RAZONES PARA CONTARLO

¡Amamántame!

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benitve-4(BENI MORENO, 28/11/2011) Durante los últimos meses he guardado unos papeles cuyo destino era la destructora de papel o el contenedor de reciclado. Han ocupado espacio en mi mesa y hasta que no les he prestado atención no me han dejado. Los encontré después de una pequeña limpieza en casa, de esas que ocupan poco tiempo porque de lo contrario necesitarías toda una semana…… y mira por dónde topé con una entrañable y breve guía para una lactancia exitosa.

 La época que dediqué a la lactancia de mis hijos fue una de las más plancenteras de mi vida. Lo hice por decisión propia, con dedicación y disfruté de ello, aunque muchos días me hiciera sentir como “una vaca”; expresión muy compartida entre madres lactantes.

Al releer los consejos de la guía encontré algunos muy interesantes y que se adaptan muy bien a la relación que Dios quiere tener con nosotros, encontrando un paralelismo fascinante.

Comienza a amamantar a tu hijo lo antes posible.

aev0354Así es, en cuanto nos acercamos a Jesús con el corazón abierto de par en par, él nos da sin condición, nos amamanta y colma de recetas para el espíritu gracias a la Biblia, Su Palabra.

No le des chupetes, biberones, ni agua azucarada (salvo prescripción médica).

El chupete calma el instinto de succión además de ser un foco de gérmenes. Lo mismo pasa con todo aquello que pretendemos sustituir por el alimento divino, nos contamina y adormece, creando en nosotros una falsa satisfacción que pronto se desvanece.

Olvídate de horarios y da el pecho a demanda.

Efectivamente, Dios está siempre conectado, “on line”. Nos atiende a demanda, en cualquier lugar, a cualquier hora. Yo he hablado con Dios conduciendo, en la oficina, por la noche en mi cama, entre las cuatro paredes de la iglesia, nadando en el mar abierto o en el supermercado………. ¡Qué de momentos se me ocurren! No te limites a la reunión de oración, por favor. Dios tiene alimento que darnos a todas horas. A veces será un versículo el que te sustente en el día difícil, otras te deleitarás en el estudio profundo y detallado de una historia o pasaje.

Si el niño no pide su alimento con frecuencia, de dos a tres horas al menos, debes despertarle y ponerle al pecho o no estará debidamente alimentado.

En muchas ocasiones la desgana, la falta de hábito, las circunstancias difíciles o la inmadurez pueden llevarnos a prescindir del alimento espiritual. Sin embargo, Dios actúa como una madre que se preocupa de su hijo y no va a dejar que muera de inanición. Tal vez sea una canción, un versículo en un cuadro que te regalaron, las palabras de un amigo, ese buen libro que de nuevo te lleva a consultar la Biblia, la Palabra de Dios. Sea como sea, Él te amamanta si deseas ser alimentado.

Para saber si tu hijo recibe suficiente leche, comprueba que moja sus pañales con frecuencia y realiza sus deposiciones, además de aumentar de peso.

Hay indicativos que nos alertan de si estamos bien alimentados por el Espíritu de Dios o si sólo estamos sobreviviendo o mal viviendo. Hay resultados positivos cuando leemos la Palabra de Dios. Nuestro ser interior va siendo transformado a medida que el fruto del Espíritu anida en el corazón: la paz, el dominio propio, la amabilidad, la paciencia, el amor, el gozo, la bondad, la mansedumbre y la fe. O carecemos de ello aunque haya pasado mucho tiempo desde que nos acercamos a Jesús.

No te equivoques, ésta no es una guía para la lactancia exitosa. No son consejos para la mujer que acaba de tener un bebé. Es una invitación a que como creyente en Jesús, hombre o mujer, no dejes el alimento diario de la Palabra de Dios.

Por eso yo hoy clamo a Dios: ¡Amamántame! Y tengo razones para contarlo…

“Como niños recién nacidos, buscad con ansia la leche espiritual pura, para que por media de ella crezcáis y tengáis salvación, si es que realmente os habéis percatado de que el Señor es bueno” (La Biblia, 1ª Pedro 2: 2, 3 -Versión La Palabra).

Autor: Beni Moreno Cárdenas

© 2011. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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