: Cristian Franco
© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
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