OPINIÓN / Pastor MANUEL SARRIAS

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(MANUEL SARRIAS, 29/04/2016) Necesitamos líderes-siervos. Dentro de la diversidad de dones y funciones de los miembros del cuerpo de Cristo, según el principio bíblico del sacerdocio universal de todos los creyentes. Hombres y mujeres que lleven a cabo una labor de genuino y motivador liderazgo espiritual en las Iglesias, Misiones locales, Asociaciones Regionales y a otros niveles.

Personas comprometidas que den prioridad a ejercitar sus dones al servicio del Señor y de sus hermanos. Los mejores en capacidad y carácter para cada responsabilidad.

"No es ningún secreto reconocer abiertamente que en la actualidad existe la urgente necesidad de liderazgo cristiano según el modelo de Jesús"

No es ningún secreto reconocer abiertamente que en la actualidad existe la urgente necesidad de liderazgo cristiano según el modelo de Jesús, que no hace grandes diferencias entre los requisitos requeridos a pastores, ancianos, diáconos, ministros y responsables de diferentes ministerios y áreas de servicio. Hay principios que continúan siendo plenamente vigentes y válidos para todos los tiempos.

Hombres y mujeres (creemos en la plena igualdad de género, incluyendo el ministerio pastoral) según el corazón de Dios; líderes con corazones de siervos.

En el libro de los Hechos, en los primeros versículos del capítulo 6,  se nos narra que la iglesia primitiva de Jerusalén designó a servidores, teniendo como requisitos ser personas “de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría”…”y agradó la propuesta a toda la multitud y eligieron…” a las personas adecuadas, dando como resultado “y crecía la Palabra del Señor y el número de discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”.

Pagamos un precio muy alto cuando designamos personas que no son las adecuadas. Lamentablemente, tenemos experiencias en este sentido que nos han pasado factura. Es preferible que un cargo quede vacante, a que sea ocupado por la persona inadecuada.

No podemos ni debemos rebajar el listón. Personas cuya trayectoria, madurez espiritual, disponibilidad y compromiso. nos ofrezcan una garantía para el buen desarrollo de la tarea encomendada. Servir con el debido espíritu.  Con visión y alegría. Servir es un privilegio. Sólo el que sirve es grande. En el campo cristiano cualquier puesto de responsabilidad lo es de servicio.  Ejerciéndolo con humildad y consideración hacia los demás. Intentando siempre unir diferentes sensibilidades.

El Señor da dones a Su Iglesia y sigue llamando a personas específicas a servicios concretos. Tengamos el discernimiento de reconocer a esas personas. Designarlas para ocupar responsabilidades visibles es ratificar lo que Dios ya ha hecho. De ahí la estrecha relación entre el desarrollo del liderazgo cristiano y la elección de esos hombres y mujeres por nuestras asambleas, juntas o comisiones.

Pagamos un precio muy alto cuando designamos personas que no son las adecuadas. Lamentablemente, tenemos experiencias en este sentido que nos han pasado factura. Es preferible que un cargo quede vacante, a que sea ocupado por la persona inadecuada. Y si ha llegado el momento del cambio, presentemos alternativas fiables. Necesitamos discernimiento, objetividad e independencia para buscar lo mejor, ya que la obra de Dios se merece la excelencia.

Hay que trabajar y cuidar la cantera. No resulta fácil ser profeta en la propia tierra. En ocasiones buscamos fuera lo que ya tenemos dentro. En todo tiempo ha habido casos de muy positivas experiencias con gentes “de la propia casa”. “Buscad entre vosotros...”. Buscad, reconoced, elegid, estimulad, apoyad....  a mujeres y hombres llamados al liderazgo dentro de las iglesias y de los diferentes ministerios en la obra cristiana. Comprometidos con el Señor y con sus hermanos.

Cambiemos las realidades que no ofrecen una halagüeña perspectiva. Prioricemos el edificar el futuro, por delante de otras cuestiones menores. Que en cada situación podamos pasar el “testigo” a “personas fieles que sean idóneas”, a fin de que pueda darse una transición estable y una continuidad de garantías. No empleemos tan alegre y superficialmente la repetida frase que Dios escribe recto con nuestros renglones torcidos, que “la obra es del Señor y Él ya lo arreglará”; aunque ello finalmente sea cierto, pero nunca lo utilicemos como justificación del incumplimiento de nuestras propias responsabilidades.

Oración: "Señor, levanta líderes-siervos en tu Obra: creyentes comprometidos que te conozcan de primera mano y que sean de inspiración, guía  y bendición para todos".

Autor: Manuel Sarrias, pastor y vicepresidente de FEREDE