BUEN FIN DE SEMANA

¡VIDA!

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cristian-125N.d.R.: Damos aquí la bienvenida a Cristian Franco quien, con este primer artículo, inaugura su colaboración como columnista de ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Estamos seguros de que su aportación será muy apreciada por nuestros lectores.

CRISTIAN FRANCO, 27/04/2012 |

“Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestra mente alcance sabiduría”. (Salmos 90.12)

Al observar la manera en que muchos transitan los años que el Señor les permite vivir, podría deducirse que no se le asigna demasiado valor al paso del tiempo. Quizás, como un juego de duplicidades, el tiempo gastado en reuniones, eventos y proyectos no tenga su correlato en una inversión de raíz, profunda, que afinque el espíritu en Aquél para quien se desarrolla la obra.

Es importante reconocer esta situación, pues de lo contrario nos veremos encapsulados en una burbuja que nos alejará del Señor, de la gente y, como resultado lógico, terminará ahogando decisiones e impulsos, en un lamentable declive hacia la inservilidad.

Me gusta lo que recibí hace pocos días en mi correo electrónico, un breve pero interesantísimo escrito adjudicado al poeta brasileño Mario de Andrade. He aquí sus palabras, tal como llegaron hasta mí:

“Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante que el que viví hasta ahora…

“Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas detenidamente.

“Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada. Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.

“No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados. No tolero a maniobreros y ventajeros. Me molestan los envidiosos, esos que tratan de desacreditar a los más capaces para apropiarse de sus lugares, talentos y logros. Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo. Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos. ¡Mi tiempo es escaso como para discutir títulos!

“Quiero la esencia, mi alma tiene prisa… Sin muchas golosinas en el paquete…

“Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír, de sus errores. Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no se considere elegida antes de tiempo. Que no huya de sus responsabilidades. Que defienda la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

“Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas… Gente a quien los golpes duros de la vida le ha enseñado a crecer con toques suaves en el alma.

“Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.

“Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan… Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y mi conciencia”.

De manera sencilla y en un estilo directo, estas líneas se tornan una declaración perfecta de lo que debería significar, para quienes servimos en roles de mayor eminencia, el llamado a una vida plena, esa que alcanza la realización en base a procederes correctos, amares puros y hablares sinceros.

Los cristianos – y nosotros, los evangélicos en particular – deberíamos replantearnos en forma permanente el propósito de todo lo que desarrollamos, de modo que jamás seamos hallados entre quienes malgastan uno de los mayores bienes no-renovables cuyo valor sólo se mide a la luz de la historia: el tiempo, que es sinónimo de la palabra “vida”.

Por ello, analicemos aquellas invenciones de humana factura y, si hallamos que están caducas, rancias e inservibles, tengamos la valentía de instrumentar todo lo necesario para generar el cambio necesario y propiciar una renovación de métodos y maneras, recordando que el mensaje del Evangelio jamás cambiará pero sí las formas de comunicarlo.

Autor: Cristian Franco

© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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