DESDE EL CORAZÓN

El perdón: un peldaño a la libertad, una puerta a la victoria

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NAVAJO125(José Luis Navajo, 05/03/2011)

"Perdonar es poner a un prisionero en libertad y descubrir que el prisionero eras tú”.

Es imposible avanzar arrastrando el peso del rencor. Actúa de grilletes en nuestras manos y cadenas en nuestros pies, anclándonos al suelo e impidiéndonos volar.

El sabio Aristóteles, aquel aventajado alumno de Platón nos advirtió de lo siguiente: “Cualquiera puede enfadarse, eso es muy sencillo. Pero hacerlo con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.

El odio es inútil y además muy peligroso. A quien te ofendió no le hará el más mínimo daño, pero agrandará tu propia herida de forma desmesurada. Odiar mata, pero no al odiado, sino al que odia.

Libérate del peso del rencor mediante la sublime tijera del perdón.

Durante un huracán son los árboles más rígidos los que se quiebran, la hierba flexible permanece.

Perdonar no es un sentimiento, sino una decisión. No esperes a sentir el perdón, simplemente otórgalo. Nunca es demasiado pronto para decidir hacerlo. ¿Dices que no sabes perdonar porque sigues recordando la ofensa? Perdonar no es olvidar sino recordar lo que te hirió y dejarlo ir.

Tendrás, también –y pon en esto toda tu atención-, que perdonarte a ti mismo.

Personas muy efectivas dejaron de serlo el día en que erraron y decidieron vivir el resto de sus días lamentando su error.

Eso mata a cualquiera.

Una equivocación sólo se convierte en falta cuando se persevera en ella.

Caer está permitido, ¡levantarse es obligatorio!

Para aprender… perder. Como me enseñó la magnífica profesora que impartía Lengua Española en mi escuela: “Herrando y errando se aprende el oficio”.

Autorízate a errar y cuando lo hagas reconócelo y aprende del fracaso; eso te hará  más fuerte y también más sabio.

Levántate cuando tropieces. Comienza de nuevo cuando te equivoques. Una persona fuerte es aquella capaz de sobreponerse a sus fallos, aprender de ellos y colocarse de nuevo en la línea de salida. Ni el primer triunfo significa victoria, ni el primer fracaso derrota.

Fracaso no es fallar, fracaso es no intentarlo.

No perderás la batalla por haberte equivocado, sino por no recomenzar.

Puede leer más artículos del autor en el Blog de José Luis Navajo | http://joseluisnavajo.blogspot.com/

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