BUEN FIN DE SEMANA
"El mejor"
CRISTIAN FRANCO, 19/04/2013 | Qué costumbre extraña esa de forjar Ãdolos. De buscar al mejor. Levantar modelos de lo que “deberÃa serâ€. Se nos recuerda a cada momento y por distintas vÃas la importancia que tienen los mejores. “Quienes ganan y logran lo que se proponenâ€. El sueño de muchos materializado en unos pocos a quienes se observa de lejos con una melancolÃa ancestral que hace la vida un poco más leve, más llevadera, menos rutinaria y simplona.
La competencia está allà afuera. A toda hora y en todo lugar. “El mejor deportistaâ€. “La mejor cantanteâ€. “El mejor autorâ€. “La mejor oradoraâ€. “El mejor evento del añoâ€. “La mejor sociedadâ€. “El mejor formador de lÃderesâ€. “La mejor institución solidariaâ€. Y un larguÃsimo etcétera.
Pero yo, que soy uno de los tantos que cree aquello de que todos los seres humanos fuimos creados por Dios en condiciones de igualdad, sigo cuestionando la validez de ese tipo de categorizaciones. ¿De qué servirÃa buscar al mejor? ¿Qué parámetros podrÃan utilizarse para separar a la gente entre “buenosâ€, “regulares†y “malosâ€? ¿Por qué tendremos esa tendencia?
SÃ, ya sé. Conozco varias de las respuestas a estos interrogantes. La más convincente podrÃa ser aquella de que el galardonar o destacar a alguien por sus méritos conlleva el potencial de fomentar una optimización de quienes se encuentran “en carreraâ€, arrojando solo buenos resultados en una fórmula cuasi perfecta en la que “todos gananâ€...
De acuerdo. Escucho. Comprendo. Sin embargo, cuando me encuentro con la realidad compruebo una multiplicidad de situaciones disÃmiles a la ecuación trazada en los papeles: frustraciones por no lograr llegar, celos y envidias por doquier, estrategias non-sanctas para aventajar a los demás, prioridades trastocadas por el afán de alcanzar, y asà podrÃamos continuar.
Las categorizaciones y su sistema de encumbrar a los “mejores†suelen partir (en un enorme porcentaje de las variables relaciones humanas) de parámetros absolutamente subjetivos que no permiten ver la preciosa y amplÃsima gama de matices que existe en el mundo.
Me gusta una nota periodÃstica realizada hace poco al actor Alfredo Alcón:
«A Alcón siempre se lo ha considerado el mejor actor argentino, y él siempre rechazó de plano los honores. “No es por falsa modestia†-dice-. “Los argentinos tenemos la tendencia de andar eligiendo al ‘mejor’, a los ‘maradonas’. SerÃa un necio si me creyera que soy el mejor, aunque lo fuera. Suponiendo que llegara a serlo -equivocación del destino†(se rÃe) “y yo me lo creyera, estarÃa cortado por esa grandeza. ¿Cómo se es humano si se es el mejor? De lo que sà estoy realmente orgulloso es del cariño que siento que me tienen la gente y mis compañeros de trabajo. Siento que me quieren, pero me quieren como a un amigo, no como a una estrella, y me cuidan. Yo nunca paré el tránsito con mi presencia. Si estás triste o si tenés frÃo la admiración no te da calor, en cambio el afecto que puedan darte te hace mucho bienâ€Â».
No tengo la intención de hacer una apologÃa de la mediocridad. Creo en el esfuerzo individual y colectivo, en la superación personal, y trato de practicarlos acompañados de mucho sacrificio. Pero sà me gustarÃa llamar la atención para que pensemos en que la vida –en especial las relaciones interpersonales– no pasa por categorizaciones ni las etiquetas, sino por saber que todos somos igualmente valiosos, hecho que no dependerá jamás de lo “exitosos†o “fracasadosâ€, “de primera†o “de segundaâ€, “mejores†o “peores†que nos quieran hacer creer que somos.
Autor: Cristian Franco
© 2013. Este artÃculo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
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