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La dación en pago

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guillemGUILLEM CORREA, 16/11/2012 | En el III Congreso Protestante de Cataluña, celebrado el año 2011, en la ponencia sobre Inserción Social, la primera resolución que se aprobó estaba relacionada con la dación en pago.

Proponía lo siguiente:

Adherirnos a la Iniciativa Legislativa Popular, que consiste en recoger hasta 500.000 firmas, a fin de evitar que cuando una persona devuelva su piso, porque no puede hacer frente a su hipoteca, siga endeudada de por vida hasta que salde la deuda, con los intereses, que le demanda su entidad bancaria.

Con esta iniciativa lo que se pretendía era devolver la dignidad a las personas que se encuentran en esta situación y darles el mismo derecho que tienen las empresas de declararse en quiebra.

Si ya hay suficiente dolor en el momento en que se pierde el hogar donde se vive, a este dolor no hay que añadir un endeudamiento de por vida que pasa, como una maldición, de una generación a la siguiente generación, de padres a hijos.

Porque este endeudamiento lleva, además, a la exclusión social.

El párrafo que justificaba esta iniciativa decía que lo que se pretendía, como Iglesia de Jesucristo, era estar cerca de los que sufren estas situaciones de dolor y apoyar las iniciativas sociales ya existentes, en lugar de promover una propia.
Esta propuesta fue fruto de un proceso de más de un año en el que la ponencia sobre Inserción Social debatió diferentes problemáticas y llegó a la conclusión de que la más urgente a resolver era la situación de desahucios generalizados que se estaba, y está, produciendo en todo el país.

Hoy, cuando se apunta a un principio de solución para las situaciones más precarias, la Iglesia debe recordarse a sí misma que estamos justo al principio del camino, que nuestro apoyo personal, colectivo e institucional, para resolver este tipo de situaciones, todavía tiene un largo trayecto por delante y que en este largo peregrinaje nuestra tarea no es protagonizar ninguna iniciativa social, sino que sigue siendo apoyar a las ya existentes.

Nuestro énfasis, en todo este proceso, debe estar en la urgencia para encontrar soluciones y en la necesidad de aplazar decisiones, moratoria, hasta que no se tomen los acuerdos necesarios.

Urgencia y moratoria son las palabras que debemos repetir una y otra vez hasta que se nos escuche.

Porque si nosotros podemos seguir esperando a encontrar una solución adecuada a este conflicto social, los afectados por la hipoteca no pueden esperar.

Autor: Guillem Correa Caballé

© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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