““EGORIDAD”

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CRISTIAN FRANCO, 27/06/2014 |

“No necesitamos tu limosna, te necesitamos a vos.
No queremos tu dinero. Queremos tu compromiso”.
(Juan Carr, Red Solidaria)

A nuestro alrededor se desarrolla un mal que limita las posibilidades de construir una sociedad mejor, más justa, humana e igualitaria. Se trata de la solidaridad como extensión del ego: proyectos, actividades, iniciativas, eventos y programas sociales que se realizan con una motivación egoísta, se trate de personas particulares, empresas u organizaciones. Lo que me gusta denominar como “egoridad” o la solidaridad como egoísmo.

Más de uno, con un pensamiento práctico (y quizá también pragmático), podría decir: “Bueno, de acuerdo… ¿pero acaso no es mejor que existan hechos con dichas características a que no haya nada?”. A lo mejor pueda haber cierta dosis de verdad en tal razonamiento: obviamente siempre se prefiere la donación antes que la tacañería, la distribución antes que la acumulación, el interés antes que la indiferencia. Pero si bien la “egoridad” suele aparecer como “amigable” en la superficie, a largo plazo puede tener efectos nocivos…

Porque cuando soy “egoridario” puedo donar dinero a instituciones de caridad. Puedo construir un techo para gente sin vivienda. Puedo repartir ropa entre quienes no tienen. Puedo dar de comer a cientos de personas semana tras semana. Puedo realizar viajes de corto plazo a tierras lejanas para sumarme a un proyecto concreto. Puedo promover por las redes sociales causas justas que llegan a mi pantalla. Puedo hablar, opinar, decir e incluso promover acciones a favor de quienes sufren. Pero…

…¿qué es lo que motiva realmente mis acciones? ¿La culpa? ¿La responsabilidad social de mi empresa? ¿Una justificación interior? ¿Un deseo de “ganarse el cielo” con buenas acciones?

…¿me comprometo con el dolor de mi prójimo?

…¿pienso de qué forma mis cortos años por esta vida pasajera sirven como aporte para la transformación de mi realidad?

…¿voy más allá de lo que me hace “feliz” para intentar hacer felices a los que se encuentran en situación de vulnerabilidad, invisibilidad, etc.?

Vienen a mi mente las palabras que escuché años atrás, escritas por Eduardo Galeano:“La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”.

La solidaridad supera a la “egoridad” al poner en un segundo plano las propias metas y la realización personal, impulsándonos a pensar primeramente en el otro. Me quita del pedestal del “que tiene algo para dar a quien no tiene” y me sitúa junto al otro ser humano, como en la famosa parábola del “buen samaritano” dicha por Jesús. Deja la verticalidad para arriesgarse a la horizontalidad. Y desde allí tratar de que este mundo sea un lugar mejor.

Algo para pensar…

Autor: Cristian Franco

© 2014. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA.Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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