BUEN FIN DE SEMANA

"Yonofui"

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cristian-125CRISTIAN FRANCO, 06/07/2012 | No tenía alternativas: debía “hacerme cargo†de mi falta. Mi madre lo había descubierto y yo, con la inocencia inocente de un niño de seis años recién cumplidos, finalmente – luego de un interesante “diálogo†con ella – admití que había obrado mal. Sí, con la cara enrojecida y las palabras temblorosas, al día siguiente le devolví a mi compañero los lápices que le había quitado durante la clase anterior sin que el pobre se diera cuenta. ¡Y este episodio en la Escuela Nº 2 de Chascomús no fue el primero! Dos o tres – quizás cuatro – veces más tuve que “dar la cara†por travesuras diversas que habían sido mi responsabilidad.

Desde los primeros registros de la historia encontramos seres humanos rehuyendo de su culpa. Escondiendo la mano. Tapando el daño. Limpiando la escena. Escapando hacia otro lado. Acusando a los demás. Distrayendo el asunto. Planteando excusas. Sobornando voluntades. Comprando silencios. Dando explicaciones. Haciendo lo inimaginable con tal de no asumir su propia culpabilidad. Y hoy en día, en cada cultura y nación, la “cosa†sigue igual.

¿Qué nos ocurre? ¿A qué le tenemos miedo? ¿Por qué tendemos siempre hacia lo mismo?

Lo llamativo de nuestra época sea, tal vez, la explosión de literatura, gurús y movimientos sincréticos que refuerzan esta propensión a no asumir – ni menos intentar reparar – lo que hayamos hecho mal. Una mezcla de justificaciones y teorías de todo tipo para lograr que la persona “se entiendaâ€, “se libereâ€, “se perdone†y “se atreva†– de una buena vez – “a realizar todo lo que sea necesario para ser felizâ€. Y atrás… atrás quedan amistades defraudadas, parejas engañadas, deudas impagas, niños abandonados, causas archivadas.

Suena lindo lo que dicen, con esa sonrisita cómplice, los promotores del “yonofuiâ€. ¡A veces me gusta escucharlos! Pero, al igual que con las prendas u otros elementos falsificados, tarde o temprano se descubre lo ficticio de sus instrucciones. ¡Porque no llevan a ninguna parte! ¡Porque no logran sanar el alma! ¡Porque no contribuyen a la formación de personas, familias ni sociedades más justas!

¡Ay, qué difícil expresar todo esto! Estoy de acuerdo en que la religión – mayormente la judeocristiana – muchísimas veces insistió tanto en la culpa que se olvidó del amor de Dios por nosotros. Tanto presionar con que la gente se revolcara en su culpa que dejó de lado la enseñanza de lo que debería hacerse con ella. Tanto poner cargas en las conciencias que perdió el rumbo de su mensaje de gracia y perdón. Sí, parece mentira que todavía algunos se pregunten por qué tanta gente decidió cambiar lo “institucional†por una experiencia espiritual más personal, “a medidaâ€.

Pero hoy no me quiero pelear con un extremo ni con el otro. Sencillamente deseo invitarnos a pensar en el asunto y animarnos a ir en dirección contraria a la corriente...

…acostumbrarnos a decir la verdad, aunque vaya en contra de nosotros.

…aprender a pedir perdón, sin rehuir de nuestras faltas.

…hacernos responsables de nuestros actos, sin escondernos ni echarles la responsabilidad a los demás.

…comprometernos con la integridad, sin máscaras ni dobleces.

…y admitir la culpa, cuando corresponda, haciendo lo que esté a nuestro alcance para tratar de enmendar lo que hayamos quebrado.

Tal vez este fin de semana sea un buen momento para comenzar.

Autor: Cristian Franco

© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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