RAZONES PARA CONTARLO

¡Gracias!

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(BENI MORENO, 04/03/2013) La palabra “gracias” es mágica, como lo son los abrazos. Hay gestos que acarician y palabras que provocan una sonrisa cariñosa o una lágrima de emoción. Y sin lugar a dudas, una de esas palabras es “gracias”. Hay un momento apropiado para cada palabra. Y creo que éste es el momento de reconocer todo el amor, el esfuerzo, el cariño y la dedicación de mis padres hacia sus hijos, y de decirles: ¡Gracias! Son un ejemplo de entrega y constancia, y quiero destacar los valores que he recibido de ellos.

Mi madre, Adela, es una mujer que como tantas de su época se casó joven y pronto tuvo su primera hija (a los diez meses “voilà”, llegué yo); después vendrían tres más, pero una de las gemelas no llegó a ver la luz; es un ángel en el cielo. Destaco en ella su vitalidad, su fortaleza, su belleza, su afán de superación y su sensibilidad. Recuerdo perfectamente cuando aprendió a conducir, todo un reto para una mujer que dejó los estudios a los trece años para dedicarse a la costura, principalmente de su ajuar. Yo era adolescente y vi en ella ese deseo de superación e ilusión de quien busca su hueco en los límites de la vida. Cuando pienso en ella, dos imágenes vienen a mi mente: mamá trabajando (en la cocina, en la costura, en el chiringuito familiar o en su propio puesto en la cocina del hospital) y más tarde, mamá leyendo, cuando ya los hijos le dimos un respiro y su cuerpo empezó a pedir algo de descanso. Sospecho que su mente ya hacía tiempo que le iba demandando explorar otros mundos.

Mi padre, Pepe, un hombre criado en las labores del campo, conocedor de la tierra a quien Dios ha concedido una dosis de sabiduría especial. Hombre activo, fuerte y trabajador, cercano a los suyos, igualmente con un gran afán de superación. Todos conocimos al auténtico padre, esposo, hermano, hijo, amigo y compañero tras aquel fatídico accidente que le costó la amputación de una pierna una semana después (por negligencia médica ¡todo hay que decirlo!). Un hombre honesto; aunque algunos le acusaran de lo contrario, los años le han dado la razón. Conversador razonable; pacificador; su ambición, la felicidad del día a día. Indignado por las injusticias que vive en su vejez, después de toda una vida de lucha. Tiene un espíritu joven y dice que eso de la edad está por dentro.

Quiero resaltar en ellos la sencillez y la sinceridad, su capacidad para disfrutar los momentos gratos y para vivir las dificultades con entereza. Toda una escuela que no tiene precio… Ni los mejores colegios de pago, ni las actividades extraescolares que no me pudisteis pagar, ni el máster que no llegué a hacer me habrían ofrecido las grandes lecciones para la vida que vosotros nos habéis regalado a mis hermanos y a mí con vuestro tránsito por la vida.

¡Claro que nos son perfectos! Habrán cometido errores, y quién no, pero siempre ha estado presente su amor y cuidado incondicional, algo que nos hace mucha falta en tiempos de escasez.

Tengo muchas, pero que muchas razones para contarlo. Os quiero.

Autor: Beni Moreno Cárdenas

© 2013. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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