BRASIL

Tribus indígenas oran a "los espíritus" pidiéndoles protección para la Amazonia

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En el oeste de Brasil, en Feijó, la tribu Shanenawa recurre a la oración en un intento por detener los incendios forestales que han devastado grandes áreas de la selva amazónica. Su clamor es un desafío para las iglesias cristianas de las que cabría esperar un mayor compromiso con la defensa de la Creación

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(BRASIL, 11/09/2019) En lo que va del año, más de 75.000 incendios -muchos de ellos provocados- han reducido a cenizas extensos territorios de selvas tropicales de Brasil.

Los incendios son habituales en esta época en la selva, pero las ONG señalan al gobierno de Jair Bolsonaro como responsable de la flexibilización de los controles ambientales, lo que habría acelerado la pérdida de vegetación. "Una política gubernamental en favor de la minería, la expansión agrícola y el uso de suelos para la actividad ganadera son parte de los factores que se combinaron para provocar una verdadera tragedia ambiental en el Amazonas", opinan. Una tragedia ambiental que se generó en Brasil y ya afecta directamente a cuatro países, y tiene en vilo al resto del planeta.

Mientras la comunidad internacional ofrece su ayuda, el presidente Bolsonaro acusa a gobiernos como el de Francia de entrometerse en su soberanía.

Mientras tanto, en el municipio de Feijó, situado en el estado de Acre, en la región occidental de Brasil, los 720 indígenas de la tribu Shanenawa, elevan sus oraciones a los espíritus de su olimpo ancestral mediante la celebración de primitivos rituales, pidiéndoles protección para la Amazonia.

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Indígenas de la tribu bailan durante el festival en el que celebran la naturaleza y piden el fin de la quema del Amazonas.

"Si los incendios continúan, dentro de 50 años no existirá el bosque", señaló Bainawa Inu Hornea, uno de los líderes de la tribu Shanenawa.

En sus rituales, ataviados con sus trajes tradicionales y sus coloridas diademas con plumas de colores, los Shanenawa consumen umi, una bebida basada en una especie particular de vid y hojas alucinógenas que induce visiones. "Oramos por la madre agua, por padre sol, por la madre bosque y por la madre tierra, que hoy se sienten muy heridos", señala Bainawa Inu Hornea, otro líder de la tribu.

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Dos hombres de la tribu Shanenawa consumen una hierba alucinógena durante el festival para celebrar la naturaleza y pedir el fin de la quema del Amazonas.

Los Shanenawa, con su primitiva religión pagana, marcan el rumbo a algunas iglesias cristianas, mostrándose más concienciados y movilizados a la oración por la defensa de la Amazonia.

En el negocio millonario de las quemas en la Amazonia, prenderle fuego a un área de 1.000 hectáreas vale cerca de un millón de reales (unos 220.000 euros) en el mercado negro.

Salvo honrosas excepciones -de personas y entidades comprometidas- no se observa en el alto liderazgo de las instituciones cristianas latinoamericanas una especial preocupación por los crímenes contra la Creación -los llamados ecocidios-. No parece un asunto prioritario en el orden de sus agendas institucionales a juzgar por las escasas iniciativas, convocatorias, movilizaciones, marchas y llamados a la oración convocadas en torno a esta catástrofe ambiental. En el mejor de los casos, no pasan de una escueta petición de oración o sugerencia en las redes sociales. Da que pensar.

EL NEGOCIO DETRÁS DEL FUEGO

En el negocio millonario de las quemas en la Amazonia, prenderle fuego a un área de 1.000 hectáreas vale cerca de un millón de reales (unos 220.000 euros) en el mercado negro. Este cálculo aplicado a la cuenta de la devastación en el presente año en la selva amazónica y en parte del Pantanal ascendería a 20 millones de reales o 4,3 millones de euros. 

DEFORESTACIÓN

La deforestación ha aumentado un 222% este agosto respecto al mismo mes de 2018. En los casi ocho primeros meses de 2019 se han producido casi un 84% más de incendios que en el mismo período de 2018, el ritmo más alto desde que el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) comenzó la medición en 2013. Se han detectado 72.843 focos.

EXTENSIÓN VIGILADA

Los activistas vigilan 413.288,47 hectáreas de la Amazonia, un bosque tropical que se extiende por siete millones de kilómetros cuadrados distribuidos por nueve países, de los cuales Brasil y Perú son los que poseen más terreno. 

ACERCA DE LA TRIBU SAHNENAWA

Los Shanenawa son una tribu que vive en Acre en Brasil en Feijó. Hablan portugués, pero las personas mayores y los niños tienden a hablar en su propio idioma Shanenawa. El nombre 'Shanenawa' está compuesto por las formas shane (pájaro de color azul) y nawa (gente 'extraña'). Por lo tanto, su nombre se traduce como la 'gente del pájaro azul'. 

La historia de la gente de Shanenawa es típica de las experimentadas por la mayoría de las poblaciones indígenas en Acre. A principios del siglo XX, fueron víctimas de la rápida y violenta ocupación de la región para extraer caucho y caucho. Después de varias reubicaciones, los Shanenawa se mudaron a vivir a un área de tierra que luego fue homologada bajo el nombre de Katukina / Kaxinawa. Esto se debió a un error ya que fueron confundidos con los indios Katukina y llamados como tales. Temiendo que perderían el derecho a sus tierras, teniendo en cuenta la larga historia de violencia e injusticia a la que habían sido sometidos, los Shanenawa decidieron no revertir este malentendido. 

El idioma Shanenawa pertenece a la familia Pano y es hablado principalmente por la generación anterior. A pesar de estar prohibido durante el período en que trabajaban en las áreas de extracción de caucho, los Shanenawa nunca olvidaron su idioma. Después de tres o cuatro décadas de persecuciones y sufrimientos causados ​​por la violenta ocupación y exploración de Acre, comenzó un nuevo período, dejando poco espacio para que los pequeños grupos indígenas se refugien. A medida que se desarrolló la economía del caucho, los indios fueron asignados como mano de obra para proporcionar carne de caza y otros productos alimenticios, antes de integrarse más tarde por la fuerza para trabajar en las áreas de extracción de caucho y golpear el caucho. 

El territorio habitado por los Shanenawa actualmente fue ocupado por primera vez a finales de la década de 1950 e incorporado como un espacio donde desarrollaban sus actividades de subsistencia y su organización social, política y cultural.

La creencia de Shanenawa en la existencia de espíritus del bosque, los jusin, es muy evidente. Estos espíritus están más allá de la naturaleza y los humanos por igual, haciéndolos sobrenaturales y sobrehumanos. Hay buenos y malos jusin. La principal entidad de este tipo se llama jusin tsaka, quien, según los indios, toma la forma de un monstruoso animal que destruye y quema todo a medida que pasa. Los Shanenawa dicen que es muy común encontrar las huellas de jusin tsaka en la mañana, ya que el espíritu solo "ataca" por la noche. Los adultos usan la figura de este jusin para asustar a los niños y hacer que los obedezcan. Los Shanenawa consumen ayahuasca (llamada umi en su idioma indígena), una bebida basada en una especie particular de vid y hojas alucinógenas que induce visiones. A través de estas visiones, se comunican con los espíritus de sus antepasados ​​y obtienen ayuda para resolver sus problemas. Umi también se usa como medicamento, ya que creen que al ingerirlo hará que su cuerpo sea saludable. Los indios afirman que la comunidad no posee un chamán. De todos modos, su medicina herbal es muy rica e incluye remedios para prácticamente todo. También usan la fauna para curar, siendo el veneno de sapo la vacuna más buscada. Los indios aplican la sustancia, tomada de una rara especie de rana de hoja gigante, Phyllomedusa bicolor, en sus brazos en tres puntos quemados con fuego. En unos minutos, vomitan todo el contenido de su estómago y, por lo tanto, renuevan su fuerza y ​​disposición para trabajar. El veneno de sapo está asociado con la propiedad medicinal de disipar la pereza y el panema, un término tomado del lenguaje general de Nheengatu,

Entre otras actividades, los Shanenawa también practican tiro con arco y natación como competiciones, las cuales son muy populares y orgullosamente mantenidas por esta gente. También juegan al fútbol. Se encuentran pequeñas parcelas en las aldeas que se usan mucho los sábados. Compiten en partidos con equipos formados por jugadores de las propias aldeas o, durante eventos festivos más grandes, contra equipos de otros grupos étnicos.

Fuente: Brasil Antropos

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Fuente: ELPAIS.COM / Fotos: UESLEI MARCELINO (REUTERS) / Edición: Actualidad Evangélica