REFLEX & ONES

“Cómo conocí a... Juan Palomo”

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zeke1(EZEQUIEL F. AGUIRRE, 17/05/2011) Cuando uno pronuncia en voz alta el nombre (inventado o no, yo aún no he conocido a ninguno) de Juan Palomo, casi al unísono se escuchará la coletilla “yo me lo guiso, yo me lo como”. No sé si Josh Radnor, protagonista de la mundialmente exitosa serie “Cómo conocí a vuestra madre”, estará muy familiarizado con el refranero castellano, pero desde luego este dicho popular se aplica perfectamente a la “gesta” conseguida por el actor estadounidense.

Y es que en Happythankyoumoreplease, Radnor no sólo dirige y actúa, sino que también firma el guión, algo que ha llevado a que algunos le clasifiquen como el incipiente Woody Allen de nuestros días. Aunque esta afirmación está muy lejos de ser una realidad, al menos por el momento, sí que es verdad que se trata de una película que mantiene ciertas semejanzas con la filmografía del director neoyorquino. Quizá sea el amor por entrecruzar historias cotidianas, la fascinación por la ciudad de los rascacielos, o la visión desconfiada sobre el paso del tiempo y cómo este afecta a las relaciones humanas. El caso es que es difícil no encontrar, al menos, una marcada influencia.

Trailer de Happythankyoumoreplease

La película (de dificultosa pronunciación por cierto) no es excesivamente brillante, tal vez por lo manido de su argumento: un escritor afronta una crisis de creatividad y en el camino se encuentra con un problema (en este caso un huérfano que se va a vivir con él) que le dará la clave para escribir su mejor novela. Los personajes, muy bien interpretados por el elenco protagonista, tampoco sobresalen por sus aristas y claroscuros.

No obstante, algo tiene que tener la cinta para que fuera galardonada con el premio del público en el pasado Festival de Sundance, lanzadera de buena parte del mejor cine independiente de los últimos años.

Todos los personajes están atravesando una crisis existencial producto de la cotidianidad. Se enfrentan a uno de esos momentos en la vida (¿crisis de los 30?) donde toca hacer balance y casi siempre darse cuenta de que uno no está exactamente donde se creía que iba a estar.

El atractivo que producirá en el espectador esta situación será la de verse reflejado en ese estado de “desenfoque vital”, que parece ser una de las tónicas dominantes entre la juventud acomodada de occidente. Benditas crisis existenciales podríamos decir aquellos que vemos una oportunidad de cambio y de crecimiento en este tipo de situaciones... Siempre está bien replantearse las cosas, ¿por qué estamos aquí? ¿Estoy aprovechando mi vida? ¿Estoy haciendo aquello para lo cual fui creado?

En la película, los protagonistas creen encontrar la respuesta escribiendo su mejor obra, empezando una nueva relación o teniendo un hijo... aunque quizá esas respuestas sean sólo postergar una nueva crisis (¿a los 40, 50...?). A otros, estas crisis nos han hecho plantearnos que debe haber un motivo y propósito mayor, por el cual y para el cual, fuimos creados.

Pero bueno, al fin y al cabo el cine sólo es entretenimiento... ¿o no?

Autor: Ezequiel Fernández Aguirre

© 2011. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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