EDITORIAL
"Hackeados"
(EDITORIAL, 22/09/2012) Los pasados días 18 al 21 de septiembre, esta página web, Actualidad Evangélica, fue víctima de un ataque informático que fue detectado por nuestro proveedor de internet. Como consecuencia de ello, se proecedió a desactivar el servicio temporalmente para investigar el asunto y recuperar la información y los datos de las copias de seguridad que el proveedor realiza a diario.
Por complicaciones ajenas a nuestra voluntad, este proceso de recuperación ha sido más lento y más engorroso de lo previsto y hemos perdido muchas horas de trabajo en el seguimiento de la actualidad, por lo que pedimos disculpas a nuestros lectores y suscriptores, a la vez que agradecemos su paciencia, comprensión y fidelidad.
Conviene aclarar que, en ningún caso el ataque sufrido en nuestro servidor supone un peligro o un perjuicio para nuestros usuarios, elctores y suscriptores. Asimismo, estamos trabajando con nuestros webmasters, en coordinación con los técnicos de nuestro prveedor de internet, para adoptar medidas preventivas (cambios de claves, antivirus, etc.), para intentar garantizar la seguridad al máximo y evitar nuevos episodios como el padecido esta semana.
Se da la circunstancia que, la desactivación forzosa de nuestro servicio (sin precedentes en los años que llevamos trabajando con el mismo proveedor), se produce el mismo día en que los medios especializados informan de los graves fallos de seguridad detectados en Internet Explorer, el navegador de Microsoft, que permitirían "a los cibercriminales atacar el ordenador del usuario". No tenemos constancia, no obstante, de que eso tenga algo que ver con el problema que nos afectó, aunque nuestros técnicos deberán tenerlo en cuenta.
EL GRAN DESAFÍO PARA NUESTRA SEGURIDAD EN SL SIGLO XXI
Por último y, a modo de reflexión, decir que esta experiencia ha sido dolorosa y estresante para nuestra oficina las horas que duró. Como sucede con otro tipo de sucesos, uno no sabe lo que se siente hasta que se lo sufre en carne propia. Cuando a uno le roban en su casa, le quitan la cartera en el metro, o le rompen el cristal del coche para robarle el equipo de audio, se siente ultrajado en su intimidad y violentado, aunque el robo no haya sido "con fuerza", o incluso se haya producido en su ausencia, de forma anónima. La sensación de inseguridad y vulnerabilidad nos acompaña durante mucho tiempo después del hecho.
Un robo cibernético puede causar las mismas sensaciones. Vivimos conectados a "la red" y, nos guste o no, para bien y para mal, seamos conscientes de ello o no, "dependemos" del seguro y buen funcionamiento de esa "autopista" o "plaza pública" de las comunicaciones mucho más de lo que nos gustaría reconocer. Con una diferencia fundamental... Que el "carterista", o "gamberro", o ladrón que nos robe nuestro dinero, o destruya nuestros bienes y nuestras herramientas de trabajo, puede tener "un brazo tan largo" como lo permitan los satélites que circundan permanentemente la órbita de la Tierra. Es decir, que nos puede atacar de forma anónima y desde el lugar más remoto del planeta, en tanto y en cuanto disponga de un ordenador o un terminal telefónico con acceso a internet.
Todo un desafío para nuestra seguridad y para nuestras autoridades encargadas de garantizarla: una policía teconológica y unos jueces -con una legislación aún llena de lagunas por cubrir-, que siempre van por detrás de los "hackers". Unos asaltantes que saltan nuestros firewalls ("muros de fuego" es el nombre eufemístico con el que se denomina a los códigos de seguridad en internet) con mucha mayor facilidad con la que un inmigrante podría saltar los muros, alambradas de púas, vallas electrificadas y controles policiales con los que se protegen muchas fronteras estatales.
Todo un desafío, sí...
Fuente: Actualidad Evangélica