OPINI脫N / por M脕XIMO GARC脥A RUIZ

Reforma y Magisterio

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20171213 1

(M脕XIMO GARC脥A RUIZ*, 13/12/2017) | En nuestra entrega anterior invocamos la necesaria vinculaci贸n entre Escritura y Tradici贸n a la hora de plantearnos la revelaci贸n y la autoridad en la Iglesia cristiana.

Volvemos de nuevo sobre el tema, poniendo ahora nuestra atenci贸n en la defensa que hace la tradici贸n reformada del 鈥渓ibre examen鈥 de la Biblia por parte del com煤n de los lectores, en contraste con la definici贸n tridentina que a帽ade a la Sagrada Escritura y a la Tradici贸n el Magisterio como fuente de autoridad y recurso necesario a la hora de leer e interpretar la Biblia.

"...la tradici贸n protestante defiende que cualquier persona puede leer e interpretar la Biblia, contando para ello con la asistencia del Esp铆ritu Santo. Esta doctrina es la que se conoce como 鈥渓ibre examen鈥.

La libertad es uno de los anhelos m谩s profundos del ser humano. La libertad cristiana, llevada al terreno de la lectura de las Escrituras, conduce a la controvertida doctrina del 鈥渓ibre examen鈥, doctrina derivada y dependiente del principio "sola Scriptura", en virtud del cual cada persona es juez definitivo de la correcta interpretaci贸n de la doctrina contenida en las Escrituras. En otras palabras, la tradici贸n protestante defiende que cualquier persona puede leer e interpretar la Biblia, contando para ello con la asistencia del Esp铆ritu Santo. Esta doctrina es la que se conoce como 鈥渓ibre examen鈥.

En cambio, para la Iglesia cat贸lica el cristiano debe interpretar la Biblia en sinton铆a con la Tradici贸n, bajo la gu铆a del Magisterio. El concilio de Trento, consciente de las dificultades que entra帽a la lectura de la Biblia por personas sin una formaci贸n previa en torno a las ciencias b铆blicas, desconocedoras de las reglas hermen茅uticas y exeg茅ticas, estableci贸 que tanto la Biblia como las doctrinas definidas por la Iglesia en sus concilios ecum茅nicos, deber铆an ser transmitidas con el soporte del Magisterio, es decir, la necesaria ayuda de los maestros con capacidad para interpretar los textos sagrados.

Es notorio que la lectura de la Biblia con fines devocionales, puesta al alcance de todos, sin discriminaci贸n, ha sido y sigue siendo un elemento enriquecedor para la espiritualidad y la devoci贸n de los creyentes de tradici贸n protestantes (y en la actualidad tambi茅n para muchos cat贸licos lectores de la Biblia), pero no es menos cierto que el 鈥渓ibre examen鈥 ha sido y contin煤a siendo una fuente de conflictos teol贸gicos que ha servido para que surjan 鈥渋luminados鈥 que, en base a la personal interpretaci贸n de algunos de los textos b铆blicos, promueven sectas de muy diferente etiolog铆a, muchas de ellas bajo el paraguas del protestantismo. La multiplicidad de movimientos neopentecostales en la actualidad, es un buen ejemplo de lo que estamos apuntando. Por supuesto, todos los 鈥渋luminados鈥 que dan inicio a una nueva secta afirman que est谩n siendo guiados por el Esp铆ritu Santo y que su base doctrinal est谩 fundamentada en la Biblia.

Por supuesto, todos los 鈥渋luminados鈥 que dan inicio a una nueva secta afirman que est谩n siendo guiados por el Esp铆ritu Santo y que su base doctrinal est谩 fundamentada en la Biblia.

Cualquier interpretaci贸n fuera del 谩mbito devocional que implique una explicaci贸n del texto mediante la aplicaci贸n de una hermen茅utica adecuada, tiene que ajustarse, como debe ocurrir tambi茅n con la Tradici贸n, a las Sagradas Escrituras, que son el documento fundante de la Iglesia. Y para establecer ese ajuste exeg茅tico, 鈥溾 unos puso Dios en la Iglesia primeramente ap贸stoles, luego profetas, lo tercero maestros鈥β (1陋 Cor.ibtios12:28), es decir, estableci贸 el magisterio que ayude a discernir la sana doctrina.

Claro que, al igual que ocurre con la Tradici贸n, cuando hablamos del Magisterio tenemos que establecer algunos matices distintivos, seg煤n sea visto desde la perspectiva cat贸lica o protestante. Para la Iglesia cat贸lica el Magisterio es la funci贸n y autoridad de ense帽ar que tienen el Papa (magisterio pontificio) y los obispos que est谩n en comuni贸n con 茅l, un concepto restrictivo con el que la tradici贸n protestante est谩 en desacuerdo. Para el mundo protestante es un t茅rmino circunscrito, en el mejor de los casos, al 谩mbito local, sin que lleve impl铆cito una autoridad reconocida formalmente, salvaguardando siempre el concepto de 鈥渓ibre examen鈥, con todas las consecuencias derivadas de esa postura a las que ya nos hemos referido anteriormente.

La relevancia de la Tradici贸n y el Magisterio en la Iglesia cat贸lica, al igual que ocurre con otras posturas que han ido arraigando tanto en el catolicismo como en el protestantismo, se deben en buena medida a su origen reaccionario. La Reforma reacciona contra el oscurantismo y el fanatismo de la Iglesia medieval; Trento reacciona contra la Reforma y se niega a considerar los 茅nfasis b铆blicos que proclama Lutero sobre la justificaci贸n por la fe, el sacerdocio universal de los creyentes y la sola Biblia como fuente de autoridad, reafirmando el principio de autoridad centrado en el Papa y en los obispos y anticipando la idea de la infalibilidad del Papa que culminar铆a en el Concilio Vaticano I. Ambas tradiciones cristianas, superados cinco siglos de confrontaci贸n, de atacarse mutuamente o, en el mejor de los casos, de ignorarse, tendr谩n que dialogar cristiana y teol贸gicamente y revisar algunas de las doctrinas sobre las que existe discrepancia, en un clima de concordia y respeto mutuo. Es de justicia reconocer que la Iglesia cat贸lica ha dado ya algunos pasos: retirar de facto, aunque no de jure por razones t茅cnicas, la excomuni贸n a Lutero (v茅ase como s铆mbolo de buena voluntad), revisar su postura acerca de la justificaci贸n por la fe, priorizar y difundir la Biblia como fuente de autoridad.

Aunque es cierto que existen comisiones de di谩logo sobre esos temas entre diferentes iglesias protestantes y la Iglesia de Roma, hay que se帽alar que se llevan a cabo en c铆rculos reducidos sin que determinados acercamientos y acuerdos que ya se han producido, hayan permeado al com煤n de los fieles evang茅licos. Y a帽adir que, en sectores num茅ricamente mayoritarios del protestantismo hispano, cualquier aproximaci贸n a la Iglesia de Roma sigue siendo un tab煤 insuperable, por lo que temas como 茅ste no se encuentran entre sus intereses.聽

Autor:聽M谩ximo Garc铆a Ruiz*, Diciembre 2017.

漏 2017-聽Nota de Redacci贸n: Las opiniones de los autores son estr铆ctamente personales y no representan necesariamente la opini贸n o la l铆nea editorial de Actualidad Evang茅lica.

20120929-1*M脕XIMO GARC脥A RUIZ, nacido en Madrid, es licenciado en Teolog铆a por la Universidad B铆blica Latinoamericana, licenciado en Sociolog铆a por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctor en Teolog铆a por esa misma universidad. Profesor de Historia de las Religiones, Sociolog铆a e Historia de los Bautistas en la Facultad de Teolog铆a de la Uni贸n聽Evang茅lica Bautista de Espa帽a-UEBE (actualmente profesor em茅rito), en Alcobendas, Madrid y profesor invitado en otras instituciones. Pertenece a la Asociaci贸n de Te贸logos Juan XXIII. Ha publicado numerosos art铆culos y estudios de investigaci贸n en diferentes revistas, diccionarios y anales universitarios y es autor de 21 libros y de otros 12 en colaboraci贸n, algunos de ellos en calidad de editor.

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M谩ximo Garc铆a Ruiz

La creaci贸n de los estados modernos europeos, tal y como los conocemos hoy en d铆a, no hubiera sido posible sin la existencia de la Reforma protestante y su correlato, el Concilio de Trento, tal y como veremos m谩s adelante.

De igual forma, la Reforma no hubiera podido tener lugar, en su inmediatez hist贸rica, sin la existencia del Humanismo y su manifestaci贸n art铆stica y cient铆fica conocida como Renacimiento. Ahora bien, para poder centrar el tema, tenemos que remontarnos a la era anterior, la Edad Media, y poner nuestra mirada inicial, como punto de partida, en la Escol谩stica, el sistema educativo, el sistema teol贸gico que identifica ese per铆odo, as铆 como en el Feudalismo como forma de gobierno y estructuraci贸n social.

Para el escolasticismo la educaci贸n estaba reservada a sectores muy reducidos de la poblaci贸n, sometida a un estricto control de parte de la Iglesia. A esto hay que a帽adir que el sistema social estaba subordinado, a su vez, al ilimitado y caprichoso poder de los se帽ores feudales bajo el paraguas de la Iglesia medieval que no s贸lo controlaba la cultura, sino que somet铆a las voluntades de los siervos, que no ciudadanos, amparada por un r茅gimen considerado sagrado, en el que sus representantes actuaban en el nombre de Dios.

La Escol谩stica se desarrolla sometida a un r铆gido principio de autoridad, siendo la Biblia, a la que parad贸jicamente muy pocos tienen acceso, la principal fuente de conocimiento, siempre bajo el riguroso control de la jerarqu铆a eclesi谩stica. En estas circunstancias, la raz贸n ha de amoldarse a la fe y la fe es gestionada y administrada por la casta sacerdotal.

En ese largo per铆odo que conocemos como Edad Media, en especial en su 煤ltimo tramo, se producir铆an algunos hechos altamente significativos, como la invenci贸n de la imprenta (1440) o el descubrimiento de Am茅rica (1492), que tendr谩n una enorme repercusi贸n en 谩mbitos tan diferentes como la cultura, las ciencias naturales y la econom铆a. En el terreno religioso, la escandalosa corrupci贸n de la Iglesia medieval lleg贸 a tales extremos que fueron varios los pre-reformadores que intentaron una reforma antes del siglo XVI: John Wycliffe (1320-1384), Jan Hus (1369-1415), Girolamo Savonarola (1452-1498), o el predecesor de todos ellos, Francisco de As铆s (1181/2-1226) y otros m谩s en diferentes partes de Europa. Todos ellos, salvo Francisco de As铆s, que fue asimilado por la Iglesia, tuvieron un final dram谩tico, sin que ninguno de esos movimientos de protesta, no siempre ajustados por acciones realmente evang茅licas, consiguiera mover a la Iglesia hacia posturas de cambio o reforma.

No era el momento. No se daban los elementos necesarios para que germinaran las proclamas de estos aguerridos profetas, cuya voz qued贸 ahogada en sangre. El pueblo estaba sometido al poder y atemorizado por las supersticiones medievales; las 茅lites eran ignorantes y no estaban preparadas para secundar a esos l铆deres que, como Juan el Bautista, terminaron clamando en el desierto, a pesar de que su mensaje, como las melod铆as del flautista de Hamelin, consiguiera arrastrar tras de s铆 algunos centenares o miles de personas. 驴Cu谩l fue la diferencia en lo que a Lutero se refiere? La respuesta, aparte de invocar aspectos transcendentes conectados con la fe de los creyentes es, desde el punto de vista hist贸rico, sencilla y, a la vez, complicada; hay que buscarla, entre otras muchas circunstancias hist贸ricas, en el papel y en la influencia que ejercieron el Humanismo y el Renacimiento. Existen otros factores, sin duda, pero nos centraremos en estos dos.

Identificamos como Humanismo, al movimiento producido desde finales del siglo XIV que sigue con fuerza durante el XV y se proyecta al XVI, que impulsa una reforma cultural y educativa como respuesta a la Escol谩stica, que continuaba siendo considerada como la l铆nea de pensamiento oficial de la Iglesia y, por consiguiente, de las instituciones pol铆ticas y sociales de la 茅poca. Mientras que para la educaci贸n escol谩stica las materias de estudio se circunscrib铆an b谩sicamente a la medicina, el derecho y la teolog铆a,聽 los humanistas se interesan vivamente por la poes铆a, la literatura en general (gram谩tica, ret贸rica, historia) y la聽 filosof铆a, es decir, las humanidades. Con ello se descubre una nueva filosof铆a de la vida, recuperando como objetivo central la dignidad de la persona. El hombre pasa a ser el centro y medida de todas las cosas.

La corriente humanista da origen a la formaci贸n del esp铆ritu del Renacimiento, produciendo personajes tan relevantes como, Petrarca (1304-1374) o Bocaccio (1313-1375), Nebrija (1441-1522), Erasmo (1466-1536), Maquiavelo (1469-1527), Cop茅rnico (1473-1543), Miguel 脕ngel (1475-1564), Tom谩s Moro (1478-1535), Rafael (1483-1520), Lutero (1483-1546), Cervantes (1547-1616), Bacon (1561-1626), Shakespeare (1564-1616), sin olvidar la influencia que sobre ellos pudieron tener sus predecesores, Dante (1265-1321), Giotto (1266-1337), y algunos otros pensadores de la 茅poca. Estos y tantos otros humanistas, unos desde la literatura, otros desde la filosof铆a, algunos desde la teolog铆a y otros desde el arte y las ciencias, contribuyeron al cambio de paradigma filos贸fico, teol贸gico y social, haciendo posible el tr谩nsito desde la Edad Media a la Edad Contempor谩nea, per铆odo de la historia que algunos circunscriben al transcurrido desde el descubrimiento de Am茅rica (1492) a la Revoluci贸n Francesa (1789).

El Renacimiento se identifica por dar paso a un hombre libre, creador de s铆 mismo, con gran autonom铆a de la religi贸n que pretende mantener el monopolio de Dios y el destino de los seres humanos. El Humanismo y el Renacimiento se superponen, si bien mientras el Humanismo se identifica espec铆ficamente, como ya hemos apuntado, con la cultura, el Renacimiento lo hace con el arte, la ciencia, y la capacidad creadora del hombre. El Renacimiento hace referencia a la civilizaci贸n en su conjunto.

En resumen, el Humanismo es una corriente filos贸fica y cultural que sirve de caldo de cultivo al Renacimiento, que surge como fruto de las ideas desarrolladas por los pensadores humanistas, que se nutren a su vez de las fuentes cl谩sicas tanto griegas como romanas. Marca el final de la Edad Media y sustituye el teocentrismo por el antropocentrismo, contribuyendo a crear las condiciones necesarias para la formaci贸n de los estados europeos modernos. Una 茅poca de tr谩nsito en la que desaparece el feudalismo y surge la burgues铆a y la afirmaci贸n del capitalismo, dando paso a una sociedad europea con nuevos valores.

Visto lo que antecede, estamos en condiciones de juzgar la influencia que este cambio de ciclo hist贸rico pudo tener en la Reforma promovida por Lutero en primera instancia, secundada por Zwinglio, Calvino, y otros reformadores del siglo XVI, y valorar de qu茅 forma estos cambios contribuyeron a la formaci贸n de los modernos estados europeos.

Pero 茅ste ser谩 tema de una segundan entrega.