OPINI脫N / M脕XIMO GARC脥A RUIZ

REFORMA y Palabra de Dios. Inspiraci贸n / Revelaci贸n

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(M脕XIMO GARC脥A RUIZ*, 15/09/2017) | 聽Uno de los temas m谩s inquietantes de la fe, que puso de actualidad la Reforma protestante, es el concerniente a la Revelaci贸n, como cuerpo de doctrina, no s贸lo en el cristianismo sino tambi茅n en el resto de religiones monote铆stas.

La iniciativa siempre se atribuye a Dios, que es quien se revela a los hombres; revelaci贸n que, normalmente, se manifiesta por medio de la Palabra y a trav茅s de la Historia; tambi茅n en la Creaci贸n (鈥渓os cielos cuentan la gloria de Dios鈥). Por otra parte, desde el punto de vista cristiano, los acontecimientos que marcan la historia se producen seg煤n un plan dirigido con vistas a un objetivo determinado: la instauraci贸n del Reino de Dios en la tierra.

La Revelaci贸n apunta a la Palabra y mantiene una dependencia directa con la Inspiraci贸n. Pero, al menos en el Antiguo Testamento, la revelaci贸n jam谩s depende de una forma directa de la palabra escrita. S铆, al contrario, es decir, la palabra escrita hace referencia a la revelaci贸n, como un hecho en proceso permanente. En el Nuevo Testamento la revelaci贸n es el acontecimiento central, mediante el cual Dios se da a conocer a los hombres en plenitud. Este acontecimiento se centra en la encarnaci贸n, Jes煤s hecho carne; la Palabra encarnada. Luego vendr谩 la Palabra escrita.

Ahora bien, a Dios no se le puede enjaular ni en la Creaci贸n, ni en el Templo, ni tampoco en un libro determinado. Dios, que revela a los hombres aquello que el hombre est谩 en condiciones y en disposici贸n de entender, sobrepasa los l铆mites de aquello que el hombre puede abarcar. Y los seres humanos perciben la parte de revelaci贸n que tienen capacidad de asimilar. La historia de la Revelaci贸n nos muestra que esa percepci贸n es siempre limitada y acumulativa; es limitada porque se produce en la medida en que los receptores avanzan en su b煤squeda; y es acumulativa, porque las nuevas generaciones pueden avanzar en el conocimiento a partir de los progresos llevados a cabo por sus predecesores.

Llegados a este punto, la pregunta clave es: entonces, 驴de que forma se revela Dios? Los jud铆os tienen la Tor谩 (el Pentateuco) como soporte de la revelaci贸n divina. El resto de los libros del Antiguo Testamento (鈥渓os Profetas鈥 y 鈥渓os Escritos鈥), cubren una funci贸n de apoyo espiritual importante, pero no alcanzan el nivel que se concede a la Tor谩. Para los musulmanes la respuesta es muy simple: Dios dict贸 a Mohama (La Meca, c. el 26 de abril de 570/571-Medina, 8 de junio de 632) cada una de las 114 suras (cap铆tulos) del Cor谩n con sus correspondientes aleyas (vers铆culos), y Mohama las copi贸 literalmente y as铆 se transmiten de generaci贸n a generaci贸n, en lengua 谩rabe 煤nicamente, lengua en la que fuera escrito el Cor谩n, con el pleno convencimiento de que esa, y 煤nicamente esa, es la Revelaci贸n de Dios, todo lo que los hombres tienen que conocer.

Y para los cristianos, 驴cu谩l es la fuente o las fuentes de la Revelaci贸n? Volvemos a las reflexiones que encabezan este escrito, en las que ya hemos dejado enmarcada la respuesta. Curiosamente ni Mois茅s, que puso todo su empe帽o en saciar su curiosidad, alcanz贸 otra respuesta a la hora de investigar acerca de Dios que aqu茅l 鈥淪oy el que soy鈥, que es tanto como transmitir la idea de que nadie puede saber acerca de la realidad de Dios otra cosa que no sea su propia existencia; lo dem谩s es misterio al que no podemos acceder en su plenitud, pero si parcialmente y, a煤n m谩s, progresivamente. Y en eso consiste la revelaci贸n. Dios se muestra a s铆 mismo en la forma y alcance que lo estima conveniente y el hombre accede a esa revelaci贸n en la medida que le es posible.

Por otra parte, la revelaci贸n, en su dimensi贸n de palabra escrita, tiene una dependencia directa de la inspiraci贸n. Inspirar, seg煤n el Mar铆a Moliner, tiene, entre otros, dos sentidos b谩sicos: 1) Introducir aire en los pulmones; y 2) hacer surgir en alguien ideas nuevas. En lo que ata帽e a las Escrituras, que es el dep贸sito de la revelaci贸n divina puesto a nuestro alcance; por medio de la fe se nos dice que Dios ha 鈥渋ntroducido/inspirado鈥 las Escrituras, pero no se nos aclara exactamente c贸mo, a no ser que en su proceso interviene el Esp铆ritu Santo.

En el caso de Las Tablas de Ley, soporte de la fe jud铆a y, posteriormente cristiana, a las que hay que unir el resto de mandamientos que recoge el relato de 脡xodo, Dios se sirve de Mois茅s como intermediario[1]. Aquellos 40 d铆as en el Monte Sina铆 fueron fruct铆feros; en ellos qued贸 dise帽ada la estructura jur铆dica y social de Israel. 驴Qui茅n escribi贸 las Tablas del Pacto, Dios mismo o Mois茅s como amanuense de Dios? Ambas opciones parecen posibles seg煤n diferentes partes del relato de 脡xodo. En cualquier caso, la fe del pueblo toma cuerpo y acepta la intermediaci贸n de Mois茅s y asume como revelaci贸n divina el contenido del relato de Mois茅s. (Renunciamos a comentar el antropomorfismo referido a Dios).

A partir de ah铆, la revelaci贸n que Mois茅s les transmite sirve de soporte para establecer el Pacto o Alianza entre Dios y el pueblo escogido. Por medio de esta alianza se produce una especie de adopci贸n mediante la cual se ligan los intereses de ambas partes, cuya garant铆a y estabilidad se encuentra en el cumplimento del Dec谩logo. Pero es preciso remarcar un aspecto importante que conviene no pasar por alto: Dios establece la alianza con el pueblo, en el plano colectivo, no con cada individuo de ese pueblo. La revelaci贸n tiene eficacia porque el pueblo la acepta y la asimila. 驴Y cu谩l fue el objeto principal de esa alianza, de ese pacto entre Dios e Israel? Sencillamente, servir de correa de transmisi贸n al mundo entero, mostrar el Dios 煤nico y universal a todos los hombres. Israel no es un receptor privilegiado de un bien exclusivo, sino instrumento de bendici贸n para la humanidad, en la medida en que cumpla o haya cumplido esa funci贸n.

En lo que a los 鈥渓ibros sagrados鈥 de los jud铆os se refiere, es decir, el conjunto de la Tor谩, los Profetas y los Escritos, que la tradici贸n cristiana denominar铆a como Antiguo Testamento, cabe formularse una pregunta: 驴Qui茅n y c贸mo lleg贸 a determinase el Canon de los libros que deber铆an considerarse inspirados, puesto que, adem谩s de los 39 que recoge el Antiguo Testamento, exist铆an otros que fueron denominados deuterocan贸nicos o ap贸crifos? En primer lugar, debemos aclarar que las comunidades cristianas se limitaron a aceptar lo que los propios jud铆os acordaron en un concilio de rabinos celebrado en la ciudad de Jamnia en el a帽o 90 de nuestra era, m谩s o menos en la fecha en la que se escrib铆a el Evangelio de Juan. Entre los jud铆os anteriores a la destrucci贸n del Templo, no exist铆a un canon b铆blico establecido, por lo que no solamente circulaban como libros aceptados los escritos en hebreo en la 茅poca del profeta Esdras, sino otros que fueron escritos en lengua griega en la di谩spora, especialmente en la floreciente comunidad de Alejandr铆a. El Concilio de Jamnia no reconoci贸 otros libros que los 39 que conocemos como can贸nicos, excluyendo los de la di谩spora.

No obstante, en la llamada Septuaginta, es decir, la versi贸n traducida al griego en Alejandr铆a entre los a帽os 300 y 200 a.d.C., se admite que fueron incluidos como inspirados libros que m谩s tarde ser铆an excluidos por los rabinos de Jerusal茅n, pero que circularon libremente por las comunidades jud铆as fuera del control de los fariseos jerosolimitanos[2].

Pero a煤n no hemos respondido a la pregunta de c贸mo se produce la inspiraci贸n o, mejor dicho, c贸mo y qui茅n determina la inspiraci贸n para considerar que determinados libros son sagrados. Por parte de los jud铆os, con la discrepancia que ya hemos se帽alado, atribuyen la fuente de autoridad o bien a un grupo de l铆deres religiosos, o bien a las propias comunidades de jud铆os, o bien a ambas fuentes conjuntamente y, en consecuencia, les adjudican la condici贸n de sagrados. En lo que a los cristianos se refiere, que heredan esa discrepancia en torno al origen de los libros (en lengua hebrea o escritos en la di谩spora en koin茅 griego), circulan todos ellos entre las comunidades latinas y orientales, afianz谩ndose pronto la versi贸n de la Septuaginta entre las comunidades griegas y, con mayor reticencia, en las latinas. Se les atribuye su condici贸n de inspirados o pseudo inspirados, en su caso, seg煤n sea la tradici贸n eclesial, hasta que la Reforma excluye formalmente los ap贸crifos[3]聽y el Concilio de Trento, por su parte, los admite como parte del Canon. A帽adamos a esto que muchos de esos libros del Antiguo Testamento, como ocurrir谩 posteriormente con otros del Nuevo Testamento, no sabemos a ciencia cierta por qui茅n o qui茅nes fueron escritos.

Si nos trasladamos al Nuevo Testamento, en el que se refleja la culminaci贸n de ese proceso, el camino seguido es diferente. La revelaci贸n central no se lleva a cabo mediante una teofan铆a propiamente dicho, como en el Sina铆. Ahora Dios se revela mediante un acontecimiento inusual: se hace Palabra y toma forma humana; 鈥渆l Verbo [la Palabra], fue hecho carne, y habit贸 entre nosotros鈥. As铆 lo explica el Evangelio de Juan unos 90/100 a帽os despu茅s de que se produjera el hecho. Y en torno a la Palabra viva surge una comunidad de creyentes que va extendi茅ndose r谩pidamente por el mundo conocido de entonces. Una comunidad que necesita alimentarse de la Palabra y que, cuando su imagen se va difuminando con el paso del tiempo, va siendo recordada y afianzada por los dichos y escritos de quienes fueron sus testigos y de los testigos de los testigos, hasta ir form谩ndose un conjunto de escritos que fueron tomando cuerpo en medio de la comunidad de creyentes y que, mediante la inspiraci贸n del Esp铆ritu Santo, son seleccionados por la propia comunidad como reflejo y exponente de la Palabra de Dios, es decir, Jesucristo. En ese proceso la comunidad fue desechando algunos de los escritos que durante tiempo circularon como parte de lo que m谩s adelante ser铆a denominado Nuevo Testamento. La fe del pueblo, no la de ning煤n individuo en particular, asumi贸 con el tiempo que esos libros y no otros, eran inspirados por Dios para edificaci贸n de su Iglesia.

驴Qu茅 significa todo esto? Sencillamente, que Dios, que es el Se帽or de la Historia y de la Iglesia, que controla y administra no s贸lo el contenido sino la transmisi贸n de la revelaci贸n, se ha servido de las comunidades de creyentes en su conjunto, no de individuos, sean jud铆os o cristianos, para imprimir el marchamo de inspiraci贸n a aquellos libros que en su omnisciencia ha considerado necesarios para apuntar hacia el objeto central de la revelaci贸n, es decir, Jesucristo, que es el caso de los escritos del Antiguo Testamento, u orientar la mirada hacia ese mismo objeto, Palabra de Dios, que es la misi贸n que tienen los libros del Nuevo聽 Testamento.



[1] Renunciamos en este contexto a entrar en temas relacionados con la cr铆tica hist贸rica del texto b铆blico, no por considerarlos faltos de inter茅s, sino porque no hacen al caso en este escrito.

[2] La verdad es que no consta un listado fidedigno de los libros que fueron incluidos en la Septuaginta, adem谩s de la Tor谩 (Pentateuco) propiamente dicho.

[3] En su traducci贸n de la Biblia al alem谩n, Mart铆n Lutero incluy贸 los libros ap贸crifos, pero al igual que Jer贸nimo, no los consider贸 iguales en autoridad que las Escrituras y estableci贸 que no deb铆an ser utilizados para definir la doctrina cristiana.

(Otros art铆culos de esta misma serie, publicados en Actualidad Evang茅lica, son: El pecado de la equidistancia,聽La Reforma y el Cambio Social,聽La Reforma y el compromiso social,聽La Reforma y el signo de los tiempos,聽Reforma y activismo social,聽La Reforma y la Justificaci贸n por la fe; Reforma: 驴Protestantes, evang茅licos, cat贸licos?, Reforma. El Magnificat, Lutero y la Virgen Mar铆a).

Autor:聽M谩ximo Garc铆a Ruiz*, Septiembre 2017.


漏 2017-聽Nota de Redacci贸n: Las opiniones de los autores son estr铆ctamente personales y no representan necesariamente la opini贸n o la l铆nea editorial de Actualidad Evang茅lica.

20120929-1*M脕XIMO GARC脥A RUIZ, nacido en Madrid, es licenciado en Teolog铆a por la Universidad B铆blica Latinoamericana, licenciado en Sociolog铆a por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctor en Teolog铆a por esa misma universidad. Profesor de Historia de las Religiones, Sociolog铆a e Historia de los Bautistas en la Facultad de Teolog铆a de la Uni贸n聽Evang茅lica Bautista de Espa帽a-UEBE (actualmente profesor em茅rito), en Alcobendas, Madrid y profesor invitado en otras instituciones. Pertenece a la Asociaci贸n de Te贸logos Juan XXIII. Ha publicado numerosos art铆culos y estudios de investigaci贸n en diferentes revistas, diccionarios y anales universitarios y es autor de 21 libros y de otros 12 en colaboraci贸n, algunos de ellos en calidad de editor.

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Humanismo y Renacimiento

M谩ximo Garc铆a Ruiz

La creaci贸n de los estados modernos europeos, tal y como los conocemos hoy en d铆a, no hubiera sido posible sin la existencia de la Reforma protestante y su correlato, el Concilio de Trento, tal y como veremos m谩s adelante.

De igual forma, la Reforma no hubiera podido tener lugar, en su inmediatez hist贸rica, sin la existencia del Humanismo y su manifestaci贸n art铆stica y cient铆fica conocida como Renacimiento. Ahora bien, para poder centrar el tema, tenemos que remontarnos a la era anterior, la Edad Media, y poner nuestra mirada inicial, como punto de partida, en la Escol谩stica, el sistema educativo, el sistema teol贸gico que identifica ese per铆odo, as铆 como en el Feudalismo como forma de gobierno y estructuraci贸n social.

Para el escolasticismo la educaci贸n estaba reservada a sectores muy reducidos de la poblaci贸n, sometida a un estricto control de parte de la Iglesia. A esto hay que a帽adir que el sistema social estaba subordinado, a su vez, al ilimitado y caprichoso poder de los se帽ores feudales bajo el paraguas de la Iglesia medieval que no s贸lo controlaba la cultura, sino que somet铆a las voluntades de los siervos, que no ciudadanos, amparada por un r茅gimen considerado sagrado, en el que sus representantes actuaban en el nombre de Dios.

La Escol谩stica se desarrolla sometida a un r铆gido principio de autoridad, siendo la Biblia, a la que parad贸jicamente muy pocos tienen acceso, la principal fuente de conocimiento, siempre bajo el riguroso control de la jerarqu铆a eclesi谩stica. En estas circunstancias, la raz贸n ha de amoldarse a la fe y la fe es gestionada y administrada por la casta sacerdotal.

En ese largo per铆odo que conocemos como Edad Media, en especial en su 煤ltimo tramo, se producir铆an algunos hechos altamente significativos, como la invenci贸n de la imprenta (1440) o el descubrimiento de Am茅rica (1492), que tendr谩n una enorme repercusi贸n en 谩mbitos tan diferentes como la cultura, las ciencias naturales y la econom铆a. En el terreno religioso, la escandalosa corrupci贸n de la Iglesia medieval lleg贸 a tales extremos que fueron varios los pre-reformadores que intentaron una reforma antes del siglo XVI: John Wycliffe (1320-1384), Jan Hus (1369-1415), Girolamo Savonarola (1452-1498), o el predecesor de todos ellos, Francisco de As铆s (1181/2-1226) y otros m谩s en diferentes partes de Europa. Todos ellos, salvo Francisco de As铆s, que fue asimilado por la Iglesia, tuvieron un final dram谩tico, sin que ninguno de esos movimientos de protesta, no siempre ajustados por acciones realmente evang茅licas, consiguiera mover a la Iglesia hacia posturas de cambio o reforma.

No era el momento. No se daban los elementos necesarios para que germinaran las proclamas de estos aguerridos profetas, cuya voz qued贸 ahogada en sangre. El pueblo estaba sometido al poder y atemorizado por las supersticiones medievales; las 茅lites eran ignorantes y no estaban preparadas para secundar a esos l铆deres que, como Juan el Bautista, terminaron clamando en el desierto, a pesar de que su mensaje, como las melod铆as del flautista de Hamelin, consiguiera arrastrar tras de s铆 algunos centenares o miles de personas. 驴Cu谩l fue la diferencia en lo que a Lutero se refiere? La respuesta, aparte de invocar aspectos transcendentes conectados con la fe de los creyentes es, desde el punto de vista hist贸rico, sencilla y, a la vez, complicada; hay que buscarla, entre otras muchas circunstancias hist贸ricas, en el papel y en la influencia que ejercieron el Humanismo y el Renacimiento. Existen otros factores, sin duda, pero nos centraremos en estos dos.

Identificamos como Humanismo, al movimiento producido desde finales del siglo XIV que sigue con fuerza durante el XV y se proyecta al XVI, que impulsa una reforma cultural y educativa como respuesta a la Escol谩stica, que continuaba siendo considerada como la l铆nea de pensamiento oficial de la Iglesia y, por consiguiente, de las instituciones pol铆ticas y sociales de la 茅poca. Mientras que para la educaci贸n escol谩stica las materias de estudio se circunscrib铆an b谩sicamente a la medicina, el derecho y la teolog铆a,聽 los humanistas se interesan vivamente por la poes铆a, la literatura en general (gram谩tica, ret贸rica, historia) y la聽 filosof铆a, es decir, las humanidades. Con ello se descubre una nueva filosof铆a de la vida, recuperando como objetivo central la dignidad de la persona. El hombre pasa a ser el centro y medida de todas las cosas.

La corriente humanista da origen a la formaci贸n del esp铆ritu del Renacimiento, produciendo personajes tan relevantes como, Petrarca (1304-1374) o Bocaccio (1313-1375), Nebrija (1441-1522), Erasmo (1466-1536), Maquiavelo (1469-1527), Cop茅rnico (1473-1543), Miguel 脕ngel (1475-1564), Tom谩s Moro (1478-1535), Rafael (1483-1520), Lutero (1483-1546), Cervantes (1547-1616), Bacon (1561-1626), Shakespeare (1564-1616), sin olvidar la influencia que sobre ellos pudieron tener sus predecesores, Dante (1265-1321), Giotto (1266-1337), y algunos otros pensadores de la 茅poca. Estos y tantos otros humanistas, unos desde la literatura, otros desde la filosof铆a, algunos desde la teolog铆a y otros desde el arte y las ciencias, contribuyeron al cambio de paradigma filos贸fico, teol贸gico y social, haciendo posible el tr谩nsito desde la Edad Media a la Edad Contempor谩nea, per铆odo de la historia que algunos circunscriben al transcurrido desde el descubrimiento de Am茅rica (1492) a la Revoluci贸n Francesa (1789).

El Renacimiento se identifica por dar paso a un hombre libre, creador de s铆 mismo, con gran autonom铆a de la religi贸n que pretende mantener el monopolio de Dios y el destino de los seres humanos. El Humanismo y el Renacimiento se superponen, si bien mientras el Humanismo se identifica espec铆ficamente, como ya hemos apuntado, con la cultura, el Renacimiento lo hace con el arte, la ciencia, y la capacidad creadora del hombre. El Renacimiento hace referencia a la civilizaci贸n en su conjunto.

En resumen, el Humanismo es una corriente filos贸fica y cultural que sirve de caldo de cultivo al Renacimiento, que surge como fruto de las ideas desarrolladas por los pensadores humanistas, que se nutren a su vez de las fuentes cl谩sicas tanto griegas como romanas. Marca el final de la Edad Media y sustituye el teocentrismo por el antropocentrismo, contribuyendo a crear las condiciones necesarias para la formaci贸n de los estados europeos modernos. Una 茅poca de tr谩nsito en la que desaparece el feudalismo y surge la burgues铆a y la afirmaci贸n del capitalismo, dando paso a una sociedad europea con nuevos valores.

Visto lo que antecede, estamos en condiciones de juzgar la influencia que este cambio de ciclo hist贸rico pudo tener en la Reforma promovida por Lutero en primera instancia, secundada por Zwinglio, Calvino, y otros reformadores del siglo XVI, y valorar de qu茅 forma estos cambios contribuyeron a la formaci贸n de los modernos estados europeos.

Pero 茅ste ser谩 tema de una segundan entrega.